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Brotes verdes tras la catástrofe

4.500 hectáreas de alcornocales renacen tras el gran incendio del Alt Empordà

Los brotes verdes pueblan los alcornoques, con el pueblo de Agullana al fondo.
Los brotes verdes pueblan los alcornoques, con el pueblo de Agullana al fondo.PERE DURAN

El gran incendio dejó tras de sí cuatro muertos, un paisaje de troncos carbonizados, un enorme manto de ceniza y un insoportable olor a quemado. Dos meses y medio después, el olor persiste en los bosques del Alt Empordà, pero el color verde ya lucha por recuperar su espacio. Y lo consigue. Los alcornoques han sobrevivido al fuego y el verde adorna muchas de las copas. Hay ramas enteras nuevas y en el suelo brotan aquí y allá las encinas, todavía incipientes, y los matojos. Los vecinos ya tienen a dónde mirar.

“La próxima primavera ya habrá hierba”, dice Miguel Mascort, un enamorado del bosque, mientras señala las huellas dejadas por un jabalí. “Debía de pesar unos 60 quilos”, calcula. En los bosques que rodean Agullana, uno de los pueblos que se vieron cercados por el fuego indomable de finales de julio, predominan los alcornoques. Es el árbol mediterráneo más resistente al fuego. Su gruesa corteza de corcho le protege y aísla de las llamas, lo que permite que, aunque el tronco esté carbonizado, la vida resista en el interior.

De las 14.000 hectáreas afectadas por el gran incendio —10.000 de ellas, arrasadas—, 4.500 son de alcornocales. “El 95% de los árboles adultos han sobrevivido”, explica Sergi Sabrià, exalcalde de Palafrugell y portavoz de la iniciativa CORK, dedicada a promocionar el tapón de corcho. Los árboles han sacado brotes tanto por la copa como a ras de suelo, pero aún están débiles. Los productores no los pelarán hasta dentro de dos o tres de años. Aunque una parte pequeña del corcho podrá utilizarse para la industria del parqué o los aislantes, la mayoría no servirá. Luego, habrá que esperar otros 14 años para poder obtener de esos árboles un corcho de gran calidad.

En los días posteriores al incendio, la imagen de devastación y el dolor de los vecinos dieron lugar al surgimiento de iniciativas solidarias de todo tipo. Algunas promovían la replantación en las zonas afectadas, pero ya entonces los técnicos forestales y agrícolas avisaron de que no era conveniente.

“Es mejor esperar”

“En esta zona no hace falta repoblar. Es mejor esperar a que el bosque se regenere solo”, sostiene Miriam Villar, técnica forestal del Departamento de Agricultura de la Generalitat en esta comarca. “El alcornoque rebrota enseguida”, confirma. Otro árbol frecuente en este bosque y que se recupera rápido (aunque más lento que el alcornoque) es el pino blanco.

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La tarea más urgente para los propietarios (la mayor parte del bosque afectado está en manos privadas) es limpiar la zona y recoger la madera quemada. En Agullana, Capmany y Llers una empresa ha estado recogiendo la madera para venderla a Italia. Tras el traslado en barco, Enel la utilizará para generar electricidad en una central de biomasa. La empresa planea recoger 1.000 toneladas, según explicó el Diari de Girona. Lo mismo se hizo en los bosques de Girona tras la gran nevada de 2010.

Otros lo tienen más complicado. En Biure, los vecinos han contactado con varias empresas para que se acerquen a limpiar el bosque y recoger la madera, pero de momento siguen esperando. “Como aquí ha habido varios incendios antes, los pinos eran muy pequeños y dicen que no les compensa”, explica el alcalde, Albert Camps, quien querría cambiar la variedad de especies del bosque y, en vez de pinos, plantar alcornoques. “Hacen de cortafuegos”, justifica. Lo que preocupa ahora es que las lluvias de otoño no provoquen desprendimientos de tierras. El bosque, sin árboles, es un quebradero de cabeza.

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