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Los tres retos de Fabra

Falta de liquidez, pugnas internas e inestabilidad parlamentaria marcan 2013

Alberto Fabra con los miembros del Consell tras la última remodelación.
Alberto Fabra con los miembros del Consell tras la última remodelación.Mònica Torres

El flamante consejero de Hacienda, Juan Carlos Moragues, ha intentado en su primera semana en el cargo insuflar ánimos al asegurar que 2013 será mejor que el ejercicio que acaba y que 2014 —año preelectoral— será el de la recuperación. Es el discurso del propio presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, que lleva semanas rebuscando entre los centenares de indicadores económicos porcentajes y cifras positivas que demuestren que la Comunidad Valenciana ha tocado fondo y, a partir de ahora, solo puede haber recuperación.

Sin embargo, el Consell sigue moviéndose en la cuerda floja. Su presidente, Alberto Fabra, afronta el año entrante con tres grandes retos: solucionar la falta de liquidez, que lastra el funcionamiento de la economía y la Administración valenciana; evitar que estalle el Grupo Popular en las Cortes Valencianas, donde el malestar sigue en aumento, y gestionar las tensiones dentro del Partido Popular, donde su secretario general Serafín Castellano es objeto de crítica.

Sin dinero. El principal problema que ha ocupado a Fabra desde que llegó a la Presidencia de la Generalitat, la falta de liquidez, sigue sin resolverse. La Generalitat ya ha solicitado formalmente al Ministerio de Hacienda su adhesión al Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) 2013 —igual que han hecho Cataluña, Andalucía, Murcia, Castilla-La Mancha y Cantabria, que también se acogieron al FLA 2012— ante la negativa de los mercados a financiar una deuda pública valenciana que sigue calificada como bono basura.

El Consell tiene que renovar este año entrante un total de 1.500 millones de euros en créditos. El titular de Hacienda ha anunciado que buscará financiación más barata que la del Gobierno en los mercados financieros —tal y como han anunciado Asturias, Canarias y Baleares, que tras acogerse al FLA 2012 han decidido no solicitar, al menos por ahora, el FLA 2013— pero parece prácticamente imposible que lo pueda lograr a corto y medio plazo.

La falta de dinero tiene otras consecuencias igualmente graves para la Generalitat. El retraso en los pagos a los proveedores se ha vuelto a acumular y el Consell necesita perentoriamente que el FLA 2013 amplíe los supuestos a los que da cobertura. O dicho de otro modo, Fabra necesita que el nuevo rescate incluya el pago a proveedores, muchos de los cuales vuelven a acumular un año de retraso, y la cobertura de los convenios con ayuntamientos y entidades privadas —que en algunos casos arrastran más de dos años de retraso—. A cambio, el Gobierno valenciano tendrá que cumplir con los sacrificios a los que obligará el cumplimiento de déficit del 0,7% del PIB. Sacrificios que pasan por el desmantelamiento de buena parte del sector público, el impulso de la politica de privatizaciones y la elaboración de un nuevo plan de reequilibrio financiero que sea creíble para las autoridades económicas españolas y europeas.

Pulsos orgánicos. El congreso regional celebrado en Alicante en mayo pasado bendijo el liderazgo de Fabra al frente del PP, pero transmitió las tensiones hacia la base. Los procesos congresuales celebrados hasta ahora han evidenciado la falta de peso orgánico del secretario general, el también consejero de Justicia Serafín Castellano. Este ha perdido frente al presidente de la Diputación de Valencia y del PP provincial, Alfonso Rus, las dos comarcas con las que pretendía abrirle una brecha a la dirección provincial. En Camp de Túria, la comarca de la que es originario, Castellano avaló a un hombre de su absoluta confianza, logró el apoyo implícito de Fabra y, finalmente, perdió por la mínima en la votación. Tan dolorosa como esta derrota ha sido la pérdida de Camp de Morvedre, una comarca fiel a Castellano hasta en sus momentos más bajos.

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El pulso de Castellano es doble, porque además de la pugna con Rus mantiene otro pulso soterrado con José Ciscar, presidente provincial del PP de Alicante y vicepresidente del Consell. El resultado, trufado de localismos, ha sido un buen número de averías en ciudades importantes como Benidorm, Alcoi, Orihuela, Villena, etc.

En Castellón, la tensión es entre la vieja guardia de Carlos Fabra y los cargos promocionados por el nuevo presidente provincial del PP y de la Diputación, Javier Moliner.

Un grupo inestable. De los tres frentes que tiene abiertos Fabra, el que presenta un mayor grado de inestabilidad es el del Grupo Popular en las Cortes Valencianas. En este amplísimo grupo de 55 diputados se ha ido acumulando el malestar de un nutrido grupo de cargos, antaño muy poderosos en el partido y en las instituciones, hoy relegados y, en una parte sustancial, inmersos en procesos judiciales relacionados con escándalos de corrupción. La dimisión como diputado del exalcalde de Torrevieja Pedro Hernández Mateo, tras recibir sentencia condenatoria por irregularidades en la contrata municipal de recogida de basuras, ha dejado el número de imputados en nueve, pero el malestar lejos de disminuir ha aumentado.

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