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Curtido en las calles de Nueva York

James Feldeine, que triunfa con el Fuenlabrada, rememora sus difíciles inicios

Feldeine en una foto cedida por el Mad-Croc Fuenlabrada Baloncesto.
Feldeine en una foto cedida por el Mad-Croc Fuenlabrada Baloncesto.

James Feldeine, escolta del Mad-Croc Fuenlabrada Baloncesto de la Liga Endesa, es el vivo ejemplo de un hombre hecho a sí mismo. También del amor entre hermanos: “Yo viví en Washington Heights, y gracias a mi hermano mayor no entré en las drogas”, reconoce este jugador que asegura que su único vicio de infancia fue dedicarse al baloncesto a todas horas. “Comencé con unos amigos y mi hermano, un ejemplo para mí. Si él hubiera hecho béisbol, yo también”, completa Feldeine, que a pesar de nacer y criarse a 20 minutos del Madison Square Garden de los New York Knicks, el próximo verano jugará con la selección de la República Dominicana, país de origen de su familia.

Washington Heights es un barrio de Manhattan muy cercano a Harlem, también conocido como Quisqueya Heights en referencia a la isla de la Española. La mayor parte de sus vecinos son de origen dominicano, caso de la madre de Feldeine, una mujer que no domina el inglés. En los noventa aún era uno de los mayores puntos de venta de droga de la ciudad y sede de numerosas bandas juveniles. Pese a ello, Feldeine no se enroló en los Latin Kings siguiendo a muchos de sus conocidos. El jugador, que perdió a su padre de muy niño, continuó creciendo y divirtiéndose en las canchas.

Un día dejó las pistas de asfalto para jugar en el instituto. “Hasta los nueve años siempre estaba en la calle. Pero entré en la high school (instituto) y cambié la calle por el pabellón. Mi forma de jugar al baloncesto cambió. El streetball es más bote y corte, mientras que en el instituto te hacen mirar más al equipo”. Del instituto dio el paso a la poco conocida universidad Quinnipiac, a cuyo equipo, los Bobcats, le costó adaptarse. El primer año apenas jugó, pero acabó siendo titular. Ese fue el punto en el que su carrera dio un vuelco. Era 2012, y el Breogán de Lugo, conjunto de la Liga LEB Oro, le fichó para dos temporadas.”Cuando vine a España había visto la final de los Juegos entre España y Estados Unidos. Conocía a Ricky Rubio y a Pau Gasol, pero poco más. Creo que me ofrecieron venir aquí porque sabía español y pensaron que mi adaptación iba a ser más fácil”, explica.

Su buena actuación en Lugo le valió para que el Mad-Croc Fuenlabrada se hiciera con sus servicios. “Es una liga con mucho más contacto que la LEB. Los jugadores son muy buenos, pero sin embargo mi juego no ha notado tanto la diferencia. Cuando vine a Fuenlabrada pensé que el primer año iba a ser más difícil, pero después de los primeros cinco partidos mi juego se ha asentado”.

Tanto se ha adaptado que, tras el estudiantil Carl English, es el segundo máximo anotador de la Liga Endesa. Hace una semana, el neoyorquino estableció, con sus 37 puntos, su mejor marca anotadora desde que llegó a España hace tres cursos. “Fue un partido fantástico, creo que nunca había marcado siete triples”, rememora Feldeine, destacando que en las gradas estaba viédole su hermano.

En el verano de 2011 Feldeine protagonizó un partido de streetball con los jugadores de la NBA Kemba Walker (Charlotte Bobcats) y Brandon Jennings (Milwaukee Bucks) como oponentes. Logró anotar 50 puntos: “Íbamos a jugar en la calle, pero al final por la lluvia nos desplazamos a un pabellón. Y el último cuarto fue muy en serio. Fue un partidazo”.

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Su buena temporada hace que su nombre suene como refuerzo para el maltrecho Barcelona. James no pierde la cabeza y es consciente de que tiene un contrato vigente con Fuenlabrada. “No me importaría acabar jugando en la NBA o en la Euroliga, pero mi mayor deseo sería estar en los New York Knicks, a 20 minutos de Washington Heights. Sería volver a casa, a las calles de Nueva York”.

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