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Un niño músico, un sicario menos

La exministra colombiana Paula Marcela Moreno habla del papel de la música en las políticas sociales y del modelo valenciano de sociedades musicales

Josep Almería y Paula Marcela Moreno, este viernes en Valencia.
Josep Almería y Paula Marcela Moreno, este viernes en Valencia.José Jordán

Desde el “milagro de Candeal” al sistema de Orquestas infantiles y Juveniles de Venezuela, el papel salvífico de la música es bien conocido en Latinoamérica. De eso sabe también la exministra de Cultura colombiana Paula Marcela Moreno, asesora de organismos internacionales y presidenta de la fundación Manos Visibles, que hoy habla sobre el El rol de la música en las políticas de transformación socialen el congreso de sociedades musicales que se celebra cada 10 años y hoy se inaugura en la Universitat de València. “En las ciudades donde trabajamos, que son las más violentas del país, como Medellín”, explica en referencia a la tarea de Manos Visibles, hay “más de 1.200 grupos juveniles desarrollando actividades de prevención de violencia, de los cuales el 80% son de carácter cultural”.

Como ministra, Moreno dio un fuerte impulso al Plan de Música para la Convivencia, para asentar “una oferta musical de calidad en los 1.100 municipios del país, lo que ha supuesto más 700 escuelas de música” en otros tantos municipios. Concibe esa oferta como “un servicio social básico de desarrollo”, que en buena medida, se ha inspirado “en el modelo valenciano”, concretado en 539 sociedades musicales que son el 50% del total español. Matiza que si bien éste responde a “una iniciativa de la sociedad civil histórica que ha generado todo un tejido social”, en Colombia ha necesitado una “política impulsada por el Estado” para crecer. El plan colombiano “ha generado un esquema de gestión en el que las experiencias que hemos visto en la Comunidad Valenciana nos han ayudado mucho”. En 2007, su primer año como ministra, firmó un convenio con el Institut Valencià de la Música y la Federación de Sociedades Musicales. Desde entonces, la colaboración no ha cesado y se aplica a la investigación, formación, asistencia técnica, gestión, organización de certámenes, intercambio de partituras y material didáctico, talleres de formación de líderes comunitarios, instrumentos y dirección.

Desde 2007 la Federación Valenciana colabora con Colombia

De la red musical valenciana a la exministra le interesa “la construcción comunitaria, el sentido de arraigo, de unión e identidad y también la oferta para manejar el tiempo libre”. Advierte en este modelo “una visión de equidad efectiva”, donde la cultura no es “un tema de élites”. Habla de niños y jóvenes “que no serán Shakira o Juanes, pero sí ciudadanos sensibles que aprenden a escuchar, a vibrar y tendrán una formación musical básica”.

Se siente orgullosa de que hoy día hay en Colombia “más de un millón de niños y jóvenes que participan de diferentes experiencias musicales” y cita la red de escuelas de Medellín, la red de bandas en Antioquia o los procesos del Valle del Cauca. “Cuando un niño tiene una experiencia musical y descubre que tiene habilidades y es reconocido por ellas”, explica, “se sabe visible y ya la oferta ilegal no es tan atractiva, pues ve que puede ser un referente no solo por tener plata o un arma, sino por el desarrollo de sus capacidades en algo en que además disfruta”. Esa “oferta ilegal” puede venir de las guerrillas o los paramilitares “que reclutan lo que llamamos niños y jóvenes en las esquinas, sin nada que hacer cuando salen del cole, esperando cualquier cosa”. Para Paula Marcela Moreno, la oferta musical hace también de muro de contención para el narcotráfico o para el consumo de sustancias psicoactivas. “Cada niño que forma parte de esas escuelas es un sicario menos”, afirma.

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