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Los verificadores asumen su incapacidad de “mover el dique” de Rajoy sobre ETA

Partidos y agentes vascos esperan un gesto de la banda ante el congreso de Sortu

Ram Manikkalingam, a la derecha, acompañado de Ronnie Kasrils.
Ram Manikkalingam, a la derecha, acompañado de Ronnie Kasrils.LUIS TEJIDO (EFE)

El proceso de paz en Euskadi, abierto en octubre de 2011 tras el cese de la actividad terrorista de ETA, sigue estancado. A tal punto llega este inmovilismo que el grupo internacional de verificadores que lidera Ram Manikkalingham admite su preocupación por las consecuencias que podría acarrear. Y lo dicen después de haberse reunido recientemente con la cúpula de la banda terrorista en Oslo.

En un encuentro con partidos —solo faltaron PP y UPyD— y agentes sociales vascos, celebrado ayer durante poco más de una hora en un céntrico hotel de Bilbao después de una ronda preliminar con cada uno de ellos y abierta con el lehendakari, Iñigo Urkullu, los verificadores asumieron su incapacidad para “mover el dique” del Gobierno Rajoy, anclado en su postura de desoír la exigencia de una flexibilización de la política penitenciaria mientras ETA no desaparezca. De hecho, no disponen todavía de ninguna vía de interlocución con el Ejecutivo central aunque “al menos ahora nos reconocen”. El PP vasco siempre ha ninguneado esta función mediadora hasta el punto de que su presidente, Antonio Basagoiti, les tildó el pasado lunes de “enredadores internacionales”.

Por contra, los verificadores están “satisfechos” con el “cumplimiento de los compromisos” por parte de ETA. Precisamente esta contraposición entre las posturas del Gobierno español y de la banda terrorista fue el argumento utilizado por Pernando Barrena, quien representó a la izquierda abertzale junto a Rufi Etxeberria en la reunión de ayer. Barrena, que se expresó en inglés, significó la “decisión unilateral” de ETA mientras “sigue sufriendo detenciones de sus miembros” y no se han cumplido las condiciones recogidas en el Pacto de Aiete, que alentó el grupo de mediadores liderado por Brian Currin días antes de la tregua definitiva. En este contexto nada proclive al deshielo, los verificadores temen que puedan “frustrarse” las expectativas de paz que “tiene la sociedad vasca”, dijo Manikkalingam antes de reclamar que se tomen ahora “los pasos adecuados para aprovechar esta oportunidad histórica”. Para ello deberían abordarse las tres cuestiones pendientes y que, según se recordó ayer, “son presos, desarme y víctimas”. Según uno de los asistentes a la reunión de ayer, en la que igualmente estuvo presente el obispo emérito de San Sebastián Juan María Uriarte, tampoco se habló de un posible desarme a pesar de los rumores alentados desde el Gobierno vasco y del propio PP respecto a un “inminente” gesto de ETA.

En realidad, esta hipótesis estaría más relacionada con la “sensación generalizada” entre los asistentes a la reunión de ayer de que ETA estaría dispuesta a hacer un “gesto significativo” con motivo del congreso fundacional de Sortu, el nuevo partido de la izquierda abertzale, que se celebrará el próximo sábado en Pamplona y al que acudirán unos 40 partidos extranjeros. Los verificadores, de hecho, desconocen si la banda terrorista está dispuesta a un inmediato desarme, siquiera parcial. En la misma línea, significados portavoces del futuro partido soberanista han desmentido que exista esta voluntad por parte de ETA. A su vez, entre los partidos vascos se ha acogido con especial interés el guiño explícito de los verificadores de que este debate sobre el proceso de pacificación llegue al Parlamento vasco mediante la vía de la ponencia de Paz y Convivencia, aprobada el pasado jueves sobre la base de un texto consensuado por PNV y PSE-EE, pero que aún no está constituida.

Presos, víctimas y desarme son las grandes cuestiones todavía pendientes de resolver

Precisamente, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, también intervino ayer para lamentar que “los dos agentes que tienen tanto que decir como ETA y el Gobierno central no estén presentes”, mientras encaja con satisfacción política la incorporación de este debate a la sede parlamentaria. El PNV ya se mostró poco entusiasta el pasado mes de octubre de la segunda edición de los Pactos de Aiete, consciente de que era un escenario que solo favorecía el protagonismo de la izquierda abertzale.

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