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Parados para siempre

Miles de personas no volverán a trabajar Los expertos también auguran problemas a los más cualificados Emigración y autoempleo aumentarán

Ignacio Zafra
Una cola de desempleados a la puerta de un centro de ocupación del Servef, en Valencia.
Una cola de desempleados a la puerta de un centro de ocupación del Servef, en Valencia. TANIA CASTRO

La Comunidad Valenciana (675.00 parados, una tasa del 27,1%) representa un caso agudo de la situación española (5.693.100, el 24,6%). La falta de un horizonte fiable de recuperación y el hundimiento de parte del sistema sobre el que se basó el crecimiento antes de la crisis anuncian un invierno laboral largo, y en algunos casos definitivo. Miles de parados no volverán a encontrar empleo, aunque nadie se atreve a predecir el número.

“Si la pregunta es si hay una fracción de desempleados actuales que no volverá a trabajar, estoy de acuerdo”, responde la catedrática e investigadora del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) Matilde Mas. “Lo previsible es que la tasa de paro retorne a un nivel más tolerable de equilibrio a largo plazo. En la Comunidad Valenciana este nivel ha sido tradicionalmente elevado, en el entorno del 12%”.

Quienes más difícil lo tienen son, de entrada, los llamados parados de larga duración: 218.000 que llevan buscando trabajo desde hace más de dos años sin éxito. También es potencialmente problemática, advierte Mas, la situación de 155.600 personas que llevan desempleadas entre uno y dos años.

En cifras

Parados. La Comunidad Valenciana tiene 675.000 parados, una tasa del 27,1%, mientras que España, con 5.693.100 parados, tiene una tasa inferior: el 24,6%. 218.ooo parados valencianos llevan más de dos años buscando trabajo sin éxito.

Previsión. La economía no crecerá, al menos, hasta 2014. Cuando lo haga será de forma lenta, pero más sostenible que hasta la crisis. El empleo se recuperará despacio. Con el tiempo, lo esperable es que vuelva a su nivel tradicional del 12% o, si las reformas tienen éxito, incluso al 5% o 7%.

Cualificación. La Comunidad Valenciana está un poco por debajo de la media: uno de cada dos tiene la enseñanza secundaria obligatoria o ni eso. Los expertos ven escenarios poco esperanzadores también para los parados con un nivel educativo elevado.

La perspectiva es peor para los antiguos trabajadores de la construcción, muchos de los cuales son hoy parados de larga duración. El sector que protagonizó la burbuja inmobiliaria llegó a representar casi 15 de cada 100 trabajadores valencianos. La crisis se ha llevado por delante a más del 60% de sus puestos de trabajo: hoy tiene 126.500 ocupados. Su porción del conjunto de los trabajadores ha descendido a un 7%. “Ese porcentaje es el que ha representado el sector desde una perspectiva de largo plazo a la que previsiblemente retornaremos”, señala Mas.

El excedente —no hay que perder de vista que son 201.800 personas, el 94% hombres— tendrá que reorientarse a otras actividades para tener posibilidades de encontrar un empleo.

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El peso real de la burbuja en el empleo valenciano fue mayor del que refleja el ladrillo. Estaban asociadas a ella actividades del sector servicios: las inmobiliarias, por ejemplo, se multiplicaron con el boom y fueron las primeras en caer. Y una parte central de la industria, de la cerámica de Castellón al sector del hábitat —textil, mueble, iluminación— también fue a rueda de la construcción, indica el profesor de Análisis Económico y miembro del IVIE Lorenzo Serrano. La construcción y hasta cierto punto las actividades que arrastraba vivieron un auge y absorbieron un volumen de empleo que no volverá.

El nivel de formación será clave para volver al mundo laboral y, alarma, los expertos contemplan escenarios poco esperanzadores también para los de nivel educativo elevado. Aunque el diagnóstico general es claro: “La población con niveles bajos de estudios es muy vulnerable. El único colectivo que ha aumentado la ocupación en la crisis han sido los licenciados, y más concretamente las licenciadas”, explica Mas. “Los jóvenes sin estudios son seguramente el colectivo con un futuro más negativo porque va de inicio y no de retirada como los más mayores”.

Los problemas pueden no ser solo para ellos, avisa el catedrático de Sociología Antonio Ariño: “Siempre hemos pensado que una economía más basada en el conocimiento generará más puestos de trabajo altamente cualificado. ¿Y si no fuera así? ¿Y si más bien una economía del conocimiento lo que hace es sustituir mano de obra por tecnología sofisticada?”.

El peso real de la burbuja en el paro fue mayor de lo que refleja el ladrillo

Actividades que requerían mucha mano de obra cualificada, recuerda Ariño, han reducido fuertemente el número de empleados al tiempo que aumentaba su productividad. Las tecnologías de la información y la comunicación y las nuevas “tecnologías de la organización, como la web 2.0”, pueden tener como consecuencia “el remplazo de trabajadores cualificados, al menos de nivel medio”, afirma.

La economía valenciana no aprovechaba intensamente a sus jóvenes mejor formados ni siquiera —o justamente— durante la burbuja. Ahora, en pleno desierto, las universidades siguen formando “y por tanto generando unos excedentes de mano de obra cualificada que han de buscarse la vida”, dice el sociólogo. “Eso va a pasar por el autoempleo, que en ocasiones será autoexplotación. Y por la búsqueda fuera de la región, sobre todo fuera del país”, prosigue. “Queda por saber si la recuperación, cuando llegue, se traducirá en una demanda realmente alta de trabajo cualificado. En estos momentos soy bastante pesimista”, añade.

Puede crecer, en cambio, señala Ariño, vicerrector de la Universitat de València, la demanda de mano de obra poco cualificada pero con habilidades para el trato humano, como los cuidadores de ancianos. Uno de los raros casos de aumento de empleos en esta crisis ha sido el de las mujeres extranjeras, un perfil habitual de ese trabajo.

Los dos investigadores del IVIE también contemplan escenarios optimistas. Si las reformas puestas en marcha estos años tienen éxito, España y la Comunidad Valenciana podrían alcanzar niveles de paro europeos, entre el 5% y el 7%. Y acabar así con una debilidad histórica: “Regularmente, cuando las cosas van muy bien aquí la tasa de paro es como en otros países cuando las cosas van mal”, dice Serrano.

El nivel de formación será clave para volver al mundo laboral

La recuperación, sin embargo, no está a la vista. “Se tiende a decir: a finales del próximo año… Pero lo cierto es que hasta que no se estabilice la situación es difícil esperar un crecimiento vigoroso. Uno puede decir que la mayor parte del ajuste se ha producido ya, pero todavía no se ha completado. ¿Cuándo lo hará? Es muy difícil aventurarlo. Que todavía queda un año de seguir ajustando parece claro. Ahora, la repercusión de ese ajuste en el empleo no tiene por qué ser tan intensa como en el pasado, está por ver”, apunta Serrano.

El endeudamiento actual elimina las soluciones rápidas de gasto público y déficit, según el profesor: “Ya se ha intentado y no ha funcionado. Lo que quedan son soluciones más lentas pero posiblemente más sostenibles, el proceso tendrá que ser a nivel microeconómico. Partiendo de los recursos del país y, entre ellos, de los recursos de los emprendedores. Y ahí dependemos mucho de lo buenos que sean nuestros empresarios”.

La crisis hará que aumenten los titulados superiores con ganas de abrir un negocio, porque también el acceso al empleo público está casi cerrado.

“Con gente más formada deberíamos ser capaces de desarrollar proyectos que exijan esa mayor formación y para una demanda global. En muchos sectores nada impide desarrollar desde aquí proyectos que aporten mucho valor añadido. Incluso ahora algunas empresas españolas han mostrado la capacidad de tener un gran éxito. Sea en distribución o textil, un sector donde en principio nuestra capacidad competitiva es baja”, cree Lorenzo.

La crisis hará que aumenten los titulados con ganas de abrir negocios

La cualificación en España es baja. Un 48,2% de la población (25 a 64 años) tiene un nivel de enseñanza obligatoria o inferior. En la Comunidad Valenciana es algo peor: un 50,3%. Y casi cuatro de cada diez jóvenes (de 25 a 34 años) dejaron los estudios tras la secundaria obligatoria o ni siquiera llegaron ahí. En el País Vasco, con mucho menos paro, son la mitad.

La subida del paro ha aumentado, como era de prever, las visitas al psicólogo. “El trabajo, además de permitir una remuneración económica como medio de vida, tiene una gran importancia en el individuo como fuente de realización y de pertenencia a la sociedad. El trabajo permite tener un rol en el entorno familiar, social, (vecinos, amigos), para el desarrollo profesional y personal”, explica Óscar Cortijo, secretario del Colegio de Psicólogos de la Comunidad Valenciana.

Los síntomas que produce el desempleo son variables, señala Cortijo, en función de las condiciones económicas y familiares y el estilo personal. Pero, en general, tienden a empeorar con el tiempo. El experto en psicología del trabajo relata estados de ansiedad, irritación, rabia, depresión, sentimientos de culpa y, en último extremo, la desesperanza: “La sensación de que haga lo que haga no es capaz de encontrar trabajo ni cambiar su situación. Esta indefensión aprendida paraliza y lleva al inmovilismo y a la frustración”, advierte, lo que complica más conseguir un empleo.

La subida del desempleo ha aumentado las visitas al psicólogo

El trabajo, además de lo anteriormente dicho, también ha sido hasta ahora la puerta de entrada a la Seguridad Social. “¿Cómo puedes acceder a eso si no has tenido un trabajo estable, sino interrumpido en momentos cruciales de la vida?”, reflexiona Ariño.

La expulsión del mercado laboral de una parte de los trabajadores influirá en el análisis que los sociólogos tienen por delante en los próximos años: analizar cómo está cambiando la estructura social el implacable arado de la crisis. “Solíamos decir que las nuevas clases medias habían crecido en los años ochenta en España, y una parte de los noventa. Ahora lo que estamos viendo es que unas partes de esas clases medias ven muy deteriorado su nivel de ingresos: porque pierden trabajo, por los recortes, por los impuestos... Todo hace mella en los salarios, adelgaza las clases medias y eso tiene un efecto de polarización”.

El catedrático no es, de nuevo, optimista: “Estamos entrando en un periodo de fracturas sociales que hasta ahora no habíamos visto con esta intensidad. Educativas, de renta, culturales, morales, políticas, generacionales… ¿Qué tipo de sociedades van a generar estos elementos? Unas sociedades con mayor conflicto, sin ninguna duda”.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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