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patrimonio bajo amenaza

Un traje a medida para Apple

Comunidad y Ayuntamiento se han ido adaptando a las necesidades de la multinacional para montar su tienda insignia en la puerta del Sol de Madrid

El edificio de Apple, en Sol, ayer, tras la retirada de la lona de obras.
El edificio de Apple, en Sol, ayer, tras la retirada de la lona de obras.SANTI BURGOS

En una relación siempre manda uno más que el otro. Lo que no quiere decir que siempre sea el mismo el que más manda. Por ejemplo: hasta que la crisis se llevó por delante una ilusión de prosperidad basada una burbuja especulativa, la protección del patrimonio histórico solía mandar más que el mercado inmobiliario. Los empresarios encontraban trabas a la hora de acomodar edificios centenarios a sus iniciativas.

Desde 2008, pero sobre todo ahora que la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid están introduciendo cambios legislativos para allanar esa senda, sucede lo contrario. Y un buen ejemplo de ello es el inmueble ubicado en el número 1 de la puerta del Sol.

Construido en 1863, allí cerró en mayo de 2006 el hotel París, uno de los más antiguos de la ciudad, y el de mayor categoría hasta que en el periodo de entreguerras se construyeron Ritz y Palace. El hotel no era el dueño del edificio, y el dueño del edificio decidió venderlo por 80 millones de euros en el momento álgido de la burbuja.

Más o menos por entonces estuvo a punto de cerrarse la venta de la manzana de Canalejas, a espaldas del hotel. La operación se frustró, y hasta este año no se ha encarrilado la recuperación de esa área, con una rebaja por cierto de su protección patrimonial.

En cuanto al hotel París, cerró y su esplendor decadente se tornó en abandono. No fue hasta cinco años y medio después del cierre, el 29 de diciembre 2011, cuando el Ayuntamiento inició la tramitación de un plan especial para el número 1 de la puerta del Sol.

El edificio lo había comprado Apple para instalar allí su tienda insignia. El recorrido administrativo, al que ha tenido acceso EL PAÍS, refleja cómo se acomodó su blindaje histórico a las necesidades cambiantes de recuperar empresarialmente el inmueble. Tiene sótano, cinco plantas y ático; ocupa una parcela de 950 metros cuadrados, y una superficie edificable de 6.000 metros cuadrados, que el plan aumenta un 10%. Tiene nivel 1 de protección, como edificio singular, a lo que se une su blindaje de rango superior por estar en el conjunto histórico.

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En un primer momento, el plan preveía un uso comercial para las dos primeras plantas y el sótano, e instalar un hotel en las tres siguientes más ático. Además, el patio interior se cubriría para incorporarlo al establecimiento.

Señalaba el informe que, a lo largo de los años, los comercios de la planta baja habían ido “adaptando a sus necesidades” su parte de fachada exterior, “sin respetar la imagen conjunta”.

Por dentro, convivían elementos históricos con aditamentos funcionales y partes en mal estado. Las escaleras de emergencia no cumplían la normativa. El edificio estaba, según el informe, “en un grave estado de deterioro”. El plan obligaba a “desmontar todos los añadidos”, “eliminar las modificaciones realizadas por las sucesivas intervenciones poco respetuosas”, y “recuperar la imagen unitaria del edificio”.

Tras la aprobación inicial del plan, la realidad superó de nuevo a los trámites administrativos. En marzo de 2012, durante el periodo de información pública, Apple pidió cambios, y el Ayuntamiento y la Comunidad se los concedieron con el objeto de “concebir un nuevo espacio más transparente, permeable y de comunicación directa con la ciudad”. Aunque sólo cabían alegaciones al proyecto, lo que hizo Apple fue pedir una modificación, tal y como admite el Ayuntamiento. Solicitó un cambio de uso, pasando el edificio de albergar un hotel a albergar oficinas. Pese a ello, se aceptó sin abrir un nuevo periodo de información pública “al no constituir un cambio sustantivo”.

El edificio tendrá así uso comercial en las dos primeras plantas y sótano; y oficinas, en lugar de un hotel, en parte del segundo piso y en el resto. La fachada se recuperará, tal y como estaba previsto desde el principio. La planta baja quedará casi diáfana para la tienda de Apple, unificando todas las escaleras previstas en una sola y pudiéndose tirar todos los tabiques interiores. Además de cubrir el patio interior, ahora en beneficio de la tienda, también se abrirá un hueco en el forjado de la planta primera para llevar luz natural a la planta baja. Se recuperarán las bóvedas del sótano.

El plan abre la puerta a eximir a Apple de la obligación de disponer de una zona de carga y descarga, y de plazas de aparcamiento, pues se confía en que empleados y clientes lleguen en transporte público.

El proyecto se aprobó con esta consideración: “A nivel urbano, permitirá la regeneración física, social y económica de la plaza, actuando también como icono revitalizador, tanto de la actividad, como del contenido patrimonial del edificio, afectado hoy por un severo deterioro y desuso. A nivel arquitectónico y de protección del patrimonio, se propone una nueva implantación con gran respeto a la composición histórica de las fachadas dentro del entorno monumental en el que se encuentra, conservando y consolidando su composición, ritmo de huecos y alturas, todo ello compuesto con materiales nobles y neutros”.

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