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“Este es un deporte de perdedores”

Ferrero y Ferrer reflexionan en un encuentro organizado por EL PAÍS y la Universitat sobre la derrota en la vida de los tenistas

David Ferrer y Juan Carlos Ferrero, en la Nau de la Universitat.
David Ferrer y Juan Carlos Ferrero, en la Nau de la Universitat.MÒNICA TORRES

“Ya lo dijo John McEnroe: ‘El tenis es un deporte de perdedores”, disparó Juan Carlos Ferrero en una enriquecedora charla con el también tenista valenciano David Ferrer y el sociólogo Ramón Llopis en la solemne sala del paraninfo de la Universitat de València, llena de jóvenes estudiantes, en un acto organizado por la institución académica y el periódico EL PAÍS dentro del foro de debate Claustre Obert.“Hay mucha gente que no gana un torneo durante años. Nosotros ganamos alguno, pero es importante saber perder”, añadió el tenista de Ontinyent, que se ha pasado 14 temporadas tratando de tomarse relajadamente las derrotas. “Pero no lo he conseguido”, confesó. Ferrero ha anunciado que se retirará tras el Open Valencia que arranca mañana.

“Al final, siempre pierdes. La derrota te la comes tu solito. Es como la angustia de suspender un examen”, abundó Ferrer en esa disertación sobre el fracaso de estos dos ganadores: Ferrero llegó a ser el número uno mundial y conquistó 16 trofeos en su carrera, entre ellos el memorable de Roland Garros 2003; Ferrer es el actual número cinco y ha atrapado otros 16 títulos, entre ellos, como su colega, tres de la Copa Davis.

Ferrer no quiso ser ajeno al terrible momento de crisis social que atraviesa España. “Es verdad que vivimos en un mundo ideal: buenos hoteles, bolas... Pero también hemos pasado por hostales, por no viajar por falta de dinero o por ir ratoneando donde se podía. Es una carrera de supervivencia que te hace fuerte mentalmente”. En esta línea, Ferrero contó cómo ahora puede elegir “entre cuatro botellas de agua”, pero también recordó momentos en la cima del mundo cuando “es muy fácil perder la cabeza”. Entonces es muy importante un entorno que diga al deportista no lo que quiere oír, sino lo que necesita; en su caso fue Antonio Martínez Cascales, su entrenador desde que tenía ocho años.

Sobre la época dorada que vive el tenis español, Ferrer aludió a un punto de inflexión: cuando España conquistó la primera Copa Davis, en 2000, frente a Australia, con Ferrero, Albert Costa, Àlex Corretja y Joan Balcells. “Yo era júnior y vi que las puertas se nos abrían. Había materia prima y buenos entrenadores. A partir de ahí perdimos el respeto a los jugadores que veíamos por la tele”, explicó, subrayando el papel de las escuelas territoriales, más allá de la de Barcelona, la más fuerte: “Juan Carlos [al quedarse a entrenarse en Valencia] abrió esa puerta”. “En España tenemos instalaciones muy buenas y la oportunidad de comenzar a jugar torneos desde muy jóvenes”, añadió Ferrero.

¿Un deportista de élite nace o se hace?, preguntó Llopis. “Nos habría gustado ser Messi”, respondió Ferrer, un ejemplo de tenista hecho a sí mismo, con más sacrificio que talento natural. Horas y horas de preparación. “Federer no se entrenará lo mismo que David o yo”, matizó Ferrero.

En un entorno tan envolvente como el paraninfo universitario, Ferrer alertó a los estudiantes: “Me habría gustado estudiar mucho más de lo que estudié [lo dejó a los 17 años] porque la cabeza va mucho más rápida que la raqueta”. El problema es compaginarlo con el deporte. “Empiezas a viajar y, cuando vuelves al colegio, no te enteras nada de matemáticas”, sonrió Ferrero, muy relajado tras haber anunciado su retirada del tenis profesional. “¿Qué me va a llenar tanto ahora?”, se preguntó. “Me gustaría ser capitán de la Copa Davis. Tengo la academia, un hotel... Quiero transmitir vivencias”, concluyó.

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