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“Pensé en llamar a mis padres y decirles que me moría”

Testimonios de jóvenes que fueron a la fiesta del Madrid Arena y relatan cómo vivieron la tragedia

Vídeo: Carlos Rosillo

"Había gente llorando, aplastada, personas de seguridad tirando de los que estaban atrapados". Es el testimonio de Sandra, una de las asistentes a la fiesta de Halloween, que se celebraba en el pabellón deportivo Madrid Arena de Madrid y en la que han muerto tres chicas y dos se encuentran en estado crítico. Como Sandra, son muchos los testimonios que muestran el dolor pero, sobre todo, la indignación por la tragedia sucedida en el interior del recinto de la Casa de Campo.

Aitor Santos, 22 años, dice que él no se enteró de lo que pasó y cuando llegó a casa lo vio en Twitter y entonces decidió volver al Madrid Arena. Según él, la avalancha se produjo en el pasaje del terror -uno de los pasillos de entrada y salida al recinto- y no en la pista central. Al pasaje del terror se accedía desde la pista central por unas escaleras. Maria Santos, 19 años, es otra de las asistentes. "Nunca había visto tanta gente", dice por teléfono. Añade que a las cuatro empezó todo y que recuerda como el Samur pedía a la gente hacer una cadena para ayudar a levantarse y salir a la gente que se había caído. "Oí que una chica se había muerto", asegura esta joven que logró escapar de la avalancha. "También vi como sacaban de la pista a una chica en brazos y la llevaban a la barra, donde intentaron reanimarla", recuerda.

Pinche sobre la imagen para ver la reconstrucción de la tragedia.
Pinche sobre la imagen para ver la reconstrucción de la tragedia.Mariano Zafra / El País

Ernesto Moreno Hernández en la página de Facebook de EL PAÍS ha dicho: "Yo estuve en el tapón que se formó y era inhumano no te podías mover ni para adelante, porque había gente tirada en el suelo, ni hacia detrás, porque la gente seguía empujando, estuvimos como media hora así, hasta que se les ocurrió abrir otra salida y la gente empezó a salir por ahí" En la misma línea se manifiesta la propia Sandra en declaraciones a la Cadena SER. Según ella, sólo una de las salidas estaba abierta. "Había un tapón humano en la única salida, porque todas las demás estaban taponadas, precintadas", cuenta. Cristina Cárdenas de 18 años afirma que "la sensación era agobiante" y que en la puerta de salida "no entraba ni un alfiler". "La gente vomitaba dentro, se desmayaba, un caos", dice.

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"Los responsables no hacían apenas nada, los demás nos las tuvimos que ingeniar, y mientras la gente lloraba angustiada, se desmayaba y otros golpeaban como podían con fuerza una puerta y pared que habían derribado", explica Estefanía en la página de Facebook de EL PAÍS. "Nos fuimos metiendo en una pequeña sala (en mi caso tumbada en el suelo un amigo tiraba de mí, siendo imposible sacar mis piernas de todo el mogollón). Según salían muchas chicas completamente descolocadas, sin ser capaces de ponerse en pie del peso de la gente que habían tenido que soportar, en ningún momento vi a ningún responsable hacerse realmente cargo, solo nosotros nos ayudábamos los unos a los otros".

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Sandra Ballesteros, por su parte, muestra su rabia en Facebook por la imposibilidad de salir del recinto en plena estampida. "Yo estuve justo donde pasó todo y fue inhumano, brutal. Varias salidas cerradas, tramos de escaleras cortados...". Según las primeras investigaciones, alguien lanzó una bengala en el interior, lo que desató el pánico y llevó a que mucha gente empezara a correr en todas direcciones y a rodar por el suelo. Sandra lo corrobora en su testimonio. "Un chico tiró una bengala y ya a partir de ahí fue a peor, terminé en medio de uno de los pasillos con los pies en el aire, sujetada de las costillas y varios codos, gracias a un chico salí, que no sé ni cómo me sacó", cuenta. "Llegó a donde ponía emergencias y me senté en una barra porque ya no podía más. Me desabrochó el vestido porque tenía las costillas que me explotaban y se acerca uno de seguridad, me agarra de un brazo y me baja al suelo de un tirón porque ahí no se podía estar sentado. Increíble", añade indignada.

El aforo era de un máximo de 10.500 personas, según la ficha técnica del recinto, y algunos de los asistentes aseguran que, en el interior del Madrid Arena, había muchísima más gente. “Es una vergüenza que se vendan el doble de entradas de la capacidad de un sitio para ver a Steve Aoki", dice el usuario @karxu en Twitter que estuvo en la fiesta. Y añade en otro mensaje “Levantando cadáveres en nuestra cara... increíble esto”. Ernesto Moreno también se queja de que había demasiadas personas en la sala. "El aforo era de 10.000 y había 20.000".

Patricia Loeches, una joven que pasó la noche en la fiesta, ha subido una fotografía en su cuenta de Twitter en la que se puede ver la gran asistencia a la fiesta, donde se ve un reciento abarrotado. Según su mensaje en la red social: "Pues ya en el metro de vuelta. Sin palabras INCREIBLE. Una imagen lo dice todo".

Laura: "Pensé en llamar a mis padres y decirles que me moría"

"Antes de entrar al concierto de Steve Aoki ya escuchamos rumores de que se habían vendido más entradas de las permitidas, pero nadie hizo nada al respecto, incluso los menores de edad pasamos sin problemas. Como a las cuatro de la madrugada se produjo una avalancha por culpa de una bengala que tiraron. La gente, asustada, empezó a empujar y a correr hacia la puerta más cercana, donde se amontonaron. Yo estaba cerca de la puerta, pero al llegar tanta gente se formó un tapón. Era imposible salir. Perdí a mis amigas y me quedé sola en el medio de la avalancha. Me faltaba el aire y no podía respirar. Pensaba que me moría. Incluso pensé en llamar a mis padres y decirles que me moría, que de ahí no salía.

El agobio no era solo pensar que no podías respirar, sino el sentir que la gente te aplastaba, la impotencia de no poder hacer nada, de no poder escapar, la sensación de la falta de aire... veías que la gente seguía empujando y que era imposible ayudar a nadie. Al final, un chico al verme gritando y llorando que me moría, que no podía más, me levantó y consiguió que por inercia la gente empujara hacia la puerta y me sacasen fuera. Pero no es solo el hecho de la avalancha, sino el hecho de que sabiendo que había heridos no suspendiesen el concierto, algo que es totalmente vergonzoso".

Roberto García, 20 años: "Lo de anoche fue escalofriante"

"Lo de anoche en Madrid Arena fue escalofriante. No he sido capaz de dormir. Sin duda había exceso de aforo y escasos efectivos de seguridad. Lo vi todo desde la pasarela de justo encima de donde estaba la masa humana. Fuimos a la fiesta un grupo de unos 8 o 10 amigos y desde que cogimos la línea diez de metro para llegar a Lago nos sorprendió la cantidad de personas que se dirigían al Madrid Arena. Jamás había visto tanta aglomeración de gente en el metro. Al entrar no nos pidieron ni el DNI; solamente la entrada.  El recinto tiene tres plantas. Mis colegas y yo estábamos en la del medio. Desde allí vimos cómo una masa de gente empezó a agolparse y pensamos que era por una pelea. Después alguien encendió unas bengalas y cada vez había más y más chicos... No podíamos movernos. Me giré y mis amigos habían desaparecido. Fue horrible. Recuerdo la cara de una chica que no podía salir. No había muchos porteros. No sabía qué hacer. A las cinco y media logré bajar a la primera planta y me enteré de que una chica había muerto. Lo que pasó fue vergonzoso"

Cristina Cárdenas, 18 años: "Había mucha gente al borde del coma etílico o con sobredosis"

"Entramos cerca de las dos. Conforme pasó el tiempo ya no se podía andar. Era muy complicado mantener al grupo unido. La sensación era agobiante, allí no cabía ni un alfiler. La gente bailaba empujándose y dando saltos, lo que hacía más difícil moverse. Mi amiga Mónica y yo no hemos recibido más golpes en nuestra vida. La gente vomitaba dentro, se desmayaba... un caos. Una chica que debía estar bebida me pegó un puñetazo en la boca porque intenté ayudarla a levantarse del suelo. Los móviles no funcionaban, así que no podías encontrarte con nadie dentro.

Cuando salí, cerca de las cuatro de la madrugada, había muchísimas ambulancias fuera. La novia de mi hermano tuvo un ataque de ansiedad y se desmayó, pero no la atendieron debido a la cantidad de gente al borde del coma etílico o con sobredosis de alguna droga. Mientras mi hermano intentaba ayudarla, le robaron el móvil y la cartera. Fue poco antes de que ocurriera lo de la bengala".

Ramiro, 18 años: "Vi a cuatro o cinco chicas tiradas en el suelo"

"Yo estuve en el momento de la avalancha. Salí a fumarme un cigarro con dos amigos y , de repente, se empezó a crear un tapón por una de las puertas (una de las que estaban cerca del centro del local). La gente empezó a empujar pero estábamos tan apretados que no podía moverme, ni para delante ni para detrás. La gente empezó a caerse al suelo un metro por delante de mí. Yo aguantaba a tres chicas que estaban por caerse al suelo pero me preocupaban más los que estaban en el suelo. Se caían unos encima de otros. Los de seguridad no dejaban salir a la gente que se iba acumulando en la salida. La gente empezó a gritar y fue entonces cuando empezaron a sacarlos. Vi a cuatro o cinco chicas tiradas en el suelo. Había zapatos sueltos alrededor y alguien le estaba tomando el pulso a una de ellas. Le dije a mi amiga que no mirara. Había mucha confusión. Cuando empezaron a sacar a la gente, pudimos salir".

Álex del Mazo,19 años: "Fue un caos absoluto"

“Todo empieza en los exteriores de la parada de Metro de Lago donde una masa de gente haciendo botellón esperaba el gran momento de ver a Steve Aoki. Todos los alrededores estaban absolutamente llenos de gente. Era impresionante. En ese momento la gente hablaba de que se habían vendido muchas más entradas de las que permitía el aforo del Madrid Arena. Sobre las dos de la madrugada nos pusimos en la cola para entrar en el recinto. La entrada fue muy rápida y parecía que el sistema de organización funcionaba. Lo que en realidad era ocurría era que los de seguridad no pedían documentación ni siquiera a aquellos con apariencia de menores de 18 años. Te miraban la entrada, te la quitaban y no te ponían ningún tipo de sello.

Una vez dentro, todo estaba bien hasta que los de seguridad se empezaban a poner muy nerviosos al no poder controlar toda la riada de gente que quería pasar de un piso a otro o salir por unos minutos a la calle a descansar los oídos. En un momento, por unas escaleras interiores del recinto que accedían a un baño, un chico corría empujando a la gente. Uno de seguridad se abalanzó sobre él por encima de las cabezas de la gente que estaba sentada.

A las cinco y media de la madrugada, Steve Aoki terminó la sesión sin que nadie nos hubiera advertido de lo que allí había pasado. Al salir, una chica nos contó impactada que había visto morir gente aplastada, que había una masa de personas tiradas en el suelo llorando a las que intentaban reanimar y no podían. En ese momento supimos que era cierto todo lo que contaban, de que habían sacado a personas en camilla cubiertas con papel plata. En definitiva un caos absoluto, gente y más gente para todos los lados como si de un hormiguero se tratase, no pudimos siquiera acceder a la estación de Lago por los empujones de cientos y cientos de personas que intentaban volver a sus casas”.

Ernesto Moreno, 21 años: "¡Echaos para atrás que se está muriendo gente!, gritaban los guardias"

"A eso de las cuatro menos cinco ya nos íbamos a ir. Éramos cuatro colegas. Estábamos en la tercera planta y tardamos un montón en llegar a la entrada por la cantidad de gente que se agolpaba en los pasillos. Había mucha gente en el suelo y no te podías mover. La única salida estaba abarrotada y no paraba de llegar más gente por detrás. Había mucha gente en el suelo. El pasillo se llenó de humo. No podía salir. Los porteros de la discoteca tiraban a la gente para sacarla a la calle. Me quedé pegado a la pared, perdí a mis amigos y sentía mucha presión. Un chico y yo sujetamos a una chica que iba borracha. Se va a caer. Hubo un momento en el que me metí en un baño esperando a que despejase un poco. Me acuerdo que los guardias de seguridad estaban muy nerviosos y que gritaban: "¡Echaros para atrás que se está muriendo gente, echaros para atrás!".

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