Buceando en lo más profundo

La historia, una vez más, se repite. Cada vez que comparece en Madrid el pianista francés Pierre-Laurent Aimard, por hache o por be sus actuaciones desembocan en acontecimientos. No de corte espectacular o virtuoso, sino imbuidos de un sello de rigor conceptual, de seriedad intelectual y de respuesta interpretativa desde las exigencias musicales del siglo XXI. Los dos libros de Preludios de Debussy son una prueba de fuego para cualquier pianista. La superaron con maestría, dejando sus versiones para la posteridad gracias al disco, Benedetti Michelangeli en la década de los ochenta o Krystian Zimerman en los noventa. Aimard es, en cierto modo, su heredero, no tanto por compartir los mismos criterios de aproximación musical sino por adaptarse a la sensibilidad que demandan los tiempos. El pianista galo ha grabado en disco recientemente los dos libros de Preludios y se ha volcado en Madrid, como en este verano en el Festival de Lucerna, con el segundo. En los dos lugares su lectura ha sido deslumbrante. Contrastada, poéticamente misteriosa, chispeante por momentos, profunda siempre. Ha sido un gran homenaje a Debussy en los 150 años de su nacimiento o en el centenario del final de esta composición.

Para hacer boca, Aimard se lució en la primera parte con unos nocturnos de Holliger y, sobre todo, con una selección de los Estudios sinfónicos, opus 13, de Schumann, en los que rozó la perfección técnico-musical, sin recurrir a ningún tipo de sentimentalismo expresivo. Espléndido recital, sin concesiones gratuitas y con la calidad interpretativa como valor supremo. Para recordar.

PIERRE-LAURENT AIMARD

Obras de Holliger, Schumann y Debussy.

17º Ciclo de Grandes Intérpretes. Con el patrocinio de EL PAÍS. Auditorio Nacional, 9 de octubre