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El óxido como amenaza

El colegio número 103, de Valencia, se ha convertido en un símbolo de la precariedad de instalaciones

Es todo un símbolo porque es el único centro escolar de la tercera capital de España que está completamente instalado en contenedores tuneados de obra, como denominan los padres y madres del colegio número 103 a lo que la Generalitat llama aulas prefabricadas. También porque está en el entorno de la Valencia escaparate del mundo que representa la Ciudad de las Artes y las Ciencias, donde se han invertido centenares de millones, pero no ha alcanzado la calderilla para construir un colegio canónico. Y también, quizá, porque su caso ha sido recogido por televisiones extranjeras.

Cuatro años hace que pidieron por registro de entrada “una valla en condiciones” para los niños de 3 a 8 años que llevan toda su vida escolarizados en barracones, como explicaba la vicepresidenta del Ampa del centro, María Jesus Algás el viernes en el pleno municipal. “La falta de alarma y seguridad, también por la altura de la valla”, que “ha propiciado robos”, se añade a la mala instalación de las tuberías, que provoca atascos en los lavabos “creando problemas de higiene”, además de olores, óxido y humedad.

El aula de música del colegio 103, de Valencia, inundada.
El aula de música del colegio 103, de Valencia, inundada.

El presidente del Ampa, Ulisses Calabuig, decía que más bien parecía una valla “de separar ganado”, y marcar un espacio donde no están separados los alumnos de infantil y primaria; carente de biblioteca, gimnasio y aula de informática, y donde el aula de música se moja si llueve, cosa usual en el otoño valenciano.

“Se solicita a la honorable consellera de Educación” que “cumpla con la obligación de mantener y conservar el centro en las debidas condiciones de salubridad e higiene en tanto titular del mismo; y previa la tramitación correspondiente proceda a la construcción, con carácter de urgencia, del centro definitivo en aras a abandonar la situación de provisionalidad actual del CEIP número 103”. Así concluía el recurso de alzada presentado por los padres de este colegio sin nombre, provisional en sus instalaciones y el suelo que pisa.

María Jesús Algás recordaba que la licencia de obras del centro ya había caducado al no haberse “construido el colegio en el terreno que cedieron en 2010”. Se dirigía al teniente de alcalde Miquel Dominguez, porque la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá se fue del pleno cuando esta madre empezó a hablar.

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La Consejería de Educación “prevé construir un nuevo centro en la medida que exista disponibilidad presupuestaria”. Califica las aulas como “las mejores que existen en el mercado y en la Comunidad Valenciana, porque están hechas con metal forrado en chapa y se pintan cada año para evitar que se oxiden. Algás asgura que no es cierto y muestra una foto tras otras de zonas oxidadas como prueba. En cuanto a “mantenimiento, conservación y vigilancia”, remite al Ayuntamiento. El concejal socialista Félix Estrela presentó una moción sobre la situación del centro y el concejal delegado de Educación, Emilio del Toro, habló de unas aulas “cuya habitabilidad es correcta”.

Detalle de la valla del colegio 103, en Valencia.
Detalle de la valla del colegio 103, en Valencia.

El colegio 103 es la estrella de la llamada “ruta del despilfarro” que organiza el colectivo Xarxa Urbana en Valencia y que este sábado centró su recorrido en la enseñanza pública. En esta ocasión estuvieron acompañados por familias del colegio Evaristo Calatayud de Montserrat que, además de reivindicar con un calendario erótico el transprote escolar, llevan más de cinco años dando clases también en barracones.

Junto al solar escolar ubicado al lado de las Naves Cross, la comunidad del colegio 103 reiteró el temor a que en lugar de construirles el prometido centro público, el colegio acabe convirtiéndose en uno de los anunciados centros de inicaitiva social (CIS). El hecho de que la consejería no desvele dónde se construirán esos centros privados sobre suelo público alimenta sus temores. Se trata de una fórmula más de privatización, mediante la cual las empresas privadas concursan para obtener una concesión de explotación del servicio educativo por un tiempo determinado. El suelo es público, la gestión privada y el profesorado concertado.

Aunque en un principio se habló de una cantidad muy superior, fuentes de la consejería afirman ahora que va a promover siete u ocho CIS, y que “Valencia y Alicante, así como otras ciudades por determinar”, albergarán estos centros. “Se construirán en aquellos lugares donde exista demanda”, para dar respuesta a más de 7.000 familias que solicitan anualmente centro concertado”.

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