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23 años sin dormir por el hospital

Una familia batalla desde 1989 con el Gregorio Marañón por el ruido de sus climatizadores La policía les da la razón y la Comunidad evita tomar medidas

Ignacio Sánchez, ante las instalaciones de climatización del hospital Gregorio Marañón.
Ignacio Sánchez, ante las instalaciones de climatización del hospital Gregorio Marañón. LUIS SEVILLANO

A veces no basta con tener razón. Ni con que te la den. Ni siquiera si quien te la da es la policía o el Ayuntamiento. A veces lo importante es a quién se la estás quitando. Sobre todo si es una Administración. Francisca Rodríguez, por ejemplo, tiene razón, y se la han dado. El edificio que hay frente a su casa hace demasiado ruido. No le deja dormir por las noches. Por tener, tiene hasta pruebas oficiales de que dice la verdad. Pero de poco le ha servido. Como en la novela inconclusa de Franz Kafka, lleva 23 años tratando de llegar al castillo. Sin éxito. Cada pequeño avance, tras meses de papeleo, conduce a una decepción. Al otro lado de la acera no hay un edificio cualquiera, sino el hospital Gregorio Marañón. Y en el otro lado del conflicto está la Comunidad de Madrid.

Francisca Rodríguez tiene 73 años y vive en el sexto y último piso del número 36 de la calle de Máiquez junto a su hijo, Ignacio Sánchez, y su nieto. A unos 20 metros de distancia de su ventana se desperdigan los diferentes edificios del hospital, con el servicio de Oncología y el de Cirugía Experimental en primer término. En la parte superior de varios de ellos hay instalados aparatos industriales de climatización, que emiten más ruido del legalmente permitido, pero, tras 23 años de quejas y trámites administrativos, siguen ahí, zumbando frente a su casa.

Más expedientes

» En 2010, el Ayuntamiento abrió 588 expedientes sancionadores por exceso de ruido.

» En 2011, tras la aprobación en enero de la nueva ordenanza, fueron 1.606, es decir, un 173% más.

» De enero a septiembre de 2012 han sido 1.993.

»  De enero a septiembre de 2012, la Policía Municipal ha realizado 1.129 mediciones de ruido, frente a las 938 del mismo periodo del año anterior. De ella, 773 han sido positivas, las mismas que en 2011. En total, entre actas positivas e infracciones registradas, suman 5.026, frente a las 3.641 de 2011.

El 22 de junio de 1989, Rodríguez presentó un escrito a la Concejalía de Medio Ambiente. Agustín Rodríguez Sahagún (CDS) acaba de sustituir al socialista Juan Barranco al frente de la alcaldía. El 4 de julio, el Ayuntamiento realizó una inspección en la vivienda: 57 decibelios de media, equivalente a una conversación o el pitido discreto de un despertador; por encima del umbral marcado por la Organización Mundial de la Salud y suficiente como para impedir dormir a una persona. La ordenanza actual de ruido marca un límite de 30 decibelios por el día y 25 por la noche.

El Ayuntamiento notificó el 27 de julio de 1989 a la dirección del hospital, dependiente entonces y ahora de la Comunidad de Madrid, que debía insonorizar las instalaciones de climatización para que no superaran los 45 decibelios que entonces señalaban el límite legal. En septiembre, se lo requirió por decreto. En junio de 1990 realizó una inspección y comprobó que las obras se habían hecho pero mal: el ruido persistía. Así que se volvió a pedir al hospital una solución. Un año después, lo sancionó con una multa de 60.000 pesetas (360 euros; lo que valía un mes de alquiler de un apartamento en el centro) y amenazó con clausurarlo.

En 1993, se repite la historia: nueva inspección, nuevo decreto, nueva inspección, ya en 1994, nuevo decreto… y nada. Por entonces era alcalde José María Álvarez del Manzano (PP), y en la Comunidad gobernaba el socialista Joaquín Leguina. Una nueva inspección, ya en 1995, acabó con otra multa, de 51.000 pesetas, que la Comunidad recurrió sin éxito y tuvo que pagar. Eso sí, no solucionó el problema. Entretanto, Rodríguez había instalado ventanas con doble acristalamiento, y aun así el ruido le seguía impidiendo dormir por las noches.

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La primera queja fue presentada siendo alcalde Rodríguez Sahagún

El Ayuntamiento realiza otra inspección, y decide precintar la instalación en 1997. El hospital se apresuró a realizar obras, pero tampoco solucionó el problema, como constató una nueva inspección, en 1998. Así que el Ayuntamiento volvió a amenazar y el hospital volvió a hacer obras. Por entonces, Francisca Rodríguez estaba enferma de cáncer, y la batalla administrativa pasó a un segundo plano de sus preocupaciones. Pero el ruido persistía, hasta el punto de que, por las noches, tras los tratamientos de quimioterapia, tenía que sacar la cama de su cuarto y dormir en el pasillo, lejos de las ventanas.

En agosto de 2008, su hijo Ignacio volvió a activar la maquinaria: denuncia, inspección de los aparatos de climatización, y expediente municipal por superar los límites permitidos. Eso fue en abril de 2010: al frente del Ayuntamiento estaba el ahora ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón (PP). En la Comunidad, Esperanza Aguirre (PP). Hace unos días, con ambos ya en otros quehaceres, el hospital comunicó al Ayuntamiento que había instalado una pantalla de insonorización en la planta de Oncología. El ruido persiste, porque no solo emana de allí. Y lo que es peor, esas pantallas no protegen a los edificios del hospital, donde el ruido también supera el margen legal (en las áreas sanitarias es idéntico al de las residenciales).

“Han rodeado el tigre, pero el tigre sigue rugiendo”, explica José Luis Dávila, portavoz adjunto del Partido Socialista en el distrito de Retiro, que lleva media vida apoyando a la familia. Ellos no tienen dinero para meterse en pleitos, viven de la pensión de Rodríguez, así que, tras acudir en busca de consulta al líder socialista, Jaime Lissavetzky, han pedido amparo al Defensor del Pueblo. Han hablado con los vecinos de su edificio, incluso de otros en la misma calle que también han presentado quejas. Pero desconfían: “Cuando vino la policía municipal lo hizo sin uniforme, en pantalones cortos. Nos dijeron que era para que en el hospital no vieran el coche patrulla, porque entonces apagarían los aparatos de climatización”, explica Rodríguez. En ocasiones no basta con tener razón. Ni aunque te la den.

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