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La Cabalgata y la huelga conviven en paz

Los servicios mínimos se cumplen y el desfile transcurre sin problemas de afluencia

“¡A correr como si no hubiera un mañana!”, advierte Beatriz Mayor a su hija y sobrinas a la salida del metro de Rubén Darío. Aunque faltan tres horas para que comience la Cabalgata de los Reyes Magos, esta madre se apresura para que las pequeñas ocupen la primera línea del desfile. Beatriz también reconoce haber salido antes de casa, situada en el barrio de Quintana, por la huelga del suburbano madrileño, que coincidía con el recorrido de los Reyes Magos.

Fueron muchos los madrileños que, como esta familia, adelantaron su llegada al entorno de la Cabalgata para prevenir posibles retrasos en el metro. Otros cuantos decidieron evitar aglomeraciones y se trasladaron en coche o en autobús urbano. Pero finalmente la segunda jornada de huelga de 24 horas transcurrió sin incidencias debido al cumplimiento del 80% de los servicios mínimos para la franja horaria que afectaba al transcurso del recorrido (de 17.00 a 22.00).

“Hemos tenido que esperar solo tres minutos la llegada del tren en la estación de Legazpi y hemos tardado una media hora en llegar a Nuevos Ministerios. Además, había hasta asientos vacíos”, comentaba Wilber Zambrano, padre de Marcelo, de ocho años. Ambos intentaban hacerse un hueco entre los cientos de familias que se agolpaban en la plaza de San Juan de la Cruz. A diferencia de otros niños, el pequeño Marcelo no llevó una escalera de mano para no perderse detalle de las carrozas que recorrieron el paseo de la Castellana, Recoletos y que finalizó en la plaza de Cibeles.

Los personajes de cuentos clásicos como Peter Pan o Alicia en el país de las Maravillas, junto a los protagonistas de algunos de los dibujos animados más aclamados por los niños, como Dora la Exploradora o Bob Esponja, precedieron la entrada de los Reyes Magos de Oriente. Antes de que apareciera la comitiva real por la plaza del Doctor Marañón, Belén Conejero daba la merienda a su hija Alicia, de apenas un año de edad. Esta madre decidió por primera vez coger el coche para llevar a sus dos hijos a la Cabalgata. “Aunque he visto en televisión que los sindicatos de metro garantizaban los servicios mínimos, no me he querido arriesgar. Mi hijo Alejandro lleva todo el año soñando con este momento”, explicaba la joven madre mientras daba un yogur al bebé. Lo mismo pensó Nélida Macarro, madre de Alba y Lara, de 10 y siete años respectivamente. “Siempre hemos venido en metro desde Moratalaz, pero este año con la huelga no nos la queríamos jugar”, aseguraba. Además, esta familia no tuvo problemas para estacionar su coche en las inmediaciones de Nuevos Ministerios.

Los madrileños que usaron el suburbano para disfrutar del desfile de los Reyes Magos no sufrieron grandes aglomeraciones ni excesivos retrasos. Un grupo de amigos procedentes de Vallecas contaban al salir de la estación de metro de Colón que habían tardado lo mismo que un sábado cualquiera. Los primos Pablo, Eduardo y Alejo, de edades comprendidas entre los 12 y 11 años, pudieron ir caminando desde casa hasta el paseo de Recoletos. Los tres viven en el barrio de San Bernardo y desde primera hora consiguieron un sitio en la primera fila del recorrido. Poco les importaba a estos chicos lo que acontecía en el suburbano.

Pendientes de llenar sus bolsillos con la tonelada de caramelos que se lanzaban desde las distintas comitivas, los jóvenes se emocionaron cuando desfilaron los Reyes Magos, encaramados sobre unas carrozas tiradas por 18 caballos y precedidos por una multitud de animales. Pero su poco más de metro y medio de altura y la cantidad de niños subidos en los brazos de sus progenitores les dificultaban la vista. “El año que viene me traigo una grúa”, advirtió uno de ellos.

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