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Objetivo: Sant Climent de Taüll

La restauración del pantocrator se debatirá en unas jornadas sobre el futuro de la iglesia La intervención podría acabar con los intensos colores y tonos actuales de la obra

José Ángel Montañés
Exterior del templo de Sant Climent de Taüll.
Exterior del templo de Sant Climent de Taüll.HERMINIA SIRVENT

La iglesia de San Climent de Taüll es uno de los conjuntos patrimoniales más importantes del románico catalán y español. El edificio construido en el siglo XII en la Vall de Boí (Lleida), comparte estilo y características con otros ocho templos que gozan del máximo reconocimiento, tras ser declarados Patrimonio de la Humanidad en el 2000. Además, las pinturas del ábside, con la archifamosa imagen del pantocrator, es uno de los iconos del arte catalán que, también se ha utilizado como imagen de Cataluña. Pero conocer a fondo Sant Climent es complicado. Su imagen aparece distorsionada y no está a la altura de la importancia del monumento.

Interior del templo de Sant Climent de Taüll el verano pasado, con el pavimento tal y como quedó tras las excavaciones de 2010 y la copia de las pinturas en el lugar en el que han permanecido desde finales de los años 50.
Interior del templo de Sant Climent de Taüll el verano pasado, con el pavimento tal y como quedó tras las excavaciones de 2010 y la copia de las pinturas en el lugar en el que han permanecido desde finales de los años 50.

Tras pagar tres euros por la entrada, el visitante que accede al interior del templo suele llevarse una gran decepción. Los frescos originales se encuentran a más de 250 kilómetros de distancia, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) de Barcelona, donde viajaron en 1920, tras ser arrancados para evitar ser expoliados y que salieran del país para siempre. En su lugar, desde finales de los años 50 del siglo pasado y hasta hace unas semanas, se podía ver una copia —algo menor que el original— expuesta en el ábside, junto con otros fragmentos originales de pintura que salieron a la luz con posterioridad al traslado de los frescos y que no se arrancaron. Durante el mes de enero, el mueble, pintado por Ramon Millet, fue desmontado para poder estudiar los restos de pintura mural que han sobrevivido detrás y espera nuevo uso.

Desde junio de 2010, fecha en la que concluyó la excavación en la zona del ábside principal, el presbiterio de la iglesia ha quedado patas arriba. Durante los trabajos, que comportaron la eliminación del altar que se había reconstruido en el lugar con los restos del original, —impidiendo realizar las pocas ceremonias religiosas, normalmente funerarias, que sigue acogiendo el templo—, salieron a la luz varios niveles de pavimento del siglo XII, unos 50 centímetros por debajo del actual, y restos de pinturas en los niveles más bajos de las paredes. Desde entonces, una cinta impide al visitante acceder en esta área, a la espera de resolver la presentación del interior del templo.

Se sentarán a hablar Iglesia, Generalitat, Ayuntamiento, MNAC y Universidad

Con el objetivo de trabajar de forma conjunta, evitar las improvisaciones que han reinado hasta ahora y debatir sobre el futuro de Sant Climent, entre los días 10 y 12 de abril, están convocados todos los actores implicados con el edificio: la iglesia de la Seu d’Urgell, propietaria del templo— el ayuntamiento de la Vall de Boí, que tiene claro la incidencia de estas iglesias como polo de atracción turística y generador de recursos; la Generalitat, responsable máximo del patrimonio catalán, que además gestiona, desde 2009, los 18 millones que el programa Romanic Obert de La Caixa destina para intervenir en 74 monumentos de este periodo; los especialistas en románico del Museo Nacional de Arte de Cataluña, que conserva el pantocrátor original y la Universidad de Barcelona, que cuenta con algunos de los mejores especialistas que han estudiado las iglesias románicas del Pirineo (Ars Picta e Institut de Recerca en Cultures Medievals, IRCVM).

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Detalle del pantocrator de Sant Climent conservado en el MNAC, donde se pueden apreciar las costuras o grietas que habrá que restaurar.
Detalle del pantocrator de Sant Climent conservado en el MNAC, donde se pueden apreciar las costuras o grietas que habrá que restaurar.MNAC

Las jornadas Sant Climent de Taüll: un debate necesario, que se celebrarán durante tres días en el MNAC, repasarán la historia de las pinturas, su arranque y traslado a Barcelona; debatirán cuál es la forma más correcta de mostrarlas: si a través de la copia que las ha mostrado hasta ahora; colocando una copia de papel gel de alta calidad fotográfica, como se está realizando en edificios vecinos como Santa Maria de Taüll; dos opciones que, al parecer, se han rechazado frente a la idea de realizar una presentación más innovadora en la que las pinturas se proyectarán, mediante juegos de luces, sobre las paredes de los muros de la iglesia. Esto permitiría integrar las pinturas que se conservan en Barcelona y las que permanecen in situ y mostrarlas, de nuevo, todas juntas. La propuesta tendrá que superar el inconveniente de que la pared es curva, pero permitirá contemplar el edificio con un aspecto parecido al que tuvo en época románica y hacerlo más entendible.

Pero, sin duda, lo más polémico será acometer los trabajos de restauración del archifamoso pantocrátor, obra cumbre del románico y que el MNAC está sopesando realizar. Hasta ahora, aunque parezca increíble, jamás se ha restaurado de forma global y con criterios modernos, más allá de actuaciones puntuales de mantenimiento. En el año 1989, Gianluigi Colalucci, el experto italiano que restauró La Capilla Sixtina del Vaticano, realizó un informe sobre el estado de la pintura y un proyecto de intervención que nunca llegó a realizarse.

La restauración del ábside podría acabar con el actual color intenso de la pintura

La restauración tendría que eliminar los restos de cera y resinas además de intervenir en las lagunas, en este caso grietas o costuras rellenas con color que recorren la pintura, ocasionadas al pasar los frescos a un soporte plano tras arrancarlas y luego a una nueva pared curva. Se analizarán cuáles son los pros y los contras de intervenir, y sus riesgos, sobre todo el que los trabajos acaben dando un aspecto diferente a la obra del que todos reconocemos. Según los especialistas, la policromía y el tono original de las pinturas son más apagados que el actual, por lo que la percepción de la obra cambiará. Si se decide intervenir, será una restauración polémica y muy mediática.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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