Lo declarado y tú

Dos partidos realizan un pacto que llevará a Catalunya a un referéndum para la independencia en 2014. Parece algo claro. Cabe el riesgo, no obstante, de que todo ello sea periodismo de declaraciones. El periodismo de declaraciones consiste en asumir lo declarado como acción. Ha sido un substitutivo estático de la política, y un componente básico de la cultura política local hasta hace poco. Hoy, al parecer, sólo pita cuando se hacen declaraciones de amor. A Catalunya.

Bueno, la frase inicial de este articulete -"dos partidos realizan un pacto que etc..."-, ¿substituye la acción por la declaración?

Y empezamos mal. No habrá referéndum. Habrá/ía consulta. Según la actual ley de consultas catalana, y siguiendo la tradición democrática española, la consulta no sería vinculante. El borrador de la pasada legislatura para una nueva ley que elidiera la autorización del Gobierno Central, parece, además, reducir la iniciativa popular en el tema consultas. El derecho a decidir, observado así, sería una forma de rebajar los derechos a decidir. La voluntad misma de la consulta, declarada en el programa de CiU, tampoco está muy clara. Es un tema no asumido por una región de CiU, hasta tal punto que retrasó el pacto con ERC. Otro sector de CiU tuvo serios problemas para asumir una fecha concreta. En lo que es un triunfo de la política y el periodismo de declaraciones, CiU, ERC y el tertulianismo nostrat, consideran que establecer una fecha indeterminada entre 365 posibilidades, es una fecha. Uy, uy, uy.

Sobre la voluntad de independencia: a estas alturas no consta ningún contacto con la UE, ni con la RFA. Esto puede indicar que hay poco que comunicar. Exemplum: hace unos meses, y a iniciativa de la Secretaría de Estado de USA, se produjo un encuentro con Mas para hablar del tema.

Ante una ojiplática enviada norteamericana, el President no le dijo lo que los polacos a Wilson, sino que, me dicen, se limitó a traducir al inglés sus barcos, timones y tormentas. Declaraciones, en fin, absurdas en otra cultura. O, incluso, en esta. Ante la poca fiabilidad independentista del President, se declara el carácter independentista de Homs y Gordó, si bien con ello se dejan de analizar otras facetas personales no declaradas. Como el rol de Homs en la creación del bucle política-declaraciones, que impidió ver la realidad, incluso a sí mismo, desde el 11S hasta el 25N, o que la función del Conseller de Justicia, ex-gerente de CiU, además de planificar una consulta no vinculante, sin pregunta y sin fecha, puede tener algo que ver con el paso de CiU por los tribunales que investigan su financiación.

El denominado pinyol, por cierto, se caracteriza por compaginar su amor declarado a la Pàtria, con un más discreto apego a la empresa.

David Madí, trabajador del ramo eléctrico, cooptó, verbigracia, a Junqueres hacia la causa nuclear. En la hoja de ruta firmada por CiU y ERC, en lo que es otra indicio del matrimonio -no declarado- entre Ítaca y el business friendly system, se aprecia la intención de no tocar los peajes. Lo que da la impresión de que las empresas, que hacen pocas declaraciones -periodísticas y de impuestos-, tienen mucho que decir en este proceso: en la única guía editada para la transició nacional -firmada por Salvador Cardús y Ramón Folch-, se intuye un Estado muy España reloaded, cuya novedad es, glups, una mayor presencia de la empresa en la gestión. Algo que viene a cuestionar un tanto las ulteriores declaraciones del President, que vincula la independencia a la salvación del Estado del Bienestar.

El derecho a decidir, creado en la calle, parece raptado, canalizado y verbalizado por una coalición que, antes que un pacto por un proceso creado en la calle, ha firmado un pacto de legislatura en el que se realizará un recorte histórico. Que es, si omitimos las declaraciones, lo que se ha firmado.