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El Poblenou, otra vez sin gas

La rotura de una conducción deja sin servicio a casi 500 abonados Los bares recurren al cámping-gas para cocinar La zona ya sufrió una grave avería en febrero

Jordi, del restaurante La Terraza, cocina utilizando cámping-cas.
Jordi, del restaurante La Terraza, cocina utilizando cámping-cas.JOAN SÀNCHEZ

La historia se repite en el Poblenou. Si una parte del barrio sobrevivió cuatro días sin gas en plena ola de frío el pasado febrero, otra zona —situada a solo cuatro manzanas— sufrió en la noche del miércoles una avería que dejó sin agua ni —otra vez— gas a nueve manzanas y casi 500 abonados. La zona afectada es la delimitada por las calles de Almogàvers, Pujades y Zamora y Ávila. Faltaba poco para la medianoche cuando se percataron de la incidencia los primeros vecinos, en una zona donde vive un buen número de personas mayores. Rosalía López, de 83 años, acostumbra a encender la caldera de gas “a eso de las doce de la noche” notó que algo no iba bien: “Vi una llamarada, se apagó de golpe y empezó a hacer un ruido muy extraño”, explicó. “Cerré la llave del gas. Vivo sola y a esas horas no tengo quien me ayude si ocurriera algo”, añadió.

Desde la madrugada del jueves y a lo largo del día de ayer las diferentes compañías enviaron equipos para reparar la avería y evitar que afectara a más vecinos. Gas Natural Fenosa envió a 30 empleados, Aigües de Barcelona a 15 y los bomberos, por su parte, trasladaron a la zona 10 equipos, que estuvieron acompañados de técnicos municipales.

La causa de la avería, cuyo foco fue localizado en la confluencia de las calles Pere IV y Pamplona, fue la rotura de una conducción de agua, que por la presión inundó las canalizaciones de gas y cortó el suministro en toda la zona. Los esfuerzos se centraron ayer en vaciar de agua los conductos de gas. En total, se extrajeron 21.500 litros de agua de los 1,5 kilómetros de tuberías afectados.

“A mí me pillan todas”, se queja Jordi, dueño del restaurante La Terraza, en la calle de Pamplona, mientras trataba de cocinar con una bombona de cámping-gas de color azul. “Llevo dos años arrinconado por las obras del metro y el apagón de febrero afectó a mi casa”.

La cifra de abonados sin agua fue descendiendo a lo largo de la mañana de ayer hasta quedar totalmente restablecido a las tres de la tarde.

El barrio es zona también de oficinas con bares y restaurantes donde comen sus trabajadores. Roberto Peña, a las puertas de su establecimiento, el Bar Mijares, observaba cómo los operarios trabajaban en una de las zanjas abiertas para hallar el foco de la avería. “Llevo todo el día con el bar vacío, la gente viene esperando comer de caliente y no tengo nada más que bocadillos fríos para darles”. Peña, que también vive en el barrio, recuerda lo que sucedió en febrero y teme pasar de nuevo una experiencia similar. “Esta vez no hace el mismo frío y no somos muchos los afectados, pero parece que lo malo siempre nos tenga que pasar a los mismos”, decía, resignado. El dueño del bar también mostró su enojo por no haber recibido información de ninguna de las compañías, ni del Ayuntamiento. “Sé lo que ha pasado porque he visto los trabajadores y porque me han cerrado el gas, pero nadie me ha dicho nada”, explicó.

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En la misma calle, a dos manzanas de distancia, está el restaurante Xiscarexantar, gestionado por Pedro Rodríguez. Rodríguez vive en el bloque que hay justo encima de su negocio y fue de los primeros en advertir la incidencia. “Ayer de madrugada escuché follón, me despertó un jaleo que oía a lo lejos. Era un incendio en una chatarrería de la calle Zamora. Más tarde oí como si picaran. Pensé que eran obras en el metro, pero me asomé al balcón, y vi que en la acera de enfrente de mi casa habían abierto una zanja”, explica. En total se abrieron hasta 20 zanjas para encontrar la cañería afectada.

Rodríguez aprovechó que se había despertado y quiso comprobar si los suministros de su casa funcionaban correctamente. “Ya me habían cortado el gas y el agua”, declaró. Un trabajador de su bar añadió: “Aquí nos quedamos sin agua ni calefacción y tenemos que informarnos por nuestra cuenta”.

Rodríguez, temiendo que como en febrero la avería se prolongara varios días, desembolsó dinero de su bolsillo para poder cocinar el menú que ofrece a diario en su local. “Entre la cocina de butano, la bombona y una plancha eléctrica, me he dejado 700 euros y eso nadie me lo va a devolver”, comenta.

Es el tercer incidente en el suministro de gas y agua que se suma en menos de un año. El primero, en febrero en el mismo barrio, que dejó a 4.500 familias sin gas en los días más fríos del año; el segundo, en Poble Sec en junio, un escape de agua en las calles Margarit, Vila i Vilà y la avenida Paral·lel.

El consistorio ha abierto un expediente administrativo para determinar las causas de la avería. A las diez de la noche de ayer, el servicio de gas seguía sin restablecerse.

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