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Fiascos con patrocinio público

Caramelo y Alimentos Lácteos, tras años de apoyo de la Xunta, entran en barrena. La textil despide al 50% de su plantilla y la alimentaria suspende pagos

Protesta de los trabajadores de Caramelo durante el anterior ERE, en 2009
Protesta de los trabajadores de Caramelo durante el anterior ERE, en 2009anxo iglesias

Pocos proyectos empresariales han tenido más patrocinio de la Xunta en los últimos años. La textil Caramelo, tras el desembarco en su capital del multimillonario coruñés Manuel Jove, recibió más de 35 millones de euros en créditos y avales tanto del bipartito de socialistas y nacionalistas como del Gobierno de Feijóo. El último de estos préstamos, de cinco millones, fue otorgado en 2010 a condición de que se mantuviese el empleo. Pero Caramelo suspendió pagos hace un mes y ayer anunció un ERE que reducirá a la mitad su plantilla. En solo cuatro años, una de las firmas emblemáticas de la moda gallega pasará de 800 trabajadores a apenas unos 200. Casi al mismo tiempo, los gestores de Alimentos Lácteos anunciaban lo que se venía mascando desde hace tiempo: el próximo lunes suspenderán pagos. La factoría de Outeiro de Rei (Lugo) había sido alquilada en 2010 a Leche Pascual por un grupo de cooperativas gallegas también con un decidido respaldo del Gobierno autónomo, que le concedió préstamos participativos por cuatro millones de euros y otros dos en avales. La Xunta aún no tira la toalla y anuncia que hará lo imposible pot contribuir a reflotarla.

 Todos en Caramelo esperaban un mazazo desde que anunció en abril un concurso de acreedores por unas pérdidas de 15 millones solo en el último año. Y lo es: el segundo ERE en cuatro años pulveriza su plantilla, que quedará reducida a 197 trabajadores. Tras los 248 empleados despedidos en 2009, en el marco de un primer plan de viabilidad con deslocalización al extranjero incluida de sus talleres de producción, ahora se anuncian otros 201, 99 de ellos en Galicia Es “para evitar el cierre de la compañía”, alega la empresa textil, perteneciente a Inveravante, el grupo inversor del exdueño de la inmobiliaria Fadesa, Manuel Jove, y en la que el Gobierno autónomo, después de sus inyecciones de dinero, posee un 8% del capital. El redimensionamiento de la plantilla va aparejado a una drástica reducción de sus unidades de negocio: quedarán 48 de sus actuales 118 puntos de venta. Cerrarán todas las que no sean rentables, con pérdidas permanentes, como son nueve de sus 15 tiendas y 61 de sus 103 corners (esquinas) en centros de El Corte Inglés. Quedarán eliminados, dentro de este segundo plan de viabilidad con el que la firma coruñesa espera recuperar “el punto de equilibrio” en 2018, todos los demás canales de distribución, como las franquicias y multimarcas tanto en España como en el mercado internacional que constituían su modelo de negocio tradicional, así como los outlets.

Hace ya años que le van mal las cosas a Caramelo, vecina de otro gigante del textil y único resistente a la crisis, Inditex. Pero el golpe de timón que supuso la entrada en 2008 como accionista mayoritario de Jove, con un primer plan que ya redujo considerablemente el tamaño de la firma, no consiguió mejorar su situación. La dirección achaca a la fuerte crisis del textil y del consumo este nuevo ERE, que califica “de máximos”. “Es posible que en función de la evolución comercial de los próximos meses, se decida mantener algún otro punto de venta abierto”, asegura. Y si hay alguna recuperación de las ventas, “podría bajarse el número de empleados afectados”, afirman desde Inveravante. Pero, por de pronto, comienza un mes de negociación para llevar a cabo esa drástica reducción de plantilla, y “acometer mejoras en el producto, abordando colecciones más comerciales que mantengan la apuesta por la calidad” de la marca.

Antes de proceder a esos despidos, 82 de los cuales serán en su sede central de A Coruña, Caramelo espera sacar a la venta su colección de primavera-verano 2013 y comprar producto para la temporada de otoño-invierno. En agosto, ya solo quedarán abiertas seis tiendas (dos en A Coruña y las de Santiago, Barcelona, Bilbao y Oviedo) y 42 de sus corners. La firma espera cerrar antes del próximo año el acuerdo para pagar a sus acreedores.

Alimentos Lácteos solicitará la suspensión de pagos el próximo lunes, una noticia anunciada ayer y que no sorprendió a nadie, ya que la compañía llevaba semanas en estado agónico. A principios de marzo paró su línea de producción y aplicó un ERE temporal a los 81 trabajadores de la planta de Outeiro. Unións Agrarias calcula que la suspensión de pagos afectará a un millar de ganaderos, a cada uno de los cuales se adeuda un promedio de 20.000 euros. En solo tres años, Alimentos Lácteos ha acumulado una deuda de 14 millones y necesita una inyección de capital de cinco millones para sobrevivir.

La prueba de su dependencia de la Xunta —”y del PP”, asegura Unións Agrarias— es que el concurso de acreedores se anunció ayer tras una reunión de sus gestores con los conselleiros de Medio Rural e Industria. Ahora se busca un socio industrial. El Gobierno de Feijóo, que en su día apoyó a los actuales gestores frente a otras ofertas que pugnaban por la factoría, promete que “no escatimará esfuerzos”.

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