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Feijóo consagra la austeridad total y pide caminar hacia el déficit cero

El candidato popular ha asegurado que Galicia será la comunidad con menos ajustes durante el próximo año

El presidente de la Xunta en funciones, Alberto Núñez Feijóo, pronuncia su discurso de investidura
El presidente de la Xunta en funciones, Alberto Núñez Feijóo, pronuncia su discurso de investiduraLavandeira jr (EFE)

La austeridad elevada a categoría de religión. A solo unas horas de convertirse formalmente de nuevo en presidente de la Xunta, el candidato del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, anticipa cuatros años más con las mismas recetas que lo trajeron hasta aquí, a él mismo que ha ampliado su mayoría en tres diputados y a Galicia, que en tres años y medio ha aumentado en 70.000 el número de parados hasta sumar 270.000. La hora y media del discurso de investidura sirvió esta mañana para refrendar el compromiso de Feijóo con los rigores presupuestarios que irán incluso más allá de lo que obligan las instituciones comunitarias y los llamados mercados. Galicia no solo se quedará este año por debajo del techo del 0,7 % que impone el Gobierno central, sino que en esta legislatura caminará hacia el déficit cero “para que los gallegos puedan vivir de lo que producen sin endeudar a los gallegos de mañana, y poder dedicar el 100 % de los recursos a políticas que estimulen el crecimiento y el bienestar de la gente”.

La apuesta que anticipó el Partido Popular en la campaña y en su programa electoral por el crecimiento deberá esperar a 2015. “Será necesario seguir trabajando en una transición económica, en los dos primeros años, hacia ese objetivo”, según anunció en el Parlamento. Su comparecencia permite vislumbrar pocos cambios en su segundo Gobierno. El compromiso para que en solo una semanas (a lo largo del mes de diciembre según explicó) tengan que estar listos los presupuestos deja exiguo margen a la improvisación y las caras nuevas. Las pistas sobre el gabinete que tiene en mente y que desvelará el domingo no acabaron ahí: “Galicia seguirá siendo la nacionalidad histórica con el Gobierno más reducido que contará aún con menos altos cargos”. El objetivo, cabe suponer, es provisional porque tanto el País Vasco como Cataluña todavía están pendientes de nombrar Gobierno.

Esa austeridad “bien entendida” que volverá a ser el centro de la acción política pasa por rebajar las subvenciones a partidos, sindicatos y patronal y por reducir de 75 a 61el número de diputados, tal y como decía la biblia de campaña. Si el recorte de escaños intentará ser consensuado o si pretende seguir primando los intereses electorales del PP y los territorios donde recibe más apoyos son una duda que no disipó en el hemiciclo.

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La estrategia económica del Gobierno que nacerá el domingo pasa por un fondo por el crecimiento que englobará las inversiones de la comunidad y por aplicar mínimas rebajas fiscales a futuros emprendedores. También este colectivo contará con una ley propia.

Sin mencionar explícitamente la “Galicia única” que intentó sin éxito consolidar durante su primer mandato, Feijóo deslizó leves reproches contra quienes frustraron la racionalización de los aeropuertos o de los campus universitarios. Entre la media docena de acuerdos que ofreció a la oposición (financiación autonómica, fondos europeos, planificación del territorio con una nueva ley del suelo, mapa financiero, incentivar el crecimiento y blindar los servicios públicos) citó también un pacto por el rural y cuando empezaba a enumerar supuestas medidas que la Xunta ha tomado en defensa de los ganaderos —que desde hoy van a dejar perder toda su leche para protestar contra sus bajos precios— un grupo de manifestantes se levantó en medio de la tribuna y empezó a proferir gritos contra el presidente en funciones. El personal de seguridad de la Cámara los expulsó a ellos y a sus carteles reivindicativos y el episodio deparó el único aplauso de los diputados de la oposición.

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La recta final del discurso descubrió una defensa cerrada de las políticas públicas que según el líder popular defiende su partido, el compromiso de crear otras 6.000 plazas públicas de guarderías, residencias, centros de día y 17 nuevos centros de salud, así como el reproche a sus adversarios: “Que un partido sea o no social no depende de una autodeclaración sino de la eficacia”. La alusión de Feijóo a sus propios recortes tiró de eufemismos y fue indirecta: “las decisiones, por complejas que pueden resultar, tienen una razón de ser y un fin que es el social”.

En 49 páginas de su discurso reservó un guiño para las víctimas y los desahucios: La Xunta primará a los afectados en la adjudicación de viviendas de protección oficial, con criterios aún no explicitados. Su intervención no escatimó críticas al Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, a quien Feijóo sigue culpando de generar la crisis y culminó con una definición de lo que el candidato popular considera galleguista: “aquel que se alía con sus contemporáneos para hacer posible las ilusiones comunes y mirar juntos hacia adelante”.

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