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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los dos pardillos

"¿Corrupción? ¿Escándalo? ¿Conspiración? Me temo que es todavía peor: simplemente el timo de la estampita"

Aunque sea un tópico, a veces hay imágenes que valen más que las palabras. Por ejemplo, piensen en el célebre retrato de Fernando VII que está colgado en el Prado. Parece mentira que Goya fuese su pintor de corte y que además el déspota lo admirase y lo apoyase: toda la vileza del personaje está reflejada inmisericordemente en los rasgos de ese rostro genial, hasta el punto de que, si no hubiésemos conservado ni un solo testimonio de su reinado, bastaría el cuadro para comprender que fue el peor monarca de la historia de España. Pues bien, algo parecido ocurre con el fotógrafo que inmortalizó a los dos pardillos junto a Urdangarin. En medio, el yernísimo, con una sonrisa de perdonavidas; a su derecha la mujer haciendo un gesto excesivo, como de quien abraza un balón; al otro lado el hombre, que le ríe la gracia con ademanes de clá de teatro de medio pelo. Toda la foto exhala un inconfundible tufillo añejo a Bienvenido mister Marshall.

¿Corrupción? ¿Escándalo? ¿Conspiración? Me temo que es todavía peor: simplemente el timo de la estampita. Para practicarlo no basta con engañar al prójimo, hay que encontrar una víctima propiciatoria adecuada. Ya saben: un timador con cara de ingenuo se acerca a un pardillo y le pide cierta cantidad de dinero a cambio de una caja presumiblemente llena de estampicas como el billete de alto importe que le deja ver levantando ligeramente la tapa. El pardillo, ambicioso, se pasa de listo, cree que va a desplumar al incauto y acaba burlado cuando comprueba que debajo del billete no había más que recortes de periódico.

Eso es exactamente lo que parece haber sucedido con Urdangarin y los célebres Valencia Summits en los que embarcó a nuestras primeras autoridades. Que el yerno del Rey se dedicaba a sacarle el dinero a las instituciones es cosa conocida, pero yo solo sé que había 17 autonomías candidatas y que la timada fue la nuestra. Para esto hacen falta colaboradores y, sin duda, los encontró en nuestra parejita: no basta con demostrar que su conducta no fue delictiva, tenían que haber usado la cabeza. ¿Qué se pensaban, que iban a pasar a los fastos de la Comunidad Valenciana por largarle tres millones y medio de nuestros impuestos a cambio de nada? En la foto se les ve impresionados por estar con un miembro de la familia real que saca un conejo de la chistera. Supongo que no se puede evitar que en una democracia, sobre todo en un remedo de tal como la nuestra, lleguen a encabezar las listas unos verdaderos pardillos. Mas sí que se pueden poner trabas al empleo disparatado y derrochador del presupuesto. Que yo sepa, hubo personas en el PP que protestaron y pusieron objeciones a lo que se estaba cociendo: el problema es que no les hicieron caso y hasta fueron postergados por ello.

Este partido tiene un serio problema con su forma de actuar, tan típica de la clase acomodada de la que se nutren sus cuadros. Es lo mismo que suele hacer la gente bien con el hijo tarambana que ha firmado un talón sin fondos: mirar para otro lado. Sospecho que el PP ha ido demasiado lejos y que, por mucho que se empecine en hacer como que no pasa nada, el pueblo ya no está dispuesto ni a olvidar ni a perdonar. ¿Aún no han tenido bastante con el esperpéntico desarrollo del caso Bárcenas? Pues los que afectan a la Comunidad Valenciana, o sea Nóos, Emarsa y Gürtel, pintan igual. O sueltan lastre o la nave zozobrará. Y si no, al tiempo.

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