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El fiscal pide acciones penales contra el abogado que defiende a los ultras

La acusación reclama hasta 12 años para los neonazis que apalearon al mendigo El juez decano ve claros indicios de delito en sus declaraciones

Los cuatro acusados de espaldas y el abogado nonagenario segundo por la izquierda.
Los cuatro acusados de espaldas y el abogado nonagenario segundo por la izquierda.Carlos Rosillo

A sus 90 años y después de 61 ejerciendo la profesión de abogado, Ángel Pelluz puede ser procesado por sus sorprendentes declaraciones durante el juicio contra los cinco cabezas rapadas que agredieron a un indigente en Moncloa en agosto de 2009. La fiscalía pidió ayer que se deduzca testimonio contra el letrado; es decir, que un juzgado de instrucción se haga cargo de estudiar si Pelluz cometió un delito cuando dijo que la indigencia es una provocación y que los mendigos no son “personas humanas”.

El abogado hizo esas manifestaciones en el escrito de defensa de sus dos clientes, Iván Lorente Vázquez y María Leticia García Durán. “La vagancia no está recogida en nuestra Carta Magna. La ocupación de terreno público por quien no se procura una existencia digna es causa de rechazo \[...\] La vagancia lleva a la repulsión”, señaló Pelluz en el escrito.

Su texto y sus declaraciones a la prensa en las que se ratificaba en lo dicho se convirtieron a la postre en un alegato ultra que fue condenado por el juez decano de Madrid, José Luis González Armengol, y por el Colegio de Abogados. González Armengol señaló que el escrito contiene expresiones que pueden constituir “clarísimamente” un delito de incitación a la violencia. El Colegio de Abogados anunció ayer que va a actuar de oficio contra Pelluz y que aplicará estrictamente “la normativa deontológica que regula la actuación de los abogados, incluso el ejercicio del derecho de defensa de sus patrocinados y en el que no todo vale”.

De Zamora a Madrid

Rafael Santamaría, el hombre que recibió los golpes de los cabezas rapadas mientras dormía, dijo ayer que no recordaba nada de los hechos. Santamaría, que ahora tiene 35 años y que reside en Zamora, solo se acuerda de que despertó en el hospital y vio una cara conocida, un antiguo amigo, que le atendió.

El perfil que dibujó Santamaría de sí mismo dista mucho de lo que ha sido el relato hasta ahora de los hechos. Según él, no era un indigente; había trabajado en varios oficios; hacía deporte. Sí parece, por los testimonios de los médicos forenses que testificaron ayer, que había tenido problemas psicológicos anteriores a la agresión.

Según lo dicho, por un problema personal viajó de Zamora a Madrid y se encontró sin dinero y sin lugar donde cobijarse. Por eso, trató de dormir junto al fotomatón de la calle del Arcipreste de Hita. Los médicos dijeron que las secuelas que le dejó la agresión han transformado aún más su personalidad. Ayer le costó hablar y seguir el hilo de su declaración. “No merezco lo que recibí”, dijo. Y agradeció a todas las personas lo que le han ayudado desde aquel día.

Este periódico llamó ayer a Pelluz para que valorase la petición de la fiscalía. La persona que cogió el teléfono dijo que Pelluz se hallaba indispuesto. El abogado ingresará hoy en el hospital para tratarse un cáncer.

El protagonismo que se ha llevado estos días el abogado nonagenario ha eclipsado en cierto modo el caso que se estaba tratando en la Audiencia Provincial. Ayer fue el último día del juicio y solo queda ya la lectura de la sentencia. Fiscalía, acusación particular y acusación popular pidieron ayer 12 años para dos de los acusados, Mykhaylo Tsyku y Javier Royo Blasco y 10 para Iván Lorente Vázquez y María Leticia García Durán. El último de los acusados, Enrique Simón, no ha comparecido y está en busca y captura.

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Los testimonios de quienes testificaron ayer sirvieron para configurar un relato de los hechos. El 23 de agosto de 2009, las cinco personas, de estética neonazi, intentaron entrar en un local de la zona de Moncloa, El Chapandaz, a pocos metros de la calle del Arcipreste de Hita. Sobre las once de la noche, el portero del local, según dijo ayer, les impidió la entrada porque vio que algunos de ellos llevaban tatuajes y estética de cabezas rapadas. En un segundo intento, sobre las tres de la madrugada, dos de los hombres se colaron en el bar. Hubo un altercado y un enfrentamiento con los porteros del bar. Tras dejar el lugar, pocos minutos después, el grupo se encontró con un hombre durmiendo en el suelo en la calle del Arcipreste de Hita. Uno de ellos empezó a patearle la cabeza, mientras los otros jaleaban, según dijo una chica que pasaba con su pareja en coche. Según aseguró, el agresor era el más alto de los tres. Eso coincide con la descripción de Mykhaylo Tsyku, llamado El Ruso o El Chino, aunque en realidad es ucranio.

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La pareja no se bajó del coche por miedo a que les agredieran a ellos, pero sí llamó al 112. La policía acudió a la zona. “Me impactó el charco de sangre que había debajo de la cabeza de la víctima”, dijo uno de los agentes.

Los especialistas de la policía en grupos de ultraderecha comenzaron la investigación. Con las imágenes de las cámaras de El Chapandaz localizaron a uno de los jóvenes, Javier Royo, con antecedentes penales y que estaba en tercer grado cumpliendo condena en Zaragoza por otra agresión. Viajaron hasta allí y le detuvieron. Royo confesó que estaba presente aquel día y culpó a El Ruso de la agresión. Ayer, muy nervioso, volvió a decir lo mismo y destacó que ha hecho obras de caridad. “Estaba en el lugar equivocado”, dijo. El Ruso negó los hechos y dijo que pegar a un indigente le parecía un acto cobarde. Pero en aquella noche todos iban en el grupo que pateó a Rafael Santamaría mientras dormía.

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