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La sexualidad (in)visible

Una muestra rastrea el adoctrinamiento y la represión femenina durante el franquismo

Patricia Peiró
Una imagen de una prostituta y un vecino del Raval.
Una imagen de una prostituta y un vecino del Raval.joan colom

Una pareja recién casada mira con gesto serio a la cámara. La foto es de 1901. En el acta matrimonial constan como Mario y Marcela, pero en realidad Mario es Elisa. Es probablemente uno de los primeros matrimonios homosexuales documentados en España y el engaño permitió pasar por el altar. Su historia forma parte de la exposición Mujeres bajo sospecha: Memoria y sexualidad. La muestra repasa la sexualidad femenina en la España del siglo XX. Desde las modernas que en los años 30 se cortaban el pelo como los chicos, hasta el destape y el feminismo de los 70.

“Durante el franquismo no se hablaba de las lesbianas, eran invisibles. Sin embargo hubo leyes específicas de represión. De ahí la importancia del disimulo”, destaca Raquel Osborne, una de las comisarias de la exhibición. La ocultación dificultó la recolecta de datos y las investigadoras tuvieron que ir más allá de documentos oficiales para descubrir el rastro que dejaron las mujeres que retaron a las convenciones. Testimonios, fotografías y ropa ayudan a retratar a las “duramente reprimidas y aburridamente conformadas”. Los objetos recomponen un relato que en gran medida permanecía en la oscuridad.

La exposición reúne las notas que se escribían las niñas en un colegio religioso, revistas femeninas y testimonios orales. “Mantén la pureza este verano”, le escribía una colegiala a otra en el reverso de una estampita. También se reconstruyen los códigos a los que recurrían las homosexuales de Barcelona. “Librera’ significaba ‘lesbiana‘ y ‘tebeo’, era una jovencita”, explica Osborne.

Durante el franquismo el cuerpo de la mujer era algo prohibido”, señala la comisaria. De ahí el uso del pololo, los pantalones abombados que cerraron la polémica del deporte entre Iglesia y Falange. “Para la Sección Femenina el culto al cuerpo era muy importante pero las monjas no querían que se marcaran las formas”. La solución fue este pantalón abombado de dudosa comodidad para hacer estiramientos.

La muestra insiste en los contrastes. Dos juegos de la oca, uno con imágenes religiosas y otro con dibujos eróticos. Un cilicio frente a un libro de artes amatorias. También historias personales: la de la escritora feminista Carlota O'Neill, viuda de un militar republicano que pasó cuatro años en prisión, frente a la de Josefina Vilaseca, niña que murió por las heridas de una violación frustrada. La Iglesia la usó como ejemplo de castidad. “Era un ejemplo: antes morir que pecar”, explica la comisaria María Rosón.

Mujeres bajo sospecha. Ateneo de Madrid. Hasta el 10 de febrero. Gratis.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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