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Uno de cada cuatro ‘sin techo’ tiene estudios universitarios

Botella se compromete a dar cobijo antes de cinco años a los cerca de 700 indigentes La mayor parte de los que duermen al raso son hombres y extranjeros

Un indigente, con dos perros, mendigando en una calle de Madrid.
Un indigente, con dos perros, mendigando en una calle de Madrid. Samuel Sánchez

La depresión que sojuzga al país desde hace ya más de cinco años no ha disparado de forma significativa el número de personas que duermen en las calles de Madrid, probablemente porque la red familiar evita la quiebra no solo económica sino fundamentalmente psicológica que ello supone, pero sí ha puesto al límite la capacidad de los recursos municipales para sostener a estas personas un paso antes de esa caída, y ayudar además a reinsertar en la sociedad a quienes lo han perdido prácticamente todo. La alcaldesa, Ana Botella (PP), ha presentado esta mañana el avance del estudio realizado con ayuda de profesores universitarios y cientos de voluntarios para radiografiar el abismo de las personas sin hogar en la capital. Más allá de los números, tan anónimos como las víctimas, este análisis subraya la pérdida del trabajo como el gatillo más devastador, y muestra que casi una de cada cuatro personas que duermen en la calle poseen estudios universitarios.

Botella se ha comprometido a mantener la periodicidad de los recuentos, y a acabar en el plazo de cinco años con el problema de los sin techo, aunque sin aclarar cómo. A más corto plazo, intentará (tampoco ha explicado cómo) que la ayuda a los sin techo no se reduzca significativamente cuando acaba el invierno.

El Ayuntamiento de Madrid llevó a cabo el primer estudio de calado precisamente cuando Ana Botella era concejal de Asuntos Sociales y gobernaba la ciudad el ahora ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón (PP). Lo hizo cuando nadie lo hacía en España y casi nadie en Europa, siguiendo el modelo de Nueva York, según la alcaldesa. En diciembre de 2006, se detectó a 621 personas durmiendo en la calle, y eso pese a que el país se encontraba en el pico de su prosperidad económica. En febrero de 2008, fueron 650; y prácticamente las mismas (651) en junio de ese mismo año. En marzo de 2009, fueron 553. Un año después, 596. Y hasta ahí llegaron los recuentos, probablemente porque la precariedad de las arcas municipales los convirtieron en prescindibles.

El año 2007 se cerró con una tasa de paro del 8,3%. 2008, con el 11,3%. 2009, con el 18%. 2010, con el 20,1%. 2011, con el 22,8%. En diciembre de ese año, el PP sustituyó al PSOE en en el palacio de La Moncloa, y Botella ocupó el puesto de Gallardón en el palacio de Cibeles. 2012 terminó con una tasa de paro del 26%. Una de las primeras decisiones de la nueva alcaldesa fue reanudar los recuentos. En la actualidad, el Ayuntamiento dedica 15 millones de euros a las personas sin hogar; pese a que la precariedad municipal no ha hecho sino incrementarse, Botella se ha comprometido hoy a mantener la dotación de su principal herramienta, el Samur Social.

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Si el recuento de 2010 mostró que 596 personas dormían entonces en la calle, el realizado el pasado 13 de diciembre elevó esa cifra hasta 701. La encuesta se llevó a cabo bajo la dirección de sendos profesores de las universidades Complutense, Pontificia y UNED, y gracias a la colaboración de 915 voluntarios, que hicieron 531 entrevistas a lo largo de esa noche. Prácticamente siete de cada diez personas abordadas aceptaron responder a los voluntarios, una cifra similar a la de cualquier sondeo en la calle, según el profesor Pedro Cabrera, que ha presentado esta mañana el estudio. Según ha explicado, el incremento de 596 a 701 muestra que "la tendencia es ascendente pero dentro de parámetros similares".

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El perfil de las personas que duermen en las calles de la capital es el que sigue: aproximadamente el 86% son hombres. Prácticamente la mitad del total, son extranjeros, aunque en el padrón municipal estos suponen solo el 15%. El número no ha aumentado, según Cabrera, porque muchos de ellos, al verse en la calle, se han vuelto a sus países de origen; es el caso sobre todo de los europeos del Este.

El 24% de las personas que duermen en la calle tienen estudios superiores; el 29%, educación secundaria; y el 48% primaria o inferior. El 37,5% están solteros, el 21% casados, el 17% separados, el 11% divorciados y el 10% ennoviados. Antes, la mayoría vivía en su casa (53%); el 13% en pensiones; y el 10% en pisos compartidos. Cabrera ha destacado que el 9% provenía de albergues o de la cárcel, por lo que "es importante conocer que está fallando y qué cortafuegos se pueden instalar para evitar la desinstitucionaliación de estas personas".

La mayoría (45%) pernocta en calles o plazas; el resto, bajo techados improvisados (15%), en parques (11%), cajeros (9%), comercios (2%) o vehículos (1%). Gran parte, en el distrito Centro (171 personas), porque es donde más gente pasa por las calles y más seguros y asistidos se sienten; también son muchos en Arganzuela (64), Moncloa-Aravaca (64) y Chamberí (63); y, en menor medida, en Salamanca (36) y Chamartín (35). En total, solo la mitad están empadronados, y tienen por tanto mayor posibilidad de asistencia social y sanitaria; según Cabrera, porque la capital atrae a personas sin hogar de otros lugares.

Los poblados, excluidos

Esta radiografía no incluye a aquellas personas que pernoctan en albergues municipales, por lo que el número total de sin techo en la ciudad asciende a 2.041. Del 66% que no duerme en la calle, 885 personas se alojan en recursos públicos, y 455 en instalaciones privadas.

El Ayuntamiento de Madrid cuenta con 1.500 plazas estables, que se elevan a 2.021 durante el invierno. Por ello, el resto del año debe tirar de recursos privados para asumir toda la demanda posible. La alcaldesa, Ana Botella, se ha comprometido esta mañana ha incrementar sus esfuerzos fuera de la campaña invernal, y ha reducir a cero antes de cinco años la cifra de personas que pasan la noche al raso.

La concejal de Izquierda Unida, María del Prado de la Mata, ha puesto en duda la exactitud de los datos recabados por el Ayuntamiento, tomando como base que un estudio elaborado en Barcelona en 2011 cifraba en 2.791 las personas sin hogar, de las que 838 dormían en la calle. En su opinión, se han excluido del recuento los agrupamientos de personas sin hogar en túneles subterráneos y en el metro, o en zonas del distrito de Puente de Vallecas. Su exclusión, asegura, es una forma de admitir implícitamente que no se puede combatir este fenómeno. Además, Del Prado señala que, mientras la Unión Europea marcó el compromiso de erradicar este problema en 2015, Botella ha aplazado la fecha límite a 2018.

Unión Progreso y Democracia presentará una propuesta en el pleno municipal de la semana que viene para cerrar un plan que acabe con este problema. La concejal Cristina Chamorro ve muy importante abrir el paraguas de la exclusión social, tomando en consideración todos los tipos de exclusión residencial, como los poblados chabolistas. Además, apuesta por la prevención desde la atención social primaria, que constituye en su opinión el muro de contención para la gente en riesgo de exclusión socioresidencial.

Prácticamente uno de cada cuatro lleva menos de cuatro meses durmiendo en la calle, lo que abre la puerta, según Cabrera, a "una intervención precoz y urgente". Por el contrario, el 54% lleva más de dos años sin techo. El 35% tiene entre 40 y 49 años; el 25%, entre 50 y 59 años; el 16%, entre 30 y 39 años; y el 14% entre 60 y 69 años. La media de edad ha pasado de 41 años en 2008 a 46 en 2012.

Respecto a los motivos de su situación, el 41% alega falta de trabajo, y el 19% falta de dinero. El 8% señala una ruptura afectiva, el 8% las drogas (incluido el alcohol), y el 7% la falta de papeles. Como fuente de ingresos, el 38% dice vivir de la mendicidad, y solo el 9% de trabajos o chapuzas varias; este último porcentaje ha disminuido notablemente respecto a recuentos anteriores, según Cabrera. En cuanto al uso de la red asistencial, el 27% acude a los comedores sociales; el 26% a pisos protegidos; y el 16% a roperos. El 18%, no aprovecha ninguno.

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