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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Por una gestión forestal sostenible

"Nuestro fin es conseguir que la recuperación de las actividades agroforestales tradicionales tengan encaje en las nuevas políticas de desarrollo rural"

Nos hemos sentido obligados a escribir estas líneas no con el ánimo de contestar a un sujeto altamente amortizado, ecologista de tertulias urbanitas y con unas ideas obsoletas de confrontación entre el sectores o sensibilidades que conviven sobre el espacio forestal valenciano, sino por la impresión que hayan podido tener los lectores de un medio de comunicación tan serio y profesional como EL PAÍS de las asociaciones de municipios, propietarios privados y empresarios forestales valencianos.

El pasado domingo se nos acusaba de ser “dinosaurios en el siglo XXI” por el señor Arnal. Más bien debería hacérselo mirar, pues de su artículo sólo se desprende la supina ignorancia que posee del mundo rural. Una cosa es estar a favor o en contra de un procedimiento de subasta de aprovechamientos forestales en los montes públicos y otra muy distinta, atacar la gestión forestal sostenible como se hizo, mezclando conceptos y confundiendo a la opinión pública.

En primer lugar hay que denunciar la absoluta falsedad de esas cifras que se dan sobre la pérdida de bosque en la Comunidad Valenciana. Desde que se realizan los Inventarios Forestales Nacionales (IFN; el IFN1 en 1975, hasta el IFN3 en 2008), la superficie forestal valenciana avanza a un ritmo increíble, con más de 130.000 hectáreas, la mayor parte colonizadores como el matorral. Indicar que también existe un incremento muy importante de la superficie forestal arbolada pese a los grandes incendios forestales que hemos tenido en los últimos 30 años. En la tabla adjunta se puede observar la evolución de la superficie forestal valenciana.

Fuente de lo datos: PATFOR
Fuente de lo datos: PATFOR

El abandono de las actividades tradicionales agroforestales por parte de las personas que habitaban el mundo rural y que generaban mucho empleo en las poblaciones donde vivimos, ha sido en nuestra opinión, la principal causa de que los incendios forestales hayan adquirido las grandes dimensiones a las que antes no podían llegar. El pastoreo, la recogida de leñas, los pequeños cultivos, la actividad forestal y la propia presencia del hombre en las masías y caseríos hacían como cortafuegos naturales y generaban el paisaje en mosaico que maximiza los servicios ambientales y paisajísticos del monte mediterráneo.

La postura de nuestras asociaciones es la de intentar recuperar estas actividades en el mundo rural para que nuestro espacio forestal sea un medio que pueda generar empleo verde entre nuestros vecinos, perfectamente compatible con la mejora del medio ambiente. Las lógicas actualizaciones tecnológicas y la apuesta decidida de la Unión Europea por las políticas de desarrollo rural, donde se reconocen los servicios ambientales que generan esas actividades, hacen que muchas familias puedan volver a vivir en el medio rural, alejadas de aquella falsa ilusión derivada de la burbuja inmobiliaria en la que todos íbamos a ser camareros o albañiles.

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Hace mucha gracia que gente como el señor Arnal que nos atribuye la frase “todo para el pueblo pero sin pueblo”, se pretenda erigir como el representante del mundo rural. Sus actitudes se asemejan más a las del “señorito”, que desea observar al populacho arando (con la mula, claro) y a la señora llevándole la bandeja de dulces típicos, cada vez que desea disfrutar del mundo rural, sin contribuir económicamente a los servicios ambientales que presta.

Por último, también nos gustaría recalcar que las decisiones y actuaciones en el medio forestal son a largo plazo y fuera de los tiempos políticos. Ya hemos visto que ahora estamos pagando las consecuencias del abandono rural de hace más de 30 años. Con las repoblaciones forestales pasa lo mismo. Claro que se utiliza maquinaria para hacer los agujeros para plantar los árboles, pero baste como ejemplo las fotografías de la Umbría de Agres en Alicante y el Benicadell en Valencia a principios de siglo XX y a finales de los años 90 obtenidas de la fototeca nacional del INIA, para comprobar que el hombre, destructor en muchas ocasiones del medio ambiente, también puede ser un elemento que contribuya a su conservación y mejora.

En definitiva, nuestro fin es conseguir que la recuperación de las actividades agroforestales tradicionales tengan encaje en las nuevas políticas de desarrollo rural, reconociendo los servicios ambientales que prestan a toda la sociedad. El fin de otros puede que sea repetir mensajes caducos durante más de 20 años intentando vivir de la confrontación permanente.

Firman este artículo Santiago Arévalo Llácer, presidente de la Asociación de Municipios Forestales de la Comunidad Valenciana; Manuel García Aparicio, presidente de la Asociación de Propietarios Forestales de la Comunidad Valenciana, y Manuel Tárrega Ferri, presidente de la Asociación Valenciana de Empresas Forestales

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