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El obispo de Girona mantiene a un párroco condenado por vejar a una niña

El alcalde de Sant Cebrià de Vallalta exige que el cura deje el pueblo

El párroco de Sant Cebrià de Vallalta (Maresme), un pueblo de unos 3.000 habitantes, fue condenado a principios de este mes por vejar a una niña de ocho años. Él mismo reconoció los hechos tras pactar con el fiscal una multa de 150 euros. En cuanto lo supo el alcalde del pueblo, Pere Vega (PSC), pidió al Obispado de Girona que relevase de su puesto al cura. “No queremos que vuelva a compartir espacio con ella o que se crucen por la calle”, explicó Vega. Pero el Obispado se niega a actuar. “No tenemos nada previsto”, afirmó un portavoz de la máxima autoridad eclesiástica de Girona, de la que depende el párroco.

Alfons Turrús, de 78 años, lleva toda la vida oficiando misa en Sant Cebrià. La familia de una niña del pueblo de 8 años le denunció en 2011 por realizar tocamientos a la menor durante las clases de catequesis y el caso llegó a los tribunales. El cura admitió haberle dado algunos besos a la niña, incluso con “algún mínimo roce en los labios”, explicó sobre el caso el diario La Vanguardia. Turrús, sin embargo, negó los abusos sexuales. Su abogado y el fiscal pactaron, por falta de pruebas, una rebaja de la calificación del delito y acordaron que se condenase al párroco por “vejaciones leves”. El cura aceptó los hechos y la multa para “evitar más juicios”, mantuvo el abogado del párroco.

Un vecino del pueblo que no quiere ver su nombre publicado cree que se trata de un caso “aislado”

El alcalde quiere que Turrús se vaya “inmediatamente” del pueblo. Vega ya se puso en contacto con el obispo de Girona, Francesc Pardo, cuando conoció la denuncia de la familia. Ambos hablaron por teléfono pero, para decepción del alcalde, Pardo no movió un dedo. “Me dijo que consideraba que el párroco era inocente y que el caso quedaría en nada. Como no había juicio, tuve que aceptarlo”, relató Vega. Según el alcalde, la familia de la niña está “indignada” con que el cura siga en el pueblo y con la posibilidad de que se pueda encontrar con su hija. Este diario ha intentado contactar con Tarrús sin éxito.

Esta vez el alcalde ha enviado al obispo una carta, pero el Obispado niega haberla recibido. “No nos ha llegado nada”, mantuvo el portavoz eclesiástico. Un vecino del pueblo que no quiere ver su nombre publicado cree que se trata de un caso “aislado”. “Conozco al cura, él bautizó a mi niño. Es un hombre mayor y no creo que vuelva a pasar nada”, afirmó por teléfono. No todos los vecinos están de acuerdo. A Maria Heredia, una mujer del pueblo jubilada, la situación le parece “aberrante”. “El cura ha estado fuera un tiempo, pero ahora está aquí otra vez”, explicó la mujer, que confiesa no salir mucho de casa y no conocer bien “la historia”. “Lo que tienen que hacer es jubilarlo”, zanjó otro vecino que tampoco quiso que su nombre se publique.

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