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Una vida por 10.000 euros

El vecino de Leganés Óscar Fernández Garrido murió de un tiro de escopeta La policía ha detenido a un amigo de la víctima como presunto responsable del crimen

F. Javier Barroso
Agentes de policía inspeccionaban el pasado miércoles el Renault Laguna en cuyo interior se encontraba el cadáver de Óscar Fernández Garrido.
Agentes de policía inspeccionaban el pasado miércoles el Renault Laguna en cuyo interior se encontraba el cadáver de Óscar Fernández Garrido.

“Lo digo porque hasta que no me vaya a un descampado con ellos no me van a pagar”. Ese fue el último mensaje por teléfono móvil que envió Óscar Fernández Garrido, un vecino de Leganés de 25 años antes de que muriera tras recibir un disparo de escopeta en el cuello. El supuesto autor del crimen fue su amigo Apolinar Mecheba Watson, alias Api,de 20 años, que le debía 10.000 euros. Al principio, fuentes policiales relacionaron el asesinato con la compra de anabolizantes y esteroides. Sin embargo, la familia de la víctima niega esta versión y afirma que el fallecido le había dejado ese dinero para que se comprara un coche.

 La muerte de Óscar, que hubiera cumplido 26 años el 3 de noviembre, ocurrió el pasado miércoles. Este vecino de Leganés, amante del culturismo (medía 1,78 metros y pesaba 90 kilos), estuvo comiendo en casa de su madre junto con Api. Alrededor de las tres y media de la tarde, se marcharon a casa de su novia para coger su coche, un Renault Laguna gris con 10 años de antigüedad. Supuestamente, la habían quedado con otro amigo para que le pagaran la deuda, que arrastraban desde verano. “Óscar siempre desconfió de ellos. Le habían citado en lugares apartado, pero nunca había ido. Un día fue incluso al municipio de Cobeña para intentar cobrar el dinero. Le habían puesto más trampas pero no había caído en ninguna hasta el otro día”, dicen fuentes cercanas a la familia.

Imagen de Óscar Fernández Garrido facilitada por la familia.
Imagen de Óscar Fernández Garrido facilitada por la familia.
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Óscar y Api acudieron hasta la calle de Diego Marín Aguilera, en el Polígono Leganés Tecnológico. Se trata de una zona de reciente construcción con empresas de investigación y desarrollo. En concreto, esa vía tiene bastantes solares vacíos. A los trabajadores de aquel lugar les llamó la atención que llegara un coche y que permaneciera con las luces encendidas. Cuando por fin se acercaron al vehñiculo, vieron que había un hombre joven y corpulento caído hacia adelante sobre el volante, con el cinturón puesto.

Cuando llegó la policía, los agentes comprobaron que la víctima presentaba una herida por arma de fuego en el cuello. Todo apunta a que pudo morir en el acto y que el disparo se lo asestaron desde el asiento del copiloto e, incluso, desde la parte trasera. Esa es la tesis que defiende la familia, que cree que hubo al menos una tercera persona implicada en el crimen. “Óscar siempre hablaba en plural y no únicamente de Api, como sería lo lógico si solo estuviera él. Además, su amigo siempre le decía que parte de los 10.000 euros que le había dejado, también los había recibido otra persona”, aseguran fuentes cercanas al fallecido.

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La policía empezó a cerrar el círculo en el entorno de la víctima y pronto se centraron en Api, que reside en el barrio de Leganés Norte, cerca de la estación de cercanías. Mientras, la familia de Óscar permanecía ajena a lo que le había pasado junto a la M-40.

Api dio un paso en falso que pudo ser determinante en su detención. Acudió a la casa de la novia de la víctima. Esta ya se encontraba nerviosa porque Óscar no le contestaba a sus mensajes de teléfono móvil. Api le llamó desde el teléfono de su amiga sentimental y le comentó que estaba justo debajo de su casa. Cuando ambos hablaron, le insistió en que le ayudaría “en todo lo que fuera necesario”. ¿A qué venía aquel ofrecimiento si nadie sabía si le había ocurrido algo malo a Óscar? “Verás como lo encontramos”, añadió a renglón seguido.

La frase, lejos de tranquilizar a la novia, la inquietaron aun más. Sobre todo, porque el fallecido no se marchaba nunca de casa sin avisar y, si se caracterizaba por algo, era por su espíritu hogareño.

La triste noticia llegó a medianoche. Agentes de la comisaría de Leganés avisaron a la madre de la víctima y le dijeron que se pasara por su edificio. Óscar había sufrido un accidente grave y querían informarles en persona. La realidad era bastante distinta. El cuerpo ya se encontraba en el Instituto Anatómico Forense, pendiente de la autopsia.

Justo cuando la familia era informada del crimen, los agentes del Grupo V de Homicidios ya habían detenido a Api en los alrededores de su casa. Con el oportuno mandamiento judicial, entraron en el domicilio y encontraron una escopeta con los cañones recortados y ropas manchadas de sangre. Todo fue remitido a los laboratorios de la Policía Científica para su análisis. “No te preocupes que el supuesto autor, ya está aquí”, le dijo la policía a la madre de Óscar.

“La familia ha sabido después que, cuatro días antes, Api y su posible cómplice se habían estado moviendo por Leganés para comprar la escopeta. También habían estado detrás de una pistola del 9 milímetros parabellum”, reconocen algunos conocidos del fallecido. Este era el segundo de tres hermanos y ahora estaba en paro. Óscar había trabajado como repartidor y montador de muebles. Eso sí, su pasión por el deporte, sobre todo por el gimnasio, le había llevado a ser entrenador personal de algunos amigos. Así se ganaba algún dinero.

La amistad entre Api (un joven con un cuerpo muy fibrado y amante del full-contact) y Óscar se había fraguado en el gimnasio. Ambos se entrenaban en el mismo centro, en el barrio de El Carracal. Poco a poco su relación había ido a más hasta hacerse casi uña y carne. “Api se llevaba muy bien con los dos niños de su novia. Jugaba con ellos y se pasaba largos ratos en su casa”, añaden fuentes cercanas al fallecido. Esa amistad fue la que le llevó incluso a pedirle los 10.000 euros para comprarse un Fiat Bravo. “Se ha ido diciendo que era por una deuda de anabolizantes y esteroides. Óscar sí que podría tomar eso porque le encantaba estar fuerte, pero nunca traficó con ello. Todo ha venido por el coche”, mantienen esas fuentes.

Durante la investigación también se ha sabido que Api estuvo detenido hace unas semanas acusado de haber pegado a su excompañera sentimental. La policía le acusó de un delito de malos tratos en el ámbito familiar. Óscar también tenía un detención. Fue en 2008 en Burriana (Castellón) por lesiones durante el tiempo que estuvo viviendo en Villareal con una antigua novia. En un partido de fútbol, le propinó un puñetazo a un contrario y le partió la nariz. Entonces trabajaba en una empresa de cerámica de la zona. Otro detalle que refuerza la versión policial es que Óscar tenía prohibido sacarse el pasaporte. Se quería evitar que saliera del país porque le estaban investigando por un delito contra la salud pública (tráfico de drogas).

Óscar fue enterrado el sábado en el cementerio de Leganés, municipio en el que vivía desde los seis años cuando dejó su Úbeda (Jaén) natal.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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