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Un debutante y siete repetidores en la nueva Xunta

El ascenso de Rueda no es ni “un premio ni un reconocimiento” sino que obedece a la necesidad de coordinar al gobierno

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, acompañado de los conselleiros
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, acompañado de los conselleiros Lavandeira jr (EFE)

Llevaba una legislatura trabajabando codo con codo con Alberto Núñez Feijóo, pero ayer por primera vez los focos le señalaron a él. El asesor económico del presidente, Francisco Conde, juró ayer el cargo de conselleiro de Economía e Industria ante una biblia y un crucifijo en el mismo pazo de Raxoi donde tantas veces había operado desde la trastienda. Y después se fundió en un cariñoso saludo con el que había sido su jefe la pasada legislatura y que ahora seguirá siéndolo pero ya dentro del Consello de la Xunta. En su discurso, Feijóo se felicitó por haber dado con “la persona adecuada” por su triple conocimiento “teórico, político y económico”.

El fichaje lo vendió el presidente como parte de ese programa de cazatalentos que propone para su segundo mandato: “El ejemplo de esa Galicia global que permite a un joven de Monforte iniciar su tarea en Madrid y desarrollar todo su potencial de vuelta a Galicia”. Al currículum de Conde, profesor de Economía Aplicada en la Universidad CEU San Pablo de Madrid, añade desde el domingo la Xunta su experiencia en la internacionalización de la economía y su participación en los acuerdos de Pemex que según la Xunta servirán para construir dos barcos floteles en Galicia. En su estreno declinó hacer declaraciones más allá de subrayar el orgullo que supone para él asumir el nuevo cargo.

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La única cara nueva del Gobierno autónomico surge del propio gabinente presidencial y si no hay más sorpresas es porque “a cargos de esta relevancia no puede llegarse a aprender”, dijo el propio Feijóo que esgrimió otros dos avales para ofrecer más de lo mismo ya que “Galicia está en la senda adecuada” y “seis de los ocho conselleiros recibieron el respaldo mayoritario de las urnas”. Todos menos el debutante y la titular de Sanidade, Rocío Mosquera, la única junto con el de Educación que optaron por prometer el cargo sobre el Estatuto de Autonomía.

Rueda no se siente delfín

Como viene siendo costumbre desde que llegó a la Xunta, en las mañanas solemnes no se escucha más voz que la del presidente. Ayer Feijóo comprobó cómo sus siete conselleiros y el vicepresidente asumían sus cargos (Vázquez y Mosquera prefirieron la promesa sobre el Estatuto al juramento ante la Biblia) con reverencia incluida al pasar ante el jefe del Gobierno. Luego leyó el discurso, posó para la foto de familia y departió con algunas de las autoridades presentes y con familiares de quienes integrarán su gobierno. Cuando micrófonos y cámaras se giraron ante los protagonistas, Conde y Rueda declinaron hacer declaraciones.

Ambos se pararon como gesto de cortesía ante la prensa pero evidenciaron que sus discursos no tocaban y despejaron a los periodistas con monosílabos. A la pregunta de si renunciará al acta de diputado, Rueda —que en algunas quinielas figura como heredero en el improbable caso de que Feijóo se marche a Madrid a corto plazo— dijo que hará lo que le indique el presidente. Cuando se le planteó si se siente señalado como “delfín”, respondió que no.

La otra novedad, la primera vicepresidencia de la era Feijóo que ocupará Alfonso Rueda, “no es un premio ni un reconocimiento a la lealtad” del número dos en la Xunta y en el partido sino que servirá para ejercer de puente entre dos poderes, el Ejecutivo y el legislativo, representados en la Xunta y el Parlamento gallego. A la carrera, antes de abandonar tan solemne sesión el propio Rueda eludió confirmar si eso implica que compatibilizará el acta de diputado con su nuevo papel en la Xunta, algo que no se permitió a ningún miembro del Gobierno el pasado mandato pero que ahora con la mayoría reforzada de 41 diputados podría variar. De paso, a Rueda le tocará también coordinar el trabajo de sus compañeros, algo que ya venía haciendo durante los tres años anteriores y sustituir al presidente durante sus viajes al extranjero que pretende intensificar en la legislatura que comienza.

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En el acto protocolario de ayer —monopolizado por cargos institucionales del PP — el presidente subrayó su promesa de pasar de la austeridad al crecimiento sin especificar sus recetas ni detallar el presupuesto con el que contará el anunciado fondo para combatir la crisis y la destrucción de empleo.

La presentación del nuevo Ejecutivo sirvió también para despedir al único que no repite, Javier Guerra, responsable hasta ayer de la cartera de Industria y también de sonoros fiascos en la gestión del Instituto de Promoción Económica, cuya dirección fue detenida en el marco de una operación contra la corrupción y sobre todo en el sector eólico donde ha recibido duros varapalos de los tribunales. Pese a su accidentado paso por la Xunta, Feijóo agradeció que “renunciase a las comodidades de una brillante carrera emprendedora para trabajar por Galicia”. Seguiré contando con él en nuevas responsabilidades”, comprometió el presidente sin dar pistas sobre cual será su futuro destino. De momento, Guerra mantiene su escaño como diputado en la Cámara gallega

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