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opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una Stasi con barretina

Sería ingenuo creer que los recelos del PP con respecto de los Mossos comienzan con Método 3

Generalmente, las cosas que empiezan mal terminan peor. Y el acto de frivolidad y de imprudencia que Alicia Sánchez-Camacho cometió en 2010, acudiendo a un almuerzo que debía ser secreto con la examante despechada del hijo de un expolítico para ver si sacaba del encuentro indicios incriminatorios contra una sigla rival, esa conducta impropia de una dirigente seria y responsable, no reportará ningún beneficio ni a la presidenta del PP catalán, ni a la credibilidad de nuestra política en su conjunto.

Dicho esto, sería de una gran ingenuidad o de una gran desmemoria creer que los recelos y las desconfianzas del Partido Popular de Cataluña con respecto de los Mossos d’Esquadra han empezado con el embrollo de Método 3. El 3 de noviembre de 1995 tuvo lugar en TV-3 el único debate electoral previo a las elecciones catalanas que se celebrarían el día 19 del mismo mes. En los meses anteriores, el Gobierno de Pujol había intentado sin éxito arrancar de Felipe González —por la vía del artículo 150.2 de la Constitución— el traspaso a la Generalitat de la competencia sobre la policía de tráfico. Y, al surgir el tema en el debate, el presidenciable del PP, Alejo Vidal-Quadras, expresó sin ambages su rechazo de tal idea: “yo —vino a decir el físico—, cuando me siento de verdad en casa es cuando, al circular por una carretera catalana, veo a una patrulla de la Guardia Civil”.

¿Se imaginan ustedes el sarao, si un dirigente de CiU, de ERC, de ICV…, concluyese un acto de partido vitoreando a los Mossos d’Esquadra?

Al cabo de medio año, el Pacto del Majestic hizo que Aznar cediese la de tráfico y otras competencias policiales a los Mossos d’Esquadra y, de paso, que sacrificase a Vidal-Quadras en aras de la alianza de necesidad con CiU. Naturalmente, los sucesores de Alejo acataron la nueva legalidad, pero no renunciaron a la nostalgia por los buenos viejos tiempos del unitarismo en materia de cuerpos de seguridad. Máxime cuando Alberto Fernández Díaz (igual que su hermano Jorge) es hijo de un militar reconvertido en mando de la Guardia Urbana barcelonesa durante el franquismo, Daniel Sirera lo es de un agente de ese mismo cuerpo, y Alicia Sánchez-Camacho es hija de un brigada de la Benemérita. De hecho, el 6 de julio de 2008 Alicia cerró el discurso previo a su elección como presidenta del PP catalán con un significativo “¡viva la Guardia Civil!”. Por cierto, ¿se imaginan ustedes el sarao, si un dirigente de CiU, de ERC, de ICV…, concluyese un acto de partido vitoreando a los Mossos d’Esquadra?

Con tales antecedentes, no cabe extrañarse de que, una vez situada la política catalana ante la perspectiva de la consulta soberanista, los recelos latentes del PP hacia los Mossos d’Esquadra se hayan transformado desde el pasado otoño en desconfianza explícita y hostilidad apenas disimulada.

Comenzó a finales de septiembre Vidal-Quadras sugiriendo al Gobierno central que fuese preparando a un general de brigada de la Guardia Civil para tomar el mando de los Mossos una vez intervenida la “rebelde” autonomía catalana. Al mismo tiempo, la señora Sánchez-Camacho acudía con insólitas frecuencia y efusión a toda clase de actos organizados por la Delegación del Gobierno español en homenaje a miembros del Cuerpo Nacional de Policía, de la Guardia Civil, etcétera. Y ahora acaba de solicitar la protección del CNP alegando falta de confianza política en los Mossos.

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Yo, como Alicia, tampoco creo en las casualidades. Menos aún tras escuchar el martes al ministro del Interior, y leer el siguiente apunte del blog que Alejo-Vidal-Quadras tiene alojado en la página web de Intereconomía: “De pronto, tras una larga lista de delegados del Gobierno de dulce y sumisa mansedumbre ante la Generalidad, aparece una mujer valiente y con las ideas claras, María Llanos de Luna, que (…) cursa instrucciones a los miembros de la Policía Nacional y de la Benemérita destacados en su demarcación de lucir sus uniformes cuando se encuentren de servicio (…) A una delegada de este fuste le recomiendo firmeza, le expreso mi admiración y le deseo suerte”.

Así pues, casualidad, ninguna.

Joan B. Culla i Clarà es historiador.

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