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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Llorente mata al mensajero

El delantero culpa a la prensa de su última decisión para irse del Athletic

Fernando Llorente acaba de matar al mensajero sin mirar a su alrededor para encontrar la razón poderosa y auténtica que explique su irrefrenable deseo deportivo de irse del Athletic. Después de meses silenciando el secreto que, paradójicamente, era vox populi, viene a decir que la prensa de Bilbao, la misma que le mimó para evitar que el ninguneo vacilante de Javier Clemente le arrastrara hace años a una imperdonable cesión, tiene la culpa de su polémica marcha. Son, claro, los mismos medios a quienes señala con el dedo acusador después de relegarles en favor de las ondas más placenteras de Madrid.

Con su brote de sinceridad, Llorente, al ponderar como "irrechazable" la oferta para la renovación de su actual contrato, quiere decir que no se va por dinero. En San Mamés, y él lo sabe, hace mucho daño cuando te llaman "pesetero" al irte de Lezama y no sería la primera vez que ocurre. Además, el jugador riojano está en lo cierto: sus compañeros de selección ya le han explicado que en estos tiempos de crisis es difícil encontrar un club que pague más de cinco millones de euros netos por temporada y que cumpla los plazos en efectivo sin avales bancarios. Incluso, se lo recordó el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, llevándose las manos a la cabeza al saber que el futbolista, siempre idolatrado por sus indiscutibles méritos, despreciaba la oferta económica en tiempos de paro creciente.

Y al refugiarse en el diccionario de disculpas, Llorente evita menospreciar la proyección deportiva del Athletic que le vio nacer. Por eso, cuando su lógica ambición deportiva le pide, como profesional, irse a un equipo que le asegure la Champions, que le dé lustre europeo y que le deje expuesto a los ojos de Del Bosque, vaya que no sea el Athletic, no le queda otro camino que tropezarse torpemente con la piedra de la prensa y con los gritos en agosto de un localizado sector minoritario de San Mamés.

Así las cosas, hasta ayer, la indiferencia sobre el desplante de Llorente superaba a esos críticos que en el colmo absurdo de su rabia le llegaron a vociferar "español". A partir de ahora, las reacciones se antojan imprevisibles. Sería oportuno, incluso necesario, que en la búsqueda de todos los indicadores de este vodevil, los presidentes del Athletic Fernando García Macua y Josu Urrutia explicaran los motivos que impidieron a Llorente firmar la renovación de inmediato toda vez que entendía "irrechazable" la oferta. ¿Qué ocurrió en realidad? ¿No renovó con Macua por la proximidad de las elecciones y así evitar suspicacias? ¿Llegó a pedirse una mejora? ¿Empezaron a llamar otros clubes y se enredaron las conversaciones? La prensa ha ido contando lo que le decían y en la grada, mientras tanto, tomaban nota. ¿Y esa es la única razón para un divorcio tan sonoro?

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