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Tribuna
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Por una alternativa a CiU-PP en Barcelona

Los convergentes no han sido capaces de formular una sola idea-fuerza estratégica

El proceso de acuerdos CiU-PP en Barcelona ha sumado estos días algunas piezas relevantes: Marina de Lujo en el Port Vell, modificación del Plan de Usos de Ciutat Vella al dictado del lobby hotelero, y pacto de 197 millones que hunde la inversión social. No es una dinámica nueva. Trias y el PP habían acordado ya en el presupuesto y las ordenanzas fiscales de 2012 fuertes recortes en las políticas y la fiscalidad ambiental, o el endurecimiento de la ordenanza del civismo. Y habían cerrado filas en torno al abandono de las políticas activas de empleo, y al cambio privatizador en el modelo de escoles bressol.Todo ello, tras casi dos años, va cristalizando un nuevo escenario: un gobierno local más cercano a los negocios que a las personas, a las zonas elitistas que a los barrios populares.

Es la expresión de dos realidades complementarias: la debilidad de CiU que la sitúa a remolque del PP; y una amplia agenda de coincidencias entre las derechas de la ciudad. Debilidad no sólo ni principalmente numérica. No es que CiU tenga 14 concejales —muy lejos de la mayoría— es que no ha sido capaz de formular una sola idea-fuerza estratégica. Gobierna con Programas de Actuación rechazados en siete de los 10 distritos, y lo hace sin plantar cara ante las deudas, recortes y agresiones de Mas y Rajoy. Un gobierno municipal sin base ciudadana que ha diluido el papel de Barcelona como sujeto político. En este marco de fragilidades, se despliegan las coincidencias ideológicas de CiU con el PP. La decisión de privatizar el Port Vell al servicio de la banalidad y el lujo, y de dinamitar el Plan de Usos de Ciutat Vella para convertir el patrimonio en pista de aterrizaje del negocio turístico, simbolizan claramente el gobierno del 1%, el abandono de toda perspectiva vinculada al bien común.

El acuerdo de inversiones CiU-PP para 2013 consolida el modelo clasista. Frente al impacto de la crisis sobre la mayoría, responden con una dura caída en las inversiones sociales. De los 197 millones pactados sólo 13,5 están vinculados a la red municipal del estado de bienestar, un recorte del 61% en relación a la media anual del gobierno de izquierdas. Y frente al impacto de la crisis en los barrios populares responden con inversiones concentradas en los espacios de la riqueza: 16 millones para la Fórmula-1 y bastantes más para el lifting urbano de avenidas donde hay más lujo que necesidad —Passeig de Gràcia, Rambla Catalunya, zona alta de Balmes, Via Augusta, Josep Tarradellas, Mitre—. No pueden decir que no hay dinero para escoles bressol, formación profesional, casals de jóvenes, bibliotecas o centros de servicios sociales, cuando cierran el ejercicio de 2012 con un superávit de 60 millones. Eso es poner la solvencia del Ayuntamiento al servicio de la austeridad salvaje, eso es abandonar la cohesión social. No pueden justificar la marginación de Can Peguera, la Clota, Trinitat Nova o la Marina, cuando llueven millones sobre la Barcelona de las clases poderosas. Es hiriente e injusto, es ahondar en la fractura territorial.

Ahora el gran reto es transitar de la fragmentación de resistencias a la confluencia en la alternativa

Hay alternativas. En ICV-EUiA las construimos con los movimientos sociales y vecinales. En los tres últimos plenos hemos defendido la reapropiación ciudadana del Port Vell, la defensa íntegra del Plan de Usos y una propuesta de inversión social de 300 millones para impulsar 65 equipamientos de proximidad en los barrios más frágiles. Y lo hemos hecho en clave de más democracia. Con propuestas de consultas ciudadanas y presupuestos participativos, porque el derecho a decidir debería también aplicarse al modelo de ciudad. CiU-PP han cerrado filas. Se han convertido en la coalición del no. Su agenda de privatización de espacios públicos y servicios requiere también la privatización de la política, la exclusión de procesos participativos en el ámbito municipal.

Frente a las políticas del 1% y la precarización democrática, toma fuerza la indignación y el compromiso ciudadano. La Barcelona de la gente que lo pasa mal pero no se resigna, la de los barrios que luchan y cooperan es mayoritaria. Ahora el gran reto es transitar de la fragmentación de resistencias a la confluencia en la alternativa; de las luchas ciudadanas a la necesaria articulación política de éstas; a la construcción de una gran alianza social y política referente del 99%. Para devolver la ciudad y los derechos a la mayoría. Para ganar.

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Ricard Gomà es presidente del grupo municipal de ICV-EUiA en Barcelona.

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