Lecciones de vida
El hombre que sobrevivió a dos infartos cerebrales ha regresado de las tinieblas para construir nuevas perlas de pop
Difícil no conmoverse cuando Edwyn Collins repite: “Me siento vivo, me siento renacer”. Pocas voces en el planeta más autorizadas que la suya para llenar de significado una afirmación tan elemental. El hombre que sobrevivió a dos infartos cerebrales ha regresado de las tinieblas con la entereza suficiente para construir pequeñas nuevas perlas de pop y northern soul. Basta escuchar ‘Understated’, disco tan básico como delicioso del que el interesado adelantó algunos contenidos anoche en un Teatro Lara expectante. Tan volcado con el artista como con la persona. Con ese superviviente milagroso que convierte en estallido de felicidad cada instante de esta prórroga gozosa e inesperada.
Collins suple sus dificultades motrices con montañas de pundonor. Ha recuperado en buena parte la facultad de cantar y el ser humano no ha inventado mejor medicina que esa. Más allá de algún gallo y sus apuros con las notas más agudas, el escocés vuelve a crear piezas contagiosas e instantáneas, bromea hasta la carcajada con sus dos jóvenes músicos y se pavonea con guasa: “Mi nuevo sencillo, Dilemma, es muy bueno. Suena presumido, pero lo es…”.
La vida le ha enseñad a Edwyn a no enredarse entre las ramas. Anoche, en apenas una hora, cantó lo que más cabía esperar de su trayectoria minoritaria, extensa y venerable: joyas vitamínicas de sus años con Orange Juice (Falling and laughing, Rip it up), temas de su nuevo álbum y del otro que ya escribió tras la enfermedad (Losing sleep), los clásicos más adictivos (When I call your name) y el obligado A girl like you. Las inevitables carencias de su interpretación son más difíciles de corregir sobre la escena que en el estudio, pero el talento, el coraje, el entusiasmo lo suplen casi todo. Collins era un maestro para varias generaciones de músicos; ahora se dedica a impartir concisas lecciones de vida.
