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Teo, 35 años y en 3-D

El entrañable personaje pelirrojo dibujado se renueva en un mundo de cambiante gusto infantil

Carles Geli
Asun Esteban y Carlota Goyta, con su criatura Teo.
Asun Esteban y Carlota Goyta, con su criatura Teo.CARLES RIBAS

El despacho de Santi Beascoa en su empresa Lupita Books se asemeja mucho al piso repleto de juguetes de J. F. Sebastian, el diseñador genetista de la Tyrell en el filme Blade runner, solo que en libros: uno en forma de gallina que deja ir huevos de plástico; otro al que le nace un sistema solar y sus órbitas en el lomo… En 2007, Beascoa (tercera generación de impresores y editores) pergeñó la serie Els Cap de Drap, que tras empezar en libro acabaron en 2010 en serie de televisión y en película, la primera en 3-D en español, con un premio Gaudí y finalista de los Goya el año que ganó Chico & Rita, de Mariscal-Trueba. No le fue tan bien la aplicación para tabletas. Conclusión: “Necesitaba personajes más fuertes y conocidos para ese nuevo medio y pensé en Teo”. Ahí está el origen de que el tan entrañable como famosísimo (6,5 millones de ejemplares vendidos y traducido a 15 idiomas) personaje infantil creado por el colectivo Violeta Denou celebre ahora sus 35 años con una versión en 3-D, embrión de futura serie televisiva, aplicación app y para móviles pero que, por ahora, arranca en ese look como libro (Timun Mas).

“El gusto de los niños ha cambiado; si no se abría esta vía, se podía perder la oportunidad de que sigan identificándose con este gran personaje porque se aleja de las imágenes que hoy dominan los dibujos animados”, opina Beascoa. Algo parecido a lo que piensan en la otra punta de Barcelona, en un despacho de lámparas y muebles de los setenta, el mismo en el que en un momento de tranquilidad de su entonces estudio de decoración y diseño gráfico Asun Esteban, Carlota Goyta y Anna Vidal crearon a principios de 1977, bajo el seudónimo Violeta Denou, ese pelirrojo de pelo alborotado y mono naranja con jersey a rayas.

“Hoy a los niños se les hace crecer más deprisa a base de darles mucha información y estímulos, demasiados; antes llegábamos bien hasta los niños de ocho años y ahora estamos ya en los de seis; pero no es un problema solo de Teo: es difícil competir con cosas que se mueven, tabletas y móviles, y había que dar el salto”, recitan casi al alimón Esteban y Goyta, desde hace unos años las únicas Violeta Denou.

Teo ya había pasado por algunos liftings. En la pared pueden verse los primeros esbozos del muñeco (casi un Charlie Rivel encogido), muy mejorado ya en el fundacional Teo en tren, aún, eso sí, con un pelo formado por decenas de rizos que evolucionaría hasta lograr el efecto con solo algunos bucles; la puesta en página también acabaría siendo menos plana; “lo hacemos de cara más o menos gorda si es para las series de más pequeños o mayores”, apunta Esteban. También con el tiempo se han retocado contenidos: en las clases no se castiga con orejas de burro ni el director de la escuela fuma grandes puros, y ahora Teo comparte amistad con Susana (una niña negra) y con Tina (una china).

Pero nada como este triple salto del 3-D que, admite Goyta, les lleva el doble de trabajo que un Teo plano: dibujan a lápiz las escenas generales y luego, por mano interpuesta de grafistas de ordenador, retocan hasta el infinito la escena ya voluminosa.

El proceso requiere paciencia. Esteban y Goyta hacen los esbozos, a los que los grafistas dan volumen gracias a que previamente han modelado cada uno de los personajes, tal como si fuera una escultura de barro, pero a base de una miríada de pequeños polígonos. “Es un programa de la casa Pixar, la de Toy story”, apunta Beascoa.

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Creada la escena, hay que dotarla de texturas y colores y, ya en una fase final, iluminarla. El programa es de tal sofisticación que permite coger la cámara como si fuera el punto de vista y contemplar el dibujo por delante, por detrás, desde arriba o en contrapicado.

Infinitas horas y ocho personas han sido necesarias para un proceso que requiere 15 días para dar por terminada una doble página. Y una notable inyección económica. “Si contamos el proceso de modelado, la proporción de costes con relación a un dibujo normal es de uno a cinco”, constata Beascoa, que acaba fijando en una media de 2.000 euros la creación de un personaje. “Si fuera solo para hacer los libros sería la ruina, pero ahí entra la serie que estamos negociando con Televisió de Catalunya y TVE, y las futuras aplicaciones educativas para tabletas”.

Escarmentadas por la serie de televisión que Teo tuvo en su momento (“los guiones estaban bien, pero de los dibujos se quedaron solo con cuatro pautas y al hacerse en Asia no quedamos satisfechas”, sostienen las madres de Teo), esta vez Esteban y Goyta han estado hasta en el detalle más nimio. “Hemos podido poner los ojos exactamente donde queríamos, hacer la boca más expresiva, escoger los colores precisos y hasta cambiar el orden de las rayas del jersey”, admiten agradecidas. “El mundo de los ordenadores no lo conocemos y teníamos que dar las instrucciones al técnico; le decíamos: ‘No, así ese brazo no, borra, borra’. Pero, claro, no es papel y tenía que cambiar el esqueleto del personaje”, constata ahora ya riendo Goyta.

Pero lo más “agobiante” han sido las famosas perspectivas caballerescas: los ordenadores colocan automáticamente las sombras con relación a la mirada de la cámara y esta ha debido ser engañada para conseguir la puesta en escena y los realces de las siempre cargadas páginas de detalles de los Teo que deseaban exactamente las autoras. “Los niños pasaban muy deprisa las hojas, queríamos como madres amortizar eso, que invirtieran tiempo, que en cada rincón encontraran un detalle que permitiera a los padres o maestros contar largas historias y emplear mucho vocabulario”, resumen la pedagogía que no quieren perder con el efecto tridimensional.

A pesar de las “pequeñas renuncias” al dominio total del producto, Violeta Denou está satisfecha con el Teo en 3-D. “Quizá tiene aún la cabeza demasiado grande, pero conserva toda su ternura, sigue explicando y explorando el mundo real y manteniendo sus valores familiares; Teo nunca ha tenido poderes extraordinarios ni ha sido un superhéroe y ni tan siquiera un líder revoltoso; un 98% de los niños no son líderes”, van intercalándose las autoras, que siempre han aceptado propuestas tanto de niños (“hicimos un Teo con monstruos porque lo pedían ellos”) como de las maestras de escuela, donde tanto triunfa el personaje (“Teo en la piscina fue una demanda suya”). Pero no han comprado, por ejemplo, que Teo use el móvil: “¿Teo con móvil? Un niño de seis años no necesita un móvil para nada”.

Esteban y Goyta responden desde un despacho cargado de todos los Teo inimaginables, que siguen saliendo a razón de siete productos, entre libros y gadgets, al año: juegos, mochilas, llaveros, ropa de casa… Y un muñeco, realizado hace unos 15 años pero que para esta campaña navideña renace: “La cabeza la moldeamos definitivamente nosotras y recuerdo que acabamos cosiéndolo también para hacer las extremidades y la ropa como queríamos”, sonríen al unísono las meticulosas autoras con la complicidad de las que empezaron juntas estudiando diseño en Elisava (“somos de la escuela antigua, sabemos de todo por los cursos en común de entonces: muebles, diseño, pintura, escultura…”), que fueron madres casi al unísono y hoy ya ejercen de abuelas, lo que les permitió testar el Teo tridimensional en casa: “Parece que funciona, pero veremos”.

En cualquier caso, el tridimensional no deja de ser un acompañante del Teo original, el del papel, que seguirán dibujando, claro… “No, el mundo de Teo es el mismo, con o sin volumen”.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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