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La virgen de Bellpuig vuelve a casa

La directora del Museo de Lleida, Montse Macià, recibe una talla de piedra del siglo XIV atribuida al maestro Bartomeu de Robió

La talla de la Virgen en el emplazamiento que tendrá hasta febrero en el Museo de Lleida Diocesano i Comarcal.
La talla de la Virgen en el emplazamiento que tendrá hasta febrero en el Museo de Lleida Diocesano i Comarcal.HERMINIA SIRVENT

“El mejor regalo de Navidad que la Generalitat podía hacer a Lleida”. De esta forma recibió ayer la directora del Museo de Lleida, Montse Macià, a la Virgen de Bellpuig de les Avellanes, una talla de piedra del siglo XIV atribuida al maestro Bartomeu de Robió, perteneciente a la denominada Escuela de Lleida. Esta escultura mariana, máximo exponente del gótico catalán, fue adquirida por la Generalitat en 2011 en una subasta pública por 130.000 euros, devolviendo así al patrimonio público una obra que estaba en manos privadas.

La Virgen se trata de una talla escultórica de piedra policromada que probablemente presidía la sala capitular del monasterio de Santa María de Bellpuig de les Avellanes, cerca de Os de Balaguer (Noguera). Este convento es uno de los ejemplos que mejor ilustran las nefastas consecuencias que tuvo la desamortización de Mendizábal para el patrimonio catalán. De allí salieron los sepulcros del panteón funerario de los Comtes d’Urgell, expuestos en el la sección Cloisters del Metropolitan Museum de Nueva York.

La obra, declarada en 1991 Bien Cultural de Interés Nacional, representa una Virgen de pie sosteniendo al hijo con el brazo izquierdo. En la mano derecha llevaba originariamente una flor, hoy desaparecida. Destaca el lujo de su indumentaria, con un collar y un escote inusual en la escuela gótica, potenciada por motivos textiles policromados y elaboradas piezas de orfebrería. Algo que le da un aspecto cortesano más que religioso. Macià dijo que con el retorno de la Virgen a Lleida, tras su restauración, en los talleres del Centre de Restauració de Béns Mobles, se cierra un largo periplo iniciado a finales del siglo XIX cuando fue adquirida por el coleccionista norteamericano Charles Deering, que la conservó en su residencia de Sitges hasta 1920.

La restauración ha permitido, además de comprobar que la figura fue decapitada —quizá durante un traslado tras coger la imagen por el cuello— también que es una creación no del taller de Rubió, sino que fue creada por sus propias manos.

La Virgen se exhibirá hasta finales de febrero en el espacio cero del Museo de Lleida, confrontada a otra talla significativa del mismo autor, la Virgen de Zaidín, con uso litúrgico en la iglesia románica de Sant Llorenç. Las dos tallas comparten tipología, pero son diferentes en vestimenta y ornamentación.

La talla ha tardado más de un siglo en volver a tierras leridanas, tras recorrer localidades como Sitges, Tamarit, en Tarragona y Valldoreix. En Barcelona permaneció, más de un año, en una sala de subastas. En mayo de 2010 se retiró de la venta tras impedirlo la Generalitat. Al mes, Cultura, anunció que, tras ejercer el derecho de tanteo, la escultura se entregaría al Museo de Lleida, pero sus dueños paralizaron la venta. Por fin, en marzo de 2011, la Generalitat si que la compró al precio de salida.

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