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crítica| clásica
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La amiga alemana

La soprano Christiane Iven se mete al público en el bolsillo con su simpatía y su capacidad vocal

Christiane Iven.
Christiane Iven.

Es campechanota y derrocha seguridad. La soprano alemana Christiane Iven pisa la escena con la misma naturalidad con la que canta. Tiene una sonrisa agradable, una mirada limpia y el aire de una amiga de toda la vida. Una amiga a la alemana, claro. “Es como la Merkel, pero en simpática”, oí decir en un corrillo de aficionados. La vez anterior que participó en estos ciclos de Lied causó sensación.

Venía de sustituta de alguien famoso y era una perfecta desconocida en la plaza, pero cuando empezó a cantar la sorpresa fue mayúscula.

En esta ocasión el público sabía con quien se estaba jugando los cuartos. Además, el pianista acompañante, Buckhard Kehring, nuevo en estos ciclos, mostró en todo momento habilidad y una gran compenetración con la soprano.

CHRISTIANE IVEN

Con Burkhard Kehring al piano.

XIX Ciclo de Lied.

Canciones de Franz Schubert, Maurice Ravel y Olivier Messiaen.

Teatro de La Zarzuela, 19 de marzo.

Dedicaron Iven y Kehring dos bloques de canciones a Schubert. El primero, con temas muy conocidos, fue excepcional por la manera de contar cantando, con el añadido de la gracia envolvente del acompañamiento. En el segundo, la soprano mostró su registro más dramático interpretando hasta tres roles distintos, uno de ellos coral, en la Escena de Fausto con texto de Goethe. Lo popular y lo culto, el impulso vital y el guiño literario, marchaban en paralelo en un ejercicio de espontaneidad y sencillez. El melodismo de Schubert se imponía con un atractivo irresistible.

El bloque francés de canciones mostró otro estilo de los intérpretes. De Ravel pasó bastante desapercibido Shéhérazade –tal vez, una excusa para el calentamiento- pero en las Cinco melodías populares griegas se alcanzaron cotas de gran calidad artística, en una versión distendida con sabrosas pinceladas de tierra, aire y fuego. Hay que echarle valor para terminar el recital con los Cantos de Tierra y Cielo de Messiaen. Pues bien, la soprano alemana salió airosa de su desafío y el pianista mantuvo el tipo sobradamente. Música de gran dificultad vocal, encontró siempre una respuesta valiente y coherente. 

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Como propina, y entre amplias sonrisas, la “amiga alemana” trató de sorprender en español con lo de Al paño fino en la tienda una mancha le cayó. Y sorprendió. Es una salada esta cantante con pinta de marujona divertida. Se hace querer. Intuyo que va a volver por Madrid con cierta frecuencia. Desde luego, sus recitales no dejan indiferente a nadie.

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