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La nueva vida en solitario de Rubén Pozo

El ex Pereza arranca su carrera sin su antiguo compañero en acústico y en locales pequeños

Rubén Pozo.
Rubén Pozo.

El último año está siendo un máster acelerado para Rubén Pozo. Madrileño nacido en Barcelona hace 37 años, se podría pensar que después de más de una década formando parte de Pereza, uno de los grupos españoles de rock de mayor éxito en el nuevo siglo, a estas alturas se las sabría todas... “Pues no, tú vas de listo, pero la vida te da collejas y tú sigues aprendiendo”, cuenta Pozo, ilusionado ante su nueva vida.

Ayer presentó en acústico su primer álbum en solitario, Lo que más, en el Contraclub, ante unas 70 personas, cuando hace un par de años llenaba pabellones y salas grandes junto a Leiva en Pereza. Pero no se le caen los anillos, sino al contrario: “Me ha venido muy bien la gira en acústico. Siempre he estado en grupos, arropado, y salir solo al escenario y ver que hay gente que me sigue ha sido bueno para darme golpes en el pecho como compositor. Además, me lo paso teta, estoy muy cómodo y es una buena oportunidad de ver cómo cocino las canciones”, señala. “La realidad”, continúa, “es que con la banda que he montado tenía conciertos, pero no demasiados. Y a mí me gusta estar fuera de casa, sobre todo con el disco recién salido, así que le dije a mi oficina [de contratación] que también podía hacerlo en formato acústico, y me están saliendo muchos”

El Alameda Sound

  • Nació hace 37 en Barcelona, pero es madrileño, del barrio de la Alameda de Osuna (Barajas).
  • Su primer álbum en solitario se llama 'Lo que más'.
  • Fue miembro de Buenas Noches Rose, de donde salieron Pereza y Le Punk, todos del barrio de la Alameda de Osuna.

En Lo que más, Pozo alterna entre la euforia y la amargura en canciones rock de miras amplias, con letras costumbristas cubiertas por una pátina de jerga cheli tan natural como a ratos hermética. “Rucu rucu, me paso el día haciendo bola”, de Rucu rucu, o “me como un Saci”, de Las horas muertas, son buenos ejemplos de ello. “Me gusta utilizar argot, aunque a veces reconozco que igual es demasiado. Por ejemplo, lo de comerse un Saci, como comerse un colín, es algo que he oído desde pequeño en mi barrio, pero hay gente de Madrid que no lo ha pillado”. Aclaremos: los Saci eran unos caramelos mentolados y el barrio de Rubén Pozo es la Alameda de Osuna, hogar del seminal grupo de rock Buenas Noches Rose, donde empezó a tocar la guitarra, y de cuyas cenizas salieron, además de Pereza, Le Punk. ¿Se puede hablar de un Alameda Sound? “No es para tanto. Con Pereza rompimos el techo y el foco se centró en el barrio, pero no creo que haya habido más bandas en la Alameda que en Vallecas, por ejemplo. Y ahora no las hay”.

El músico anuncia que ya tiene canciones nuevas, aunque haya pasado por una pequeña sequía creativa: “He estado casi un año sin que me saliera nada nuevo, ni una frase. Hubo un momento en que me preocupé de veras, pensé que igual no hacía ya una canción en mi vida... Y al día siguiente me salió una”.

He estado casi un año sin que me saliera nada nuevo, pensé que igual no hacía ya una canción en mi vida Rubén Pozo
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Sabido esto, resulta casi redundante preguntar por una vuelta de su antiguo grupo que, de momento, no está en el horizonte cercano. “Podríamos haber seguido con la maquinaria Pereza, pero yo estoy muy orgulloso de lo que hemos hecho”, cuenta Pozo, que a año y medio de la separación piensa que “ya se puede hablar de ello con más naturalidad”: “En un mundo en el que el dinero es lo más importante, que haya dos personas que han podido levantar un proyecto así, tan rentable económicamente, y que la razón económica no haya pesado para seguir con ello, creo que es un buen ejemplo para estos tiempos”.

Rubén Pozo, un tirillas con una buena mata de pelo rizado, que cada vez se parece más a Marc Bolan de T Rex, uno de sus ídolos, acaba su segunda caña y revela la novedad de sus nuevas composiciones: “Hay más humor. No es Faemino y Cansado, pero la vida, como decía Martirio, hay que vivirla con un punto de delirio. Hay que saberse reír de uno mismo, no tomarse muy en serio. Porque si no no duras un telediario. Y lo digo textualmente: ¡no aguantas un telediario entero con toda la mierda que hay! Como no tengas ese punto de delirio, la vida es invivible”.

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