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Cuatro décadas marcando el paso

La Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre cumple 40 años La institución es venerada por los expertos pero escasamente conocida por el público español

Un caballo de la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre.
Un caballo de la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre.

En pleno centro de Jerez, en una superficie de 60.000 metros cuadrados, se esconde una joya hípica, venerada por jinetes, criadores y aficionados de todo el mundo, pero escasamente conocida por el gran público. Sobre todo, por el español.

La Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre es más que una institución de docencia de doma para caballos, jinetes o cocheros. Engloba un complejo de cuadras, picaderos, guadarneses, pistas de exhibición y jardines en los que se abren dos museos: uno dedicado a los carruajes y otro a la historia del uso del caballo por el hombre. Este último se ubica en el sótano del Recreo de Las Cadenas, un palacio del siglo XIX, sede de la Escuela, también visitable, obra proyectada por el arquitecto francés Charles Garnier, autor del edificio de la Ópera de París y del Casino de Montecarlo.

La mayor parte del espacio de la Escuela está destinado a sus caballos, a su cría, mantenimiento y, sobre todo, a la doma de alta escuela. 115 ejemplares, todos machos y en su inmensa mayoría de pura raza española, viven en este centro de alto rendimiento para cuadrúpedos. Se les trata como atletas de élite y tienen equipos de personas dedicados a ellos que les miman en todo momento. Cada día reciben su primera comida de heno y alfalfa a las cinco de la mañana. Tras calentarse con un paseo de la mano de sus entrenadores, comienzan sus ejercicios específicos en una u otra modalidad o, si es martes, jueves o sábado, participan en los espectáculos públicos. Después se les limpia, ducha, cepilla y cubre con una manta antes de pasar de nuevo a la cuadra para almorzar. La tarde sirve para relajarse tras la actividad y comer antes de cerrar los boxes para el descanso nocturno.

Con estos caballos trabajan tanto los jinetes docentes como los 60 alumnos que cada año pasan por las instalaciones para obtener su titulación de especialista en doma o enganche. Tras 40 años de trayectoria, la enseñanza que imparte la Escuela está considerada como una de las más prestigiosas del mundo y las federaciones hípicas de algunos países exigen el paso por Jerez para otorgar el diploma de profesor de Alta Escuela. Solo en 2012 llegaron jinetes de Estados Unidos, Jordania, Dinamarca, Bahréin, Chile y Costa Rica. También la Federación Hípica Italiana ha establecido un convenio para enviar alumnos cada año.

Los animales con los que se enseña proceden de una yeguada propia de la Real Escuela, ubicada en las instalaciones de la Yeguada del Hierro del Bocado, heredera de la línea de sangre de los caballos cartujanos.

El director de la Escuela se propone convertirla en un referente turístico
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Los caballos empiezan a entrenar a los tres años. Cumplidos los seis, están preparados para participar en exhibiciones. La excelencia en la doma y el elevado nivel tanto de profesores, alumnos y monturas se muestra en el espectáculo Cómo bailan los caballos andaluces que se lleva a cabo en el Gran Picadero dos veces por semana ante 1.600 personas. En más de 100 galas anuales se exhiben trabajos de doma vaquera, única en el mundo, así como doma clásica de alta escuela, trabajos con el caballo a la mano y de enganches. Tanto los 12 jinetes y cocheros como los 26 caballos que participan van ataviados a la usanza bandolera del siglo XVIII, confeccionando un auténtico ballet.

El espectáculo, ideado en 1973 por el fundador de la Real Escuela, el rejoneador jerezano Álvaro Domecq Romero, ha recorrido países de todos los continentes excepto Oceanía.

Las instalaciones albergan 115 caballos y 16 yeguas casi todos de pura raza española

Las cuadras, diseñadas a modo de estrella de ocho puntas alrededor de un guadarnés octogonal, son otro de los puntos fuertes de la visita, ya que ofrecen la oportunidad de ver de cerca a estos magníficos ejemplares, de 500 kilos de puro músculo, capaces de realizar pasos espectaculares o cabriolas con saltos de hasta dos metros de altura.

La Escuela también se ha puesto a prueba en competiciones internacionales, obteniendo su mayor logro cuando dos de sus jinetes, Ignacio Rambla y Rafael Soto, lograron la medalla de plata por equipos en la modalidad de doma clásica en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Y si hay una enseña viva en esta casa, esa es Invasor, un caballo tordo, de pura raza española, olímpico y, a sus 23 años, considerado como uno de los mejores que ha existido en su tipo. Su heredero podría salir también de estas cuadras: Fogonero, un castaño cartujano muestra unas cualidades, según el director de la Real Escuela, Juan Carlos Román, “fuera de lo normal”.

En 2013 la institución cumple 40 años. Por delante, un reto que marca su director: “pulir un diamante en bruto y hacer de la Escuela un referente mundial del turismo andaluz”.

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