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Ferrol se rebela contra su agonía

Una muchedumbre exige medidas para evitar la muerte del sector naval. La gran protesta culmina un fin de semana de agitación en las calles gallegas

Los manifestantes, ante el Ayuntamiento de Ferrol
Los manifestantes, ante el Ayuntamiento de Ferrolkiko delgado (efe)

Ferrol ha iniciado su cuenta atrás. En verano, los astilleros públicos de la ría entregan su último buque a Australia. No hay más barcos a la vista que un flotel para Pemex que no acabar de cuajar para desesperación de la plantilla de Navantia y sus auxiliares, que encoge semana tras semana. Con el motor naval parado, la comarca entera se congela. Prácticamente un tercio de la población está en paro, con la tasa más alta de toda Galicia (28,4%) y centenares de familias en el alambre, achicando subsidios y a punto de tocar fondo.

 Ferrol se echó ayer a la calle con una protesta kilométrica para reclamar carga de trabajo, dique flotante y fecha de inicio para el buque-hotel mexicano, que será poco más que un parche para taponar brevemente la sangría de despidos. Miles y miles de personas, unas 30.000, según el comité de empresa de Navantia, respondieron a la convocatoria sindical (CCOO, CIG, UGT y USTG) y desfilaron por las calles del centro entre los carteles de cierre y liquidación que adornan los escaparates de muchas tiendas y negocios emblemáticos que también se han quedado en el dique seco. Fue la culminación a un fin de semana marcado por las protestas callejeras en toda Galicia. El sábado, en A Coruña, el centro de la ciudad se colapsó por la confluencia de las protestas de las víctimas de las participaciones preferentes y de la convocatoria del movimiento ciudadano contra el “golpe de Estado financiero”. Este último llamamiento se secundó en las principales ciudades gallegas, con especial incidencia en Vigo, donde miles de personas clamaron también contra el empobrecimiento económico y la corrupción.

La marcha de ayer en Ferrol acabó desbordando la plaza de Armas, con “9.000 metros cuadrados de espacio saturado”, según el extravagante cálculo que proporcionó la policía local. La poetisa Medos Romero puso voz a la triple exigencia de la plantilla: contratos militares, día y hora para cortar la chapa del flotel de Pemex y financiación para el dique, una estructura marítima flotante que permitiría reparar grandes buques y potenciar la única división rentable y con ocupación a largo plazo de Navantia en la ría. Romero también dejó varios recados para el PP —al frente de los Gobiernos central, autónomo y local— que prometió en campaña un dique que ahora no ejecuta. “No nos creemos que la UE se oponga a construir una herramienta de trabajo”, dijo en alusión a la negativa de la SEPI, la empreesa ública propiestaria de Navantia, a financiar dique aduciendo que Bruselas lo consideraría una ayuda irregular. “Si no hay dinero aquí, que lo traigan de Suiza”, ironizó.

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“No necesitamos que digan que nos apoyan. Necesitamos que actúen”, insistió la poetisa. La frase era un dardo directo al alcalde de Ferrol, José Manuel Rey, que el viernes apoyó la marcha con un comunicado y el domingo se tuiteó a sí mismo junto a otros miembros del PP local paseando por la plaza de España mientras el grueso de la marcha discurría por el túnel subterráneo que pasa por debajo. Tampoco se dejó ver en primera fila al final de la protesta, donde si estuvieron otros alcaldes de PP, PSOE o BNG en la comarca junto a Francisco Jorquera o Yolanda Díaz (AGE).

Hace dos años que la plantilla empezó a reclamar a la dirección del grupo naval que se implicase en la búsqueda de nuevos contratos para la ría. Desde 2007 no se ha firmado ninguno y 1.815 operarios de auxiliares han perdido su empleo desde septiembre del 2011. Este mes, casi un centenar de operarios de auxiliares se fueron al paro y el comité calcula que los 2.300 trabajadores directos de Navantia cerrarán el año con medio millón de horas de subactividad. El impacto en la economía de la zona se traduce “en 5.000 empleos” menos en una comarca que cerró enero con 21.302 parados.

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El toque de humor lo puso un émulo de Luis Bárcenas, que se paseó con los bolsillo repletos emulando la peineta del extesorero del PP, otro disfrazado de dique flotante, varios sombreros mexicanos que aludían a los imprecisos contratos con Pemex, los buzos al sol colgados del Ayuntamiento y una marioneta de Pinocho con la cara de Mariano Rajoy. Todo resumido en un cántico muy gráfico: “Sen dique nin traballo, imos todos o carallo”.

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