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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Espías, corruptos y amantes

El discurso pujolista no ha cuajado ni en su propia creación, Convergència, ahora agitada por los escándalos

Francesc Valls

El oasis catalán ha resultado ser una charca. Espías, corrupción política, amantes, negocios… No falta ningún ingrediente en este culebrón que radiografía una Cataluña sin hecho diferencial en lo que a delincuencia se refiere. Como los libros de texto usados durante el franquismo martilleaban: Cataluña está algo por encima de “la media nacional”. De camino hacia la recién abrazada independencia, el viejo nacionalismo moderado muestra más que nunca su fracaso en el intento de crear el paradigma del hombre histórico, dispuesto a sacrificarlo todo para reconstruir la patria. Los 23 años de pujolismo, con los dobladillos de siete de tripartito, han sido incapaces de tejer ese perfil ético. Campan en cambio por sus respetos los hombres-zorro, los homes-guineu, en expresión del ex presidente Jordi Pujol para designar a quienes ponen los negocios como único norte. Y no solo campan, sino que han triunfado. El Pujol teóricamente idealista, que escribió desde la cárcel franquista la obra que mejor le retrata, Des dels turons a l'altra banda del riu,ve cómo el ejército instalado en las colinas, al otro lado del río, pierde capitanes que sucumben a los cantos de sirena más vulgares y mundanos. El viejo discurso pujolista no ha cuajado ni en su propia casa, Convergència Democràtica, agitada por los escándalos.

 Con un mapa judicial que limita con la mafia rusa de Lloret, la petición de imputación de Oriol Pujol Ferrusola en el caso ITV, la detención del alcalde de Sant Hilari Sacalm por el caso Pokémon, o el embargo a la sede de CDC para responder por el saqueo del caso Palau, los nacionalistas catalanes compiten en el ranking con el PP del caso Gürtel-Bárcenas o con el PSOE del caso ERE en Andalucía.

El espionaje ha puesto la guinda. El proyecto político soberanista no oculta el fracaso de cualquier atisbo de superioridad moral. Como le sucede al Partit dels Socialistes con sus principios de izquierda. Tampoco aquí hay hombre nuevo, ni superioridad. Solo pura y rancia tradición. La grabación de la conversación entre la líder del PP, Alicia Sánchez Camacho, y Victoria Álvarez, ex amante de Jordi Pujol Ferrusola, en un céntrico restaurante barcelonés es un ejemplo de ello. José Zaragoza, ex secretario de organización del PSC, ha negado ser el responsable de este encargo, pese a que su nombre aparece en la factura de la agencia de detectives Método 3 que publicó el diario El Mundo. El hombre que estuvo entre 2004 y 2011 al frente de la sala de máquinas del socialismo catalán ha anunciado una inminente querella todavía no vehiculada. La dimisión del también socialista y alcalde de Sabadell, Manuel Bustos, sitiado por la imputación judicial y los casos de corrupción, ha contribuido a poner sobre la mesa la necesidad perentoria de un cambio que democratice los partidos y sitúe en el centro del mapa el control ciudadano.

A estas alturas, hay que ser realistas. Urge una regeneración ética y moral, lejos de quimeras ideológicas llenas de lugares comunes,. Eso significa reformar la ley electoral, redactar una buena ley transparencia, incluir la financiación ilegal de partidos en el Código Penal y dejar de legislar únicamente en beneficio propio y de los poderes económicos, olvidando a la ciudadanía de a pie.

El trabajo es arduo. La tramitación de la Iniciativa Legislativa Popular sobre la dación en pago en el Congreso de los Diputados es un primer y tímido paso de cómo la presión ciudadana puede hacer rectificar a los más intransigentes.

¿Cómo no sorprenderse de la insensibilidad manifiesta con casos como los que han aflorado esta semana en Cataluña o en España? Más abajo del Ebro se puede topar con el asunto del empresario y vicepresidente primero de la CEOE Arturo Fernández —que supuestamente paga a sus empleados de forma “no sistemática” en negro—, o partidos que mantienen contratados a empleados teóricamente despedidos, como el PP con Luis Bárcenas, con cuentas de más de 20 millones de euros en Suiza. Con estos precedentes no es de extrañar que a Juan Rosell, presidente de la patronal que vicepreside Arturo Fernández, no le cuadren los números de Encuesta de Población Activa (EPA). ¿Cómo va a haber seis millones de parados si algunos pagan de forma “no sistemática” en negro y los despedidos siguen contratados?

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En 2010, Victoria Álvarez escribía a su ex amante Jordi Pujol Ferrusola: “En estos momentos, mi situación y sentimientos hacia ti son asépticos totalmente. Aunque pienso que en el tema de negocios podríamos hacer cosas beneficiosas para ambos”. El colofón de una historia de amor o de 30 años de democracia no debería ser una comisión de entre el 2,5 y el 10%. Por lo menos en la vida real.

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