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Las cambiantes versiones de López-Sors

El exalto cargo insiste en que ordenó alejar al 'Prestige' porque no "estaba para navegar de acá para allá" y "vertía a borbotones"

El exdirector de la Marina Mercante José Juis López Sors
El exdirector de la Marina Mercante José Juis López Sors Cabalar (EFE)

Justificó en la urgencia del momento que no se le “ocurriera”, como autoridad marítima española, consultar a expertos técnicos para determinar desde un principio qué hacer con el Prestige. Se escudó en que España tiene todo el derecho a no autorizar al petrolero herido a ir a un puerto u otra zona de refugio para intentar un trasvase de su carga, pese a que sí se había permitido en otros casos precedentes. Admitió la idoneidad del puerto coruñés para esa operación, aunque alegó que se descartó a partir de una única negativa, y tampoco tajante, la del práctico mayor. Pero, tras quedar en evidencia en múltiples aspectos durante los interrogatorios al que le sometieron el martes los letrados de Mare Shipping, la compañía armadora del barco, o el lunes el de Nunca Máis, el exdirector general de la Marina Mercante, José Luis López-Sors optó ayer en la vista judicial por silenciar o intentar dar la vuelta a cualquier referencia que lo comprometiese más.

 El único representante del Gobierno de Aznar sentado en el banquillo de los acusados en el juicio del Prestige se dejó ayer reconducir por su defensora, una abogada del Estado, contestó con un simple sí o un, sin entrar en detalles, matizó algunas confesiones, e intentó reanimar, aunque fuesen contradictorios, los argumentos clave de su letrada, que él mismo había echado por tierra al desmentirlos u omitirlos en sus declaraciones anteriores. Esto es, que el Prestige, nada más ser golpeado por el mar, el 13 de noviembre de 2002, sufrió daños en su estructura que le dejaron “en una situación grave de rotura, en ciernes de un hundimiento”. El buque estaba, por lo tanto, impedido para navegar “de acá para allá”. Vertía además “fuel a borbotones”, según la apreciación visual de los técnicos enviados a bordo el día 14, lo que también hacía imposible la opción de llevarlo a ningún puerto. Que bajo su “dirección y responsabilidad” se tomaron todas las decisiones “fundadas en asesoramiento de profesionales de la Administración” y “con la máxima información”. Y pese a que el Prestige “no estaba en condiciones” de navegar a ninguna parte, se ordenó alejar y mantener el barco en alta mar, “con el único rumbo posible” para minimizar daños ecológicos. Incluso la organización ecologista Adena lo felicitó por escrito el 15 de noviembre, se vanaglorió ayer López-Sors.

Si el accidente se convirtió en catástrofe fue, insistió, primero porque el capitán demoró tres horas el remolque, “lo que estropeó el barco”, y que dos días después la empresa rescatadora contratada por el armador se retrasó en tomar el mando del barco. Olvidadas quedaron ayer las “razones humanitarias” que López-Sors invocó la víspera para explicar que estuvo tentado de evacuar antes de tiempo al capitán del Prestige. O los dos intentos abortados “por las altas esferas” del Gobierno de llevar al equipo de rescatadores a bordo del petrolero. Desaparecieron también del relatorio del exalto cargo esas botellas de muestra de fuel que la víspera, y por primera vez en 10 años, consideraba imprescindibles.

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Uno de los argumentos del capitán del Prestige, principal acusado en este juicio, quedó además refrendado por López-Sors cuando este contó ayer que un petrolero, ese mismo fatídico 13 de noviembre, perdió su ancla al refugiarse del temporal en la ría “demasiado abierta” de Ares y tuvo que “hacerse a la mar para capear” los vientos. Apostolos Mangouras sostuvo siempre que el tamaño del Prestige impedía que se pudiese haber evitado el accidente buscando una zona de abrigo frente a Fisterra, una vez que se anunció el temporal.

A una solicitud de hasta cinco años de prisión se enfrenta el exalto cargo de Fomento, acusado de un delito contra los recursos naturales y de otro de daños, por el que le piden la imposición de una multa. De ser condenado, el Estado español, también demandante este juicio, será declarado responsable civil subsidiario y obligado a pagar la multimillonaria factura de la catástrofe.

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López-Sors sigue asumiendo toda la responsabilidad de la gestión del desastre y exculpando a sus superiores, el primero, el exministro Francisco Álvarez-Cascos. Aunque ayer retomó su inicial defensa de que tampoco estaba él solo al mando. Se apoyó en “técnicos profesionales” pero también altos cargos políticos de Marina Mercante para los “diagnósticos· sobre el estado del barco. “Se valoraban y se debatían todas las informaciones y datos disponibles en el órgano rector” creado para gestionar la crisis. Por mucho que las actas de esas reuniones indicasen lo contrario.

Cierto es, como está grabado, que nada más accidentarse el Prestige, su primera “consigna” fue ordenar alejarlo lo más posible “hasta hundirlo”. Pero el exdirector de Marina se escudó, para desmentir que fuese una orden definitiva, en que siempre “se volvían a evaluar las actuaciones a medida de las cambiantes informaciones” sobre el barco. Alejarlo, arguyó, “tampoco era posible” mientras no se hacía firme el remolque. Y toda “actuación” estuvo condicionada por ese “riesgo importante de rotura y hundimiento”. Las mayores pruebas de ello, según alegó ayer López-Sors fue el “diágnóstico” resumido por teléfono que le hizo desde Madrid su subdirector de Inspección Naval tras darle los “datos disponibles”. Y también que los rescatadores, a las pocas horas de pedir permiso para llevar el barco a Vigo —fue denegado—, pidiesen su evacuación “por miedo a zozobrar”.

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