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análisis

El precio de un error de cálculo

El PNV debe resituarse en el nuevo tablero y entender cuál es la realidad parlamentaria

Es muy posible que haya valido el sonoro sopapo en la cara de los primeros Presupuestos del lehendakariUrkullu para que el PNV entienda, por fin, que hay una realidad política en Euskadi muy diferente de la que siempre dominó desde el poder. Bien es verdad que al asumirlo sufre, a cambio, un lógico desgaste que debería atribuir a un notable error de cálculo estratégico.

 Acostumbrado durante décadas a quedarse siempre con la última palabra en el trato en virtud de la necesidad del otro —generalmente, el PSE-EE—, los nacionalistas han sido víctimas esta vez de un exceso de confianza, convencidos de que la jugada volvería a repetirse porque es comúnmente admitido que hace mucho frío en la oposición. Por eso, cuando pensaban que seguirían negociando igual que siempre bajo el manto de las concesiones, se han topado con un PSE-EE necesitado de oxígeno ideológico ante los suyos, libre de ataduras y ganas de vendetta que le ha volteado en mitad de la plaza.

Además, tampoco resultaría estéril para discernir sin error el horizonte del nuevo escenario creado que el PNV analizara críticamente la caótica estrategia negociadora que ha seguido en su vuelta al Gobierno vasco. Resulta difícil de asimilar que partidos tan antagónicos como EH Bildu y PP hayan coincidido en reconocer su incredulidad ante el escaso fervor nacionalista para asegurarse la viabilidad parlamentaria de sus cuentas, Urkullu aparte. Así, al extraer conclusiones de este fracaso resulta evidente que ha llegado el tiempo de hacer un hueco a la flexibilidad, de asumir que la soledad es un riesgo demasiado alto para gobernar, más aún en tiempos de crisis. Vaya, que el PNV debería resituarse en el tablero.

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