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Los bajos se llenan de fantasmas

Valencia pierde negocios en el centro por la caída de ventas y la subida del IVA

Locales en alquiler en el centro de Valencia.
Locales en alquiler en el centro de Valencia.MÒNICA TORRES

Hay pocas palabras en Google que logren tantos resultados como la búsqueda de trabajo. Una de ellas es la combinación de liquidación y cierre de negocios en Valencia. Este resto se debe a la extinción paulatina de pequeñas empresas en la ciudad. Algo que se puede comprobar de forma virtual, pero también con una simple mirada a los bajos de la ciudad: en casi todos cuelga un cartel de “Se alquila” o, en el mayor de los deseos, “Se traspasa”. Una situación que se extiende a todos los barrios y que rodea el 11% de descenso con respecto al año pasado.

“Lo que a mí me dicen es que todos están palmando pasta”, resume J. F., propietario de una tienda de vestidos de fiesta en el centro de Valencia. Este empresario recoge, junto a un amigo de Ghana, todas las pertenencias de un reformado local en lo que llama “la calle de las novias”. “Hay que saber retirarse a tiempo”, sostiene. “En estas cosas tienes que hacer cálculos cuando ganas. Llevo dos años con pérdidas y ya no puedo aguantar más”. Su caso, que él describe como muy concreto debido a lo “diferenciado” del producto, se extiende a todos los sectores. “Mis compañeros me han confesado que están igual o peor que yo, pero no se atreven a dejarlo”, reconoce antes de explicar que él reconducirá su oficio a la venta por Internet y liquidará el material vendiéndolo en el país africano de su compañero. Él empezó en 1994, cuando la economía y las ganancias eran “boyantes”, y tiene que cerrar este mes a pesar de, según señala, gozar de una renta “ridícula”.

"A mí todos me dicen que están palmando pasta", confiesa un tendero

El alquiler es, precisamente, uno de los aspectos clave para los nuevos emprendedores. Muchos de ellos lo consideran prohibitivo. El precio varía de un lugar a otro de la ciudad, pero lo común es la disminución del 35% de media, según indican en una inmobiliaria que prefiere no dar su nombre. Algunas quejas se dirigen hacia las propiedades de Aumsa, pertenecientes al Ayuntamiento. Ahí no sólo no han bajado sino que se le ha aplicado la subida relativa del IVA, otro de los factores más temidos por los empresarios. Estos protestaron el pasado mes de agosto –antes de que se hiciera efectivo el aumento del 18% al 21%- alegando que supondría un revés importante a la “delicada” situación de los pequeños negocios.

En el centro, no obstante, el precio se ha mantenido y la demanda sigue siendo elevada, según publicó el pasado lunes 12 de octubre Valencia Plaza. En esta zona, la alternancia es algo común. A pesar de que el precio del metro cuadrado supera los 100 euros, varias grandes superficies planean una próxima apertura. Aquí, las calles “nobles” lucen lustrosos escaparates de marcas internacionales y se renueva la oferta. En la calle Poeta Querol, el director de la distribuidora de relojes Rolex, Sergio Sanchís, reconoce que “está funcionando bien” y que no solo ha sido positivo este primer año sino que, además, se barajan más puntos de venta en Castellón y Alicante. “Se nota como en todos los sitios, pero aún tenemos compradores porque nuestra marca tiene un valor residual”, opina. Y en una esquina cercana varios albañiles renuevan el montaje de una antigua tienda de ropa por otra de calzado. Aunque también hay cierres, como el de la tienda de moda masculina Emenergildo Zegna, que ahora luce un discreto cartel con sus otras direcciones.

“Lo de los comercios es una carrera de fondo”, apunta Isabel Cosme, presidenta de la Confederación de Empresarios del Comercio Valenciano (Cecoval), “y ahora hay que tener mucha resistencia porque no nos quedan colchones”. “Lo que está sucediendo es un cambio de paisaje”, continúa Cosme. “Las zonas buenas siguen siendo buenas. Y las malas, muy malas”. Aunque reconoce que es difícil dar cifras sobre el número de bajas, alega que se trata de un sector orgánico y que “sigue vivo” a pesar del “paraguas de la incertidumbre” que lo acosa. “Muchas van cayendo por la falta de liquidez, la caída del consumo y el precio de vida más elevado, pero otras se mudan, no cierran”. Esta nueva geografía se atiene, como ancestralmente, a la separación por gremios, muy visible en el centro de las ciudades. “A veces interesa tener competencia para atraer a gente. Pero si te quedas abandonado estás perdido”, admite la empresaria.

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En Valencia, el sector servicios pasó a ocupar un 68,5% (del 68,1% de 2011) del total de actividad económica. En el distrito de Ciutat Vella, el número de inscripciones ha pasado de 3.894 a 3.846. Algunos de los negocios afectados han sido los restaurantes, que han pasado de 1304 a 1283, o las cafeterías (de 285 a 269), aunque también las joyerías, que han disminuido su número en seis. Es llamativo que los quioscos hayan pasado a ser 58, cuatro más, o las horchatería o chocolaterías -enmarcadas en la misma distinción- que han sumado ocho.

Una tienda dedicada a la venta de calzado de piel es una de las que se mantienen en pie en las calles asfaltadas del centro. Lleva cinco años con vida. José, el propietario, justifica su resistencia alegando que le ha costado dos despidos y el cierre de otro local. “Empecé con mi mujer y un empleado y ahora estoy yo solo”. “La competencia sana es buena”, precisa señalando a los tres bares que tiene enfrente, “pero si supone una reducción excesiva del precio termina siendo un desastre”.

La estampa más visible de este cambio es el barrio de El Carmen. Alrededor de la plaza del Tossal los negocios varían con una velocidad sorprendente. Donde antes había una tienda de ropa ahora hay una de recuerdos y viceversa. Unos de estos casos celebra en diciembre su primer aniversario. “No nos ha ido mal”, responde el encargado, “pero nunca sabes hasta cuándo va a ser así”. No pasa lo mismo en los albores del casco antiguo. Una vez atraviesas Guillem de Castro, los locales de comida rápida o locutorios pueblan los escasos locales ocupados. La situación se agrava en la periferia: “Aquí solo se salva el estanco y la farmacia”, lamenta una vecina de Patraix.

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