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El Partido Popular esconde los recortes bajo la alfombra

María Dolores de Cospedal cuestiona la honradez de Artur Mas

Àngels Piñol
Alicia Sánchez-Camacho y Dolores de Cospedal, durante el mitin.
Alicia Sánchez-Camacho y Dolores de Cospedal, durante el mitin.ANDREU DALMAU (EFE)

El Partido Popular gobierna desde hace un año en España y ha sido socio cómplice de los recortes de Artur Mas en esta legislatura. Alicia Sánchez-Camacho, la candidata popular, permitió con su abstención imponer, aunque con cambios, el euro por receta, rebajar el sueldo a los funcionarios, el cierre de quirófanos, ampliar la ratio en los colegios o aumentar las tasas universitarias.

Pero nada de eso ha salido a relucir en esta campaña de los populares centrada casi exclusivamente en desprestigiar la consulta soberanista de Mas. Los recortes están en la luna. Tampoco ha citado el PP la amenaza del rescate, que el paro ha alcanzado los seis millones de personas o los estragos de la reforma laboral. Y, por el contrario, como si se tratara de un partido de la oposición más combativa en Cataluña, Sánchez-Camacho ha descrito que desde que gobierna Mas Cataluña ha aumentado en 10.000 millones su deuda, que suma 135.000 parados más, que han cerrado 17.000 empresas, que 1,6 de 7,5 millones de catalanes viven bajo el umbral de la pobreza y que 400.000 niños solo comen una vez al día. Su discurso se remite a que el Gobierno de Rajoy sí que trabaja en aplicar reformas para salir de la crisis. María Dolores de Cospedal, número dos del PP, casi instalada en esta campaña en Cataluña, justificó en el mitin final celebrado en Cerdanyola la estrategia del PP catalán: “CiU engañó al PP. (Alicia) lo apoyó por encima de los intereses de su partido y cuando no le hizo caso lo denunció”.

La apuesta está clara: el PP ha fiado toda su suerte a erigirse en el líder del frente antisoberanista y en desprestigiar a Mas tachándole de “mesías” o “cobarde” por no tener coraje para afrontar la crisis. Y ha lanzado dudas sobre su honradez. La más incisiva, De Cospedal volvió a la carga y afirmó que los ciudadanos quieren políticos “honrados”: “Los catalanes no quieren gobernantes que digan que es natural tener cuentas en Suiza, porque luego vienes lo declaras y se blanquea el dinero o que les parezca normal que se saquee el Palau para que se vaya a no se sabe dónde”.

Los populares confían en repetir el resultado de 2010 y han desplegado todas sus artes de seducción subrayando su amor hacia Cataluña. Ayer, hasta Javier Arenas, exlíder del PP andaluz, impulsor hace años de una campaña contra la inmersión, dijo en Blanes que “nunca había observado en Cataluña ningún problema con el catalán”.

Pero al PP le preocupa un problema: pese a sus desesperados llamamientos, las encuestas apuntan que no están movilizando a su electorado, más fiel en las generales que en las autonómicas. Por eso invitan a los electores a “no perder ni un solo voto” para evitar la salida de “España y de Europa”. Y piden el voto útil a todo el mundo: “A los convergentes, a los socialistas huérfanos que no entienden el federalismo o Ciutadans”, dijo Sánchez-Camacho.

Acusados por CiU de espolear el discurso del miedo, el PP ha alertado que una Cataluña aislada implicará unos pensionistas sin pensiones, agricultores y pescadores sin ayudas europeas o la pérdida de inversiones. “No me echarán de esta tierra. No quiero sentirme extranjera cuando vaya a Daimiel y Almendralejo de donde son mis padres”, dijo la popular, protagonista de un emotivo mitin en Blanes, su ciudad, y de un vídeo en el que su familia repasa su vida.

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