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La confianza empresarial se hunde

Las expectativas de las compañías para lo que queda de año se deterioran a la par que el ritmo de crecimiento de las exportaciones se ralentiza

Lluís Pellicer

Los empresarios catalanes van a tener que seguir con las luces largas puestas. Y las previsiones de la semana pasada del Fondo Monetario Internacional (FMI), que sitúan a España en la cola del mundo en cuanto a crecimiento, no dejan espacio para el optimismo. Lo corrobora el índice de confianza empresarial del Instituto Catalán de Estadística (Idescat), que toma la temperatura del clima y las expectativas en la economía productiva para el cuarto trimestre. Este volvió a descender, y lo hizo en casi todos los sectores, desde la industria hasta el comercio, con la excepción de la hostelería. Casi un lustro después de que arrancara la crisis apenas ningún indicador mejora: la producción industrial continúa descendiendo, la sangría del paro sigue sin poderse taponar, la construcción prosigue su caída libre y la inversión extranjera disminuye. Y ahora, además, el ritmo de crecimiento de las exportaciones, el motor que tiraba de la economía, empieza a languidecer.

El índice que elabora del Idescat sitúa la confianza empresarial en 92,3 puntos —sobre una base 100 correspondiente a enero de 2012—. Los más optimistas son los hosteleros, mientras que los constructores, la industria y los servicios no ligados a la restauración y el comercio lo ven negro. “No veo ningún indicio de luz, salvo en algunas empresas. No hay ningún repunte de la demanda interna. El sector textil, por ejemplo, suele anticipar las entradas y salidas de la crisis. Y no se observa ninguna mejoría”, sostiene el secretario general de la patronal Cecot, David Garrofé.

Las rebajas salariales, tanto del sector público como del privado, y la alta tasa de paro —del 21,95%— hacen prever la Navidad más austera de esta crisis. Y con el temporal en las finanzas estatales y autonómicas, ese bajón del consumo privado no se compensará con el público. Es más, según el FMI, por cada punto del producto interior bruto (PIB) de gasto que reduce un plan de ajuste, la economía retrocede entre 0,9 y 1,7 puntos.

La economía catalana se contrajo durante el primer trimestre del año el 1,1%, lastrada sobre todo por un retroceso de la demanda interna del 3%. Según el boletín Indicadores de coyuntura económica de la Generalitat, el índice de producción industrial descendió el 6,3% —en el caso de los bienes de equipo lo hizo el 9,9%—, y el consumo de cemento se desplomó el 34,7%. El único indicador de actividad que no arrojó números rojos lo constituyen las ventas de comercio al detalle, que registraron una exigua subida del 0,2% en agosto coincidiendo con las rebajas.

Con la demanda interior hundida, la única vía de salida es el sector exterior. El jefe de Estudios de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Ramon Rovira, explica que el comercio exterior sufre la debilidad que atraviesan las economías europeas y la inversión productiva extranjera también empieza a flaquear. Si las exportaciones crecían el año pasado a un ritmo de dos dígitos, este año lo hacen de una forma mucho más modesta. El último dato registrado, de julio, muestra un avance del 3%, inferior incluso al del conjunto de España, del 5,2%. “Sí, vemos un aumento del interés por exportar, ya sea por un cambio de escenario en las relaciones con España y las consecuencias que pueda tener para las compañías, o por estrategia empresarial”, asegura Garrofé. El dato positivo del exterior lo aporta el turismo: hasta agosto, el número de viajeros extranjeros se incrementó el 12,1%, hasta alcanzar los 10,3 millones.

De cualquier modo, Cataluña sigue perdiendo empresas y destruyendo empleo. Los concursos de acreedores hasta septiembre aumentaron el 30%, según la consultora Pricewaterhouse Coopers, que contabilizó 1.065 concursos publicados en el Boletín Oficial del Estado (BOE). A la vez, en el último año en Cataluña se han destruido 214.600 puestos de trabajo, de acuerdo con la Encuesta de Población Activa (EPA). Y ningún sector se libró de esa escabechina: la industria perdió 34.500 empleos; los servicios, 130.100; la construcción, 49.400, y la agricultura, 600.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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