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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sin fuego

Estrella Morente cantó y recitó, con voz de colegiala y escasas resonancias flamencas

La sesión del martes tenía como principal atractivo, además del tirón que supone el nombre de Estrella Morente, la ejecución de primeras versiones de obras que se harían más conocidas, luego, en las revisiones del propio Manuel de Falla. Se oyeron El corregidor y la molinera, farsa mímica que después se convertiría en el popular ballet denominado El sombrero de tres picos, y El amor brujo, “gitanería” destinada a Pastora Imperio, que también se transformó en ballet, con partes cantadas. En ambos casos hubo aumento de plantilla orquestal y se rediseñó la historia.

El corregidor y la molinera tuvo el martes una escenificación modesta pero aceptable. Se emplearon textos basados en la novela homónima de Pedro Antonio de Alarcón y en anotaciones de la partitura para clarificar la acción de los mimos. La orquesta y el único pasaje cantado, a cargo de Pilar Esteban, se presentaron con corrección. Más discutible resultó que, en tal obra, la voz en off tuviera acento extranjero y, sobre todo, el ronroneo producido por los cañones de luz. Máxime cuando el Palau dispone de medios lumínicos silenciosos.

La primera versión de El amor brujo (1915), estrenada en el teatro Lara de Madrid, ha podido escucharse ya en Valencia en varias ocasiones. Fue leída ahora con un defecto que la hiere gravemente: la sosería interpretativa, tanto por parte de la cantaora como de la batuta. No se percibió el misterio, ni los embrujamientos, ni la noche, ni los oscilantes fuegos fatuos: nada de nada. La orquesta tocó sin errores, pero fría como el hielo.

Orquesta Manuel de Falla

Director musical: Sergio Alapont. El corregidor y la molinera: Ifhuman Company, con Pilar Esteban (mezzosoprano) y dirección escénica de Cecilia Ligorio. Estrella Morente, cantaora en El amor brujo.

Palau de la Música. Valencia, 26 de febrero de 2013.

Estrella Morente, por otro lado, cantó y recitó, con voz de colegiala y escasas resonancias flamencas, una obra que las tiene en abundancia y que, en su caso, resultó extraño no encontrar. Tampoco jugó la carta de las buenas cantantes que no vienen de ese mundo: “alternativa paya” en la emisión, pero sin escamotear el dramatismo ni la autenticidad de la música. La famosísima Danza del fuego, que en esta primera versión se denomina Danza del fin del día, no tuvo energía, ni magia, ni carácter ritual. Tampoco las hubo en el resto.

Y, como bis, otra vez esos fuegos fatuos que parecían velas de una procesión.

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