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POP|Tanned Tin
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vida más allá de la juventud sónica

La capacidad de sorpresa del Tanned Tin no termina nunca de agotarse

No hay marco más idóneo que el Teatro Principal de Castelló para obrar como expositor de las más exquisitas y promisorias ambrosías sonoras del planeta indie. Estabilizado en la capital de La Plana tras siete años en los que no todo han sido facilidades institucionales, el Tanned Tin sobrevive como ese certamen en el que el respeto máximo entre audiencia y músico es divisa común (excelentes prestaciones sonoras, puntualidad británica, cercanía entre emisor y receptor), al tiempo que la capacidad de sorpresa, carísima de poner a prueba en el grueso de festivales hispanos, no termina nunca de agotarse.

Precisamente este año, en la que ha sido una de sus mejores ediciones, era un personaje tan notorio como Lee Ranaldo (Sonic Youth) su principal valedor. Garante de una de las más gloriosas epopeyas de la constelación independiente norteamericana, aparentemente finiquitada, el guitarrista neoyorquino demostró jugar en otra liga, tanto en su exhibición acústica del jueves (a años luz del plomizo set de su compañero Thurston Moore hace dos años) como en el electrizante pase del sábado noche, con Steve Shelley (también de Sonic Youth) a la batería y dos adjuntos empeñados en desmentir su carácter subalterno.

Un concierto afilado y melódico, perfecta síntesis de las capacidades mostradas en el sobresaliente Between The Times and The Tides, y que fue lo mejor de una jornada que había comenzado con los seductores fraseos mediterráneos de guitarra del histórico Toti Soler. Tras él, la constatación de que la sueca Amanda Mair está mucho más cerca de Lucie Silvas que de Kate Bush o Tori Amos (de lo más mainstream visto por aquí); la saludable efervescencia indie de Tigercats, la intacta capacidad de abrasión de las canciones de un Chris Brokaw (Codeine, Come) que no necesita más compañía que su guitarra y un enchufe; la consolidada explosividad de los murcianos Schwarz para convertir su fusión de space rock y kraut en una hormigonera sónica (un tanto activada bajo piloto automático, todo hay que decirlo) y la tensión rock de unos Massimo Volume contundentes pero bastante planos.

Retrocediendo hasta el jueves, obligado es mencionar que Antonio Luque se desmarcó de su último retoño para retrotraerse a los tiempos de su paso por Acuarela (“Cero en gimnasia”) en un acústico emocionante por momentos; que Neil Halstead derrochó clase al frente de un sanador trío de folk majestuoso, tan atento a la hipnosis melódica como al cuidado de las texturas (la herencia cruzada de Mojave 3 y Slowdive); que los malienses Tamikrest oxigenaron la programación con la cadencia mántrica de su blues tuareg o que Triángulo de Amor Bizarro solo aturdieron con cuentagotas, ceñidos a su puntual labor de musicar las proyecciones de Alejandro Jodorowsky.

Tanned Tin

Festival Tanned Tin 2013.

Jueves 7, viernes 8 y sábado 9 de febrero de 2013. Teatro Principal de Castellò.

Las referencias que nos llegaron de la jornada del viernes también son más que positivas (especialmente de los atronadores Lisabö, siempre necesarios), con lo que pocas objeciones cabe poner al argumento de que ha sido este uno de los mejores fines de semana nunca ofertados por un festival que merece que nadie ceje en su preservación, como corresponde a las especies más singulares.

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