Hacia el canon perfecto
Con su espectáculo 'EJECT', Pablo Esbert se manifiesta una vez más como un inquieto creador
El bailarín y creador Pablo Esbert Lilienfeld (Madrid, 1981) culmina ahora en 2012 su trilogía con este EJECT. Antes produjo PLAY en 2006 y EDIT en 2010. He seguido las tres propuestas, que se muestran como una unidad a largo plazo, y puede decirse que hay un hilo y un desarrollo evidente, ampliación de miras en la estética y en los valores del producto. Para Esbert (que conceptualiza su obra como “ensayo coreográfico”) EJECT es el “botón definitivo, la función más humana del reproductor” y se ha inspirado en el concepto cinematográfico de encuadre.
La organización del movimiento sobre un fraseo concertante da la cadencia; hay cartelitos a la manera de Juan Domínguez (es mejor a que hablen) y sucesivos loops de 37 segundos.
EJECT
Coreografía y música: Pablo Esbert Lilienfeld; luces: Daniel R. Boto; bailarines: Janet Novás y Ligia Manuela Lewis. Sala Cuarta Pared. Hasta el 24 de noviembre.
No hay vestuario teatral y se ironiza sobre ello. Las bases electrónicas (o no-música) marcan el tono obsesivo, en agotador ostinato y hay un exceso de didactismo perturbador que distrae del baile y su esencial proteico.
Esbert respira hondo en el aquí y el ahora como una respuesta desesperada. Al parecer falló la conexión en directo con el Teatro Pradillo (donde bailaba a la vez Elena Córdoba), y eso genera muchas preguntas: ¿intencionado amateurismo? ¿Arte sucio? Por fin el goteo de loops produce el efecto deseado: un canon perfecto en la proyección, una sensación de vulnerada virtualidad o quizás la constancia del módulo en el efímero.
Pablo Esbert se manifiesta una vez más como el inquieto creador que es, y perfila un estilo en la investigación con formulaciones siempre cecanas a la performance y a la deconstrucción.