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Joyas renacentistas que tiran del turismo

Úbeda y Baeza se afianzan como destino de interior en el décimo aniversario de su inclusión en la lista de la Unesco

Ginés Donaire
Visitantes de Úbeda, junto a la capilla del Salvador del Mundo.
Visitantes de Úbeda, junto a la capilla del Salvador del Mundo.santi burgos

Cuando Andrea Pezzini, un italiano con aire cosmopolita, descubrió la riqueza monumental de Úbeda en 1994 se quedó perplejo al comprobar que un tesoro de esa naturaleza estaba huérfano de cualquier servicio turístico. “Solo existía el Parador y dos pequeños hostales dirigidos al comercio pero no al turismo”, recuerda Pezzini, uno de los primeros empresarios que apostó por dinamizar, desde su empresa de servicios turísticos, el legado de esta ciudad que hoy cuenta con casi 1.000 plazas hoteleras.

Aunque Pezzini encontró todo el terreno por abonar, la lucha de Úbeda y su vecina Baeza por conseguir su declaración como Patrimonio Mundial empezó mucho antes. Fue a finales de los ochenta y, tras no pocas decepciones y desilusiones, cuando por fin se alcanzó la meta el 3 de julio de 2003. La Unesco reconoció la dualidad urbana y cultural de Úbeda y Baeza, apenas separadas por nueve kilómetros, con unos valores patrimoniales excepcionales que alcanzaron su máximo apogeo en el siglo XVI, cuando las dos ciudades monumentales se convirtieron en un enclave humanista imprescindible para el Renacimiento español.

Entre las dos ciudades albergan 1.300 edificios protegidos

Úbeda y Baeza cumplen este año su décimo aniversario de una declaración que marcó un antes y un después y que las ha consolidado como uno de los principales destinos turísticos de interior de Andalucía. “Puede decirse que somos el motor del turismo en la provincia”, sostiene el alcalde de Baeza, Leocadio Marín. Baeza, que tuvo como huésped privilegiado al poeta Antonio Machado, fue durante el Renacimiento la sede de un importante poder religioso e intelectual que iluminó la Universidad y la Catedral y donde el arquitecto Andrés de Vandelvira dejó su impronta.

Entre las dos ciudades albergan 1.300 edificios protegidos. En Úbeda van a pasar ahora su particular Inspección Técnica de Edificios donde el Ayuntamiento baraja bonificar a aquellos propietarios con rentas bajas. El Consistorio ubetense cuenta desde 2000 con un Plan Especial de Protección del Casco Histórico y en Baeza se ha aprobado recientemente un plan para restringir el tráfico en el casco urbano.

Desde su declaración como Patrimonio Mundial en 2003, Úbeda mantiene un índice de crecimiento de viajeros del 11,5% y de un 8,69% en cuanto a pernoctaciones. Cifras que a juicio del alcalde, José Robles, “dan muestra de la consolidación de la ciudad como destino de calidad”. Y la oferta turística local contará antes del verano con un importante revulsivo como es el primer hotel de cinco estrellas de lujo de la provincia de Jaén, que se abrirá en el palacio Condes de Guadiana. Adosado a la iglesia de San Pedro, del siglo XIII, los promotores del hotel han firmado un acuerdo con el Obispado de Jaén para la celebración de actividades en el interior del templo a cambio de la cesión y conservación del inmueble durante 30 años.

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El 84% de los visitantes son españoles y gastan unos 109 euros al día

El perfil de los turistas de las dos ciudades patrimoniales tiene un claro componente nacional. El 84% de las visitas procede de España. El resto viene de Francia, Reino Unido, Canadá y Suiza, principalmente. El grado de satisfacción del turista es alto, un 52%, y el gasto medio diario por persona es de 109 euros, muy por encima de la media provincial. Eso sí, apenas la mitad de los visitantes llega a dos días de estancia media. En Baeza se ha creado una docena de pequeños hoteles con encanto y en Úbeda los nuevos atractivos llegan de la mano del restaurado Palacio Vela de los Cobos, declarado Bien de Interés Turístico, y la Sinagoga del Agua, un lugar mágico convertido en un centro de interpretación de las culturas hispano-árabe, musulmana y cristiana.

Pero si la declaración de la Unesco ha multiplicado la promoción turística de ambas ciudades, también es mucha la exigencia que conlleva el título. “Es un marchamo de calidad que te da y que te obliga”, apunta el alcalde baezano, a quien no pocos visitantes recriminan que no se haya acabado con los humos de una industria orujera que afean el patrimonio local del valle del Guadalquivir. Aunque ya en 2003 se dijo que la orujera estaba negociando su traslado a otro lugar, 10 años y tres alcaldes después el problema sigue enquistado en los tribunales comprometiendo el título que tanto costó conseguir.

Otro lunar por el que aún se lucha es conseguir la inclusión de Úbeda y Baeza en la Asociación Española de Ciudades Patrimonio Mundial. “Una reivindicación en la que no cejaremos hasta que logremos ingresar en este grupo y recibir los beneficios que sí reciben las ciudades miembros”, dice el regidor de Úbeda, que la semana pasada recibió el Premio Ciudades Patrimonio Mundial 2011 concedido por el Ministerio de Cultura por el proyecto de restauración y ejecución de la Plaza Vázquez de Molina, donde se concentra la mayor densidad de edificios históricos, como el templo de El Salvador o el de Santa María de los Reales Alcázares, en el que una plataforma ciudadana pide que se deje de cobrar la entrada.

Sebastián Moreno es otro de los empresarios que se adelantó a la declaración y, en 1999, creó Pópulo Servicios Turísticos en Baeza. “Es evidente que se ha evolucionado, pero los turistas se siguen quejando de la mala señalización y de las deficientes vías de comunicación”, subraya. Y el alcalde ubetense extiende sus críticas hacia la Junta por la suspensión de las subvenciones a Ayuntamientos e Iglesia para la conservación de su patrimonio monumental. “El compromiso de conservación del patrimonio pertenece a todas las Administraciones”, recalca Robles.

Cultura y oleoturismo

Úbeda y Baeza han hecho de la cultura una de las principales señas de identidad de su oferta turística y la han vinculado al patrimonio monumental con eventos como el Festival de Música Antigua de las dos ciudades o el Internacional de Música y Danza Ciudad de Úbeda, que se celebra en enclaves renacentistas. Además, Baeza ha puesto en marcha la Ruta Machadiana para recrear los lugares que marcaron la estancia en el municipio del poeta Antonio Machado a principios del siglo pasado.

Junto a la cultura, las dos ciudades patrimoniales quieren convertir su principal medio de vida, el aceite de oliva, en reclamo para los más de 320.000 visitantes que llegan cada año. Lo es desde hace tiempo el Museo de la Hacienda La Laguna, en Baeza, y, en breve, se abrirá en la Casa de la Tercia de Úbeda el centro de interpretación Aceite y Olivar. Catas de aceite, talleres y exposición sobre la cultura del olivo son algunas de las propuestas del oleoturismo. Úbeda también ha proyectado el centro de interpretación Torreón del Portillo de Santo Cristo, que divulgará la historia de la ciudad en la Edad Media.

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