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CRÍTICA: XVII FESTIVAL DE JEREZ

Stravinski, la rebelión

Estévez y Paños coreografían la revuelta campesina sobre la partitura del compositor ruso

Un momento del espectáculo 'La consagración'.
Un momento del espectáculo 'La consagración'.javier fergo

La consagración de la primavera, una obra compuesta específicamente para ballet, había sido objeto de múltiples lecturas, pero nunca de una que tuviera la mirada flamenca. Y no es que Estévez y Paños hayan alterado la hermosa partitura, sobre la que edifican una compleja y lograda composición coreográfica, pero sí que, antes de llegar a ella, en una primera parte, configuran una atmósfera que es flamenca en su raíz, apegada a la tierra y a sus labores, con los cantes que les son propios y que son mayormente flamencos. Sin ella, la segunda parte, que ocupa la composición de Stravinsky, no tendría sentido. Como, probablemente, la introducción naufragaría como obra aislada sin la complementación que le sigue. De la oposición dialéctica de ambas piezas surge una obra de tintes épicos, trabada y cohesionada por medio de un trabajo que se imagina ímprobo y que llega a reunir a docena y media de artistas en el escenario.

Expresar con danza las duras labores de los jornaleros en el campo no debe ser cosa fácil si se quiere abordar con la veracidad que aquí se ha pretendido. Trabajos como la siega, la trilla o el vareo se trasladan a la escena a través de composiciones coreográficas muy esforzadas y de gran exigencia física para los bailarines. Vienen asociadas, además, a los cantes que les acompañan, por lo que llegan a ser muy reconocibles. La dureza de esas coreografías es expresión de las que son propias de esas labores y, de tal manera, contribuyen a la creación de una atmósfera asfixiante de trabajo y explotación que prepara lo que habrá de llegar. En esta primera parte hay que hacer mención expresa al cante, bien elegido y ensamblado, muy fiel a la tradición, pero también con referencias a cantaores legendarios, mayormente de Jerez. Se hizo, además, siempre a palo seco, excepto en una ronda de seguiriyas en la que los tres cantaores se acompañan a la guitarra y en unos tonos no precisamente fáciles.

El final de la primera parte anticipa lo que llegaría con la segunda: la rebelión. Es el momento de la revuelta y de adaptar la creación coreográfica a la exigencia de una difícil partitura. El resultado es explosivo por momentos y muy expresivo, trasladando tensión narrativa y emoción. En los movimientos corales hay una fluidez natural y las simetrías se rompen ante el dictado de una música que fue en su día de vanguardia. La sincronía de la danza con ella es casi milimétrica y los hechos narrativos encuentran respaldo y acomodo en los múltiples giros de la obra musical. Es especialmente hermoso el paso a dos de Rosana Romero y Valeriano Paños: amor y ternura, incertidumbre y miedo ante el inevitable final de los acontecimientos. La conclusión, con la represión y la muerte como protagonistas, y con Canales, Estévez y Paños en primer plano, no por predecible es menos bella.

'La consagración' Estévez/Paños y Compañía

Dirección, idea original y coreografía: Rafael Estévez y Valeriano Paños. Artista Invitado: Antonio Canales. Colaboración especial (coreografía y baile): Antonio Ruz. Bailarina principal: Rosana Romero. Bailarines: Sara Jiménez, Macarena López, Carmen Manzanera, Verónica Llavero, Ana Latorre, Andoitz Ruibal, Daniel Morillo, Jesús Perona y Manuel Ramírez. Cante: Rafael Jiménez Falo, Sandra Carrasco, David El Galli e Israel Fernández. Música: Flamenco popular, folclore, Igor Stravinski. Teatro Villamarta de Jerez (Cádiz), 1 de marzo de 2013

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