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Kutxabank analiza su privatización

BBK se enfrenta a perder la mayoría del banco pese al borrador de Luis de Guindos.

Pedro Gorospe
El presidente de Kutxabank, Mario Fernández (en el centro), con sus dos vicepresidentes, Carlos Zapatero (izquierda) y Xabier Iturbe.
El presidente de Kutxabank, Mario Fernández (en el centro), con sus dos vicepresidentes, Carlos Zapatero (izquierda) y Xabier Iturbe.LUIS ALBERTO GARCÍA

No se sabe de forma precisa cuándo será, ni cómo, pero sus números y solvencia le habilitan para hacer la transición hacia un banco no controlado por las tres cajas vascas, sin tener que soltar el volante de la nave. No es poco. Pero que Kutxabank acabe siendo un banco sin el control mayoritario de sus actuales accionistas, parece insalvable.

Apenas si ha pasado un mes desde que las asambleas y consejos de administración de BBK, Kutxa y Vital se adaptaran a la nueva legislación autónomica, y ya se han quedado obsoletas. El modelo de cajas vascas, que empezó a cambiar con la crisis y avanzó en 2010 cuando el Banco de España puso en marcha la primera reordenación del sistema financiero —y les obligó a ganar tamaño en base a fusiones clásicas o frías—, va a desaparecer totalmente en el primer semestre de 2013. La entrada en vigor de la nueva legislación a la que obliga la UE, convertirá a las cajas vascas en fundaciones bancarias.

De hecho, la progresiva privatización de los bancos propiedad de las cajas es uno de los objetivos prioritarios de la UE, que todavía no ha autorizado a esas futuras fundaciones bancarias a mantener el control del banco pese a que sí lo hace el borrador de decreto ley que está elaborando el ministro de Economía, Luis de Guindos. Aunque inicialmente en ese borrador se da luz verde a esas fundaciones bancarias a tener más del 50% del banco —BBK tiene el 57%, Kutxa el 32% y Vital el resto—, existen ciertas dudas sobre el visto bueno de la UE y del BCE. De lo que nadie duda ya es de que las dos principales señas de identidad con las que nació Kutxabank —y las bases que alumbraron el acuerdo entre todos los partidos, incluido Bildu, para su constitución mayoritaria— se tambalean.

Las bases sobre las que fue

En unas condiciones de pérdida de control, el mantenimiento de un flujo del 30% de los beneficios del banco para la obra social de las cajas y el bloqueo que pactaron ante una eventual privatización empiezan a ser papel mojado. En ese contexto es en el que el banco vasco estudia posibles alternativas. Aunque la hoja de ruta definitiva para avanzar por esa vía férrea todavía está en blanco, están considerando todas las opciones a marchas forzadas.

Si finalmente las exigencias de control que impone la UE son insoportables para las fundaciones con más del 50% del banco, Kutxabank tendrá que abordar un plan de desinversiones para el que inicialmente tampoco tiene plazo. Vender ahora sería, como dijo su presidente Mario Fernández, “un expolio”, y más cuando el esquema que manejan las cajas pasa por dedicar los fondos obtenidos por las obligadas desinversiones para completar sus compromisos con la obra social. En ese caso, Kutxabank baraja la búsqueda de empresas de confianza capaces de afrontar compras de participaciones sin exigir a cambio una modificación de la filosofía del sistema.

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Con cajas mayoritarias, Economía tendrá el control

Entre ellas, por ejemplo, estarían algunas de las empresas en las que ya tiene participaciones el banco, como, por ejemplo Iberdrola. Ese sería uno de los modelos para salvar la papeleta, pero podría haber otros, como la entrada en una sociedad ajena a las cajas pero controlada por ellas que sería el vehículo para controlar Kutxabank. Aunque los expertos consultados creen que esta opción es más complicada y podría generar más recelos.

En caso de que Kutxabank llegue a la conclusión de que es mejor mantener el control directo a través de una fundación bancaria en la que se convertirían BBK, Kutxa y Vital, tendrá que dar muchas más explicaciones al Ministerio de Economía, que pasará a ser su supervisor, perdiendo el protectorado del Gobierno vasco. Aunque la hoja de ruta definitiva para avanzar por esa vía todavía está en blanco, los recelos de Bildu —que ha sido marginado del proceso— tienen una justificación evidente.

PNV, PSE y PP recabaron primero su apoyo para darle al proceso de creación del banco un marchamo de país, pero ahora que hay que saltarse —por imperativo legal— el bloqueo que aquel pacto imponía a una eventual privatización, zancadillean su entrada en el consejo de administración de Kutxa. Bildu interpreta que los últimos movimientos de Kutxabank tienen como principal objetivo ese: la privatización.

Un banco sin dudas

Kutxabank empezó a operar el primero de enero de 2012 y prácticamente uno de sus primeros movimientos fue provisionar sus riesgos para evitar la más mínima duda. Inyectó 3.100 millones de euros, una cantidad que conceptualmente excedía los requerimientos establecidos por la nueva normativa. Es decir, después de calificar como problemáticos el 70% de sus activos ligados a la promoción, frente al 54% de media del sector, llegó a tener un porcentaje de cobertura de sus activos problemáticos del 52%, y con provisiones genéricas por un 11% adicional.

Lógicamente afectó a sus resultados. BBK obtuvo un beneficio consolidado de 220,2 millones al final de 2011, un 14,6% menos, el Grupo Caja Vital cerró el pasado ejercicio con un beneficio neto consolidado de 14,7 millones de euros, un 61,9% menos que en 2010, y la más afectada y expuesta al ladrillo, la Kutxa ganó 10,25 millones, un 85,5% menos que en 2010.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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