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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Gobierno de ratificación

Los impulsores de la deriva independentista de CiU rechazaron interpretar la pérdida de 12 escaños en las elecciones del 25 de noviembre como una desautorización a su programa

Enric Company

Los impulsores de la deriva independentista de CiU rechazaron interpretar la pérdida de 12 escaños en las elecciones del 25 de noviembre como una desautorización a su programa. La interpretaron en sentido justamente contrario: como una invitación a persistir en el empeño soberanista, aunque esta vez con la ayuda de Esquerra Republicana (ERC). A esto corresponde la formación del segundo Gobierno de Artur Mas.

Podía haber sido uno de rectificación, pero es un Gobierno de ratificación en un rumbo equivocado. No es ninguna sorpresa. Es coherente con el pacto de estabilidad parlamentaria sellado con ERC plasmado en la investidura. El propio Mas lo señaló ayer en la toma de posesión de los consejeros, al incluir expresamente la convocatoria de una consulta sobre la soberanía de Cataluña entre los objetivos del nuevo equipo.

Esta ratificación se formaliza, además, con la entrada en el Gobierno de uno de los principales ideólogos de la reorientación de Convergència hacia el soberanismo, Francesc Homs, y de otro de los dirigentes nacionalistas de su misma cuerda y generación, Germà Gordó, que en la anterior legislatura estaban situados como fontaneros del Ejecutivo, el primero como secretario de la Presidencia y el segundo como secretario del Gobierno. Sobre estos dos políticos recaerá la responsabilidad de organizar, o no, el referéndum sobre el que el Gobierno de España ya ha hecho saber que no lo va a permitir. Signo de ratificación en el empeño soberanista es también que la cartera de Justicia haya pasado de las manos de una abogada del Estado, Pilar Fernández Bozal, que debía ser la mejor conocedora de la imposibilidad legal de convocar un referéndum de soberanía, a las de un político cuyo mérito es formar parte del núcleo nacionalista, el pinyol de Convergència, Gordó. El mismo sentido tiene la continuidad de Ferran Mascarell en Cultura.

La voluntad de ratificación en las políticas del anterior Gobierno de Artur Mas se expresa también en el otro eje político principal, el económico-social. El neoliberal Andreu Mas-Colell sigue en economía y el exjefe de la patronal sanitaria, Boi Ruiz, sigue al frente de la sanidad pública. La agitación social, las protestas y las huelgas generales provocadas por los recortes presupuestarios, sociales y salariales en el sector público y privado no han movido a Mas a rectificar, sino a ratificar a sus ejecutores.

La única rectificación se produce en Interior. Pero incluso en este caso Mas intenta disimular la defenestración de un Felip Puig abrasado como titular de Interior en las llamas de su afán por la contundencia policial entregándole otra cartera.

Demasiada ratificación, para ser el resultado de un retroceso electoral tan notable como el del 25 de noviembre.

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