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En manos de mil empresas

Las exportaciones, la clave del éxito del futuro

A Cataluña le espera una década de bajo crecimiento, lentitud en la reducción del paro y un doloroso tránsito de desendeudamiento de familias, empresas y Administración

Andreu Missé
Almacén de la factoría Seat en Martorell.
Almacén de la factoría Seat en Martorell.GIANLUCA BATTISTA

En medio de la profundidad de la crisis, las exportaciones han emergido como el único bálsamo milagroso ante las serias incertidumbres que atenazan a la economía catalana y española para los próximos años. La realidad es que el fuerte impulso de las ventas al exterior es la única ventana de optimismo para escapar de la crisis y desde la que se construyen las esperanzas de recuperación. El panorama de los próximos años está repleto, no obstante, de inquietantes claroscuros y serios desafíos. Los expertos coinciden en que en Cataluña la reducción del paro será lentísima debido a las bajas tasas de crecimiento, los bancos seguirán con el grifo crediticio cerrado por mucho tiempo, el desendeudamiento de familias, empresas y Administraciones será largo y, en algunos casos, con pérdidas dolorosas y existen muchas incertidumbres sobre la evolución de la población. Y todo ello estará muy condicionado a la evolución económica y política de Europa, donde el panorama tampoco es muy alentador.

Cataluña cuenta con una sólida base industrial y una acrisolada tradición de exportación. La composición de las ventas al exterior, sin embargo, está cambiando sustancialmente. SEAT, la gran fábrica de Cataluña, sigue encabezando la lista de exportadores de mercancías, pero su peso relativo ya no es el mismo. En 2000 las exportaciones de la moderna factoría de Martorell ascendieron a 4.112 millones y representaban más del 12% del total de las ventas industriales al exterior. El año pasado, Seat seguía siendo la mayor empresa exportadora, pero sus ventas al exterior fueron de 3.787 millones, que ya solo representaban el 6,8% del total.

A pesar de ello, Cataluña sigue manteniendo el liderazgo dentro de las exportaciones españolas, aportando el 26% del total, aunque algo menos que hace una década. La pérdida relativa del peso de la gran multinacional automovilística ha sido compensada por un sorprendente crecimiento de las empresas medianas, que se han hecho cada vez más grandes. Juan Tugores, catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona, explica: “Se ha observado que las empresas medianas son las que han resistido mejor la crisis”. “Es un fenómeno muy parecido a las Mittelstand, las empresas grandes y medianas muy implantadas en Baviera y que son la clave del éxito exportador de Alemania”. Son las empresas que en el mundo anglosajón se denominan las hidden champions, (campeonas ocultas) como oposición a las grandísimas corporaciones del modelo francés.

Según el Consejo General de Cámaras de Cataluña, las 1.000 principales empresas exportadoras aportaron el 89% del crecimiento a la exportación en 2010 y 2011. Juan Ramón Rovira, director del Gabinete de Estudios Económicos de la Cámara, cree que en el campo de la exportación, “el comportamiento de las empresas catalanas ha sido mucho mejor que el de las de Francia, Reino Unido e Italia, ligeramente superior al de Alemania y mejor que el de Estados Unidos”. En su opinión, “si queremos crecer sin salir del euro, la única salida que tenemos son las exportaciones”. Rovira defiende “un cambio del patrón del modelo de crecimiento. Hay que pasar del modelo de economía extensiva, basado en inversiones en activos físicos y abundante mano de obra, a una economía intensiva sustentada por la tecnología”.

Josep Lluís Bonet, profesor de Economía y artífice de la internacionalización de Freixenet, asegura: “Las empresas que más exportamos son las que aguantamos mejor la crisis y hemos sentado las bases del futuro”. Como presidente de la Fira y del Foro de Marcas Renombradas, fundado en Barcelona hace una década, para impulsar la internacionalización de las empresas, Bonet cree que la clave del futuro está en empujar a otras 5.000 empresas españolas con “alto potencial exportador” a vender fuera.

A la vista del rápido proceso de globalización, el profesor Tugores cree que es más apropiado hablar de internacionalización que de exportaciones. “Una empresa”, explica, “se puede internacionalizar, no tan solo exportando, sino creciendo en otros países y estando presente en las redes globales de innovación”. “Mi recomendación”, añade, “es que el reto de la internacionalización no es solo un desafío para las grandes entidades como Santander o Repsol, sino que debe ser afrontada por los centenares de empresas medianas que son las que más incrementan las ventas al exterior”.

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Si se consideran las exportaciones y la actividad en el exterior conjuntamente, el cambio en el tejido empresarial catalán es mucho más notable. Gas Natural Fenosa se ha convertido en la primera empresa catalana y ocupan un puesto destacado otras como Abertis, Grifols, Nissan, Mango, Roca y Puig, todas ellas con ventas exteriores o exportaciones superiores a los 1.000 millones de euros.

El papel de las empresas va a ser decisivo para salir de la crisis. El economista Rafael Suñol sostiene: “Durante muchos años hemos cometido el error de centrarnos en la macroeconomía y hemos prestado muy poca atención a la microeconomía, es decir, a las empresas”. “Y de esta crisis”, concluye, ”solo nos salvaremos si logramos empresas rentables, competitivas y que funcionen”.

El futuro de Cataluña vendrá también muy condicionado por la evolución de España, atrapada también en una profunda crisis de deuda privada y pública, que ha inutilizado los bancos y Gobiernos para cumplir su función de financiación y apoyo a la empresa. Antoni Castells, exconsejero de Economía de la Generalitat y catedrático de Hacienda Pública, pronostica: “La salida de la crisis será muy complicada, porque tenemos que recuperar competitividad para volver al crecimiento y, también, desendeudarnos”. “Si no crecemos y no rebajamos el déficit”, añade, “no lograremos reducir la deuda”. La única senda que ve posible es que Europa apueste por crecer. “Y esto pasa”, sigue Castells, “por que Europa tenga un presupuesto más sólido y Alemania apueste por aumentar los salarios o aceptar más inflación”.

Mirando al futuro, el exconsejero subraya que Cataluña tiene unos fundamentos económicos muy sólidos, como su alto peso industrial y turístico, su potencial exportador y, sobre todo, la concentración en actividades de alto valor añadido. Pero admite: “Por desgracia, Cataluña comparte también muchos de los problemas de España, como los derivados de la burbuja inmobiliaria y el paro”.

Cualquier proyección sobre el futuro está condicionada por la salida previa de la crisis. ¿Cuándo y cómo saldremos? Antoni Zabalza, exsecretario de Estado de Hacienda y presidente de Ercros, no tiene ninguna duda de que saldremos de la crisis, pero subraya que saldremos más pobres y esta no es la principal adversidad. “Nuestro mayor problema”, añade, “es que nuestra capacidad de crecimiento será más reducida”. Las razones son que habrá un cambio sustancial en la valoración del riesgo, lo que supondrá mayores dificultades para las empresas para obtener financiación.

Con esta perspectiva señala: “Una menor tasa de crecimiento económico comportará una reducción de las bases fiscales, lo que supondrá que los recursos del Gobierno serán menores y, por tanto, habrá menos dinero para el gasto público. En consecuencia, habrá menos inversión en capital humano e investigación y desarrollo”.

Zabalza destaca la fortaleza fabril de Cataluña, pero lamenta que el ADN de nuestros Gobiernos “sea tan poco industrial”. “En general ante las dificultades” explica, “la primera reacción instintiva de nuestros Gobiernos no es la defensa de la industria, a diferencia de los Gobiernos de otros países como Francia y Alemania que intervienen a tope”. “En Italia y España siempre hay excusas de falta dinero para no actuar”, apostilla.

El resultado de esta actitud menos comprometida por parte de las Administraciones es que “en España las industrias pagan entre el 5% y el 10% más cara la electricidad que nuestros competidores, lo que en algunos sectores es una pérdida importante de competitividad”, añade.

Desde la entrada de España en la Unión Europea, la globalización de la economía española se ha acelerado. Cataluña, al igual que otras comunidades autónomas, ha intensificado sus relaciones comerciales internacionales en busca de mejores mercados en el exterior. Josep Olivé, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, recuerda que en 1986 las ventas exteriores de las mercancías producidas en Cataluña se repartían entre el 20% al extranjero y el 80% al resto de España. “Hoy”, apunta “esta tendencia ha evolucionado y prácticamente se han equilibrado las ventas al exterior y al resto de España”.

“El comercio con el resto de España”, continúa, “sigue siendo muy importante como lo reflejan las importaciones de materia primas de regiones próximas como Aragón y Valencia”. Lo relevante es que la globalización ha impulsado notablemente el comercio internacional de España, como lo indica el fuerte tirón de las exportaciones españolas en los dos últimos años, que ha sorprendido a muchos analistas foráneos. El economista Pol Antràs, que ha analizado y descifrado este misterio, ha subrayado que este fenómeno del buen comportamiento exterior empieza en el año 2000. En un reciente artículo en este periódico señalaba: “Si uno toma el conjunto de empresas con más de 250 empleados, resulta que estas grandes empresas españolas son significativamente más productivas que sus homólogas europeas e incluso alcanzan el nivel de productividad de las grandes empresas americanas”.

En Cataluña las sucesivas reconversiones industriales de los últimos años han conducido también a una notable pérdida de la ocupación industrial, que ha pasado de representar el 44% del total en 1975 al 18% en 2012. Solo desde 2008 se han perdido más 200.000 empleos.

Olivé, que ha diseccionado el comportamiento industrial de las últimas décadas, distingue tres procesos diferenciados según los sectores que explican esta pérdida de ocupación. Por una parte, las ramas tradicionales como el textil, caucho, minerales no metálicos, industria auxiliar del automóvil y electrónica de consumo han perdido hasta el 50% de la ocupación, mientras que los sectores con más valor añadido como el químico, la alimentación y el del material eléctrico han resistido mucho mejor y apenas han perdido el 10%. Un tercer sector vinculado al material para la edificación también ha sufrido una severa contracción. Para Olivé, el gran desafío de Cataluña es localizar los sectores que pueden generar empleo. Teniendo en cuenta la ocupación creada en los años buenos, Olivé calcula que se precisarán al menos otros 10 años para volver al nivel de empleo de antes de la crisis. Considera que en el sector empresarial “la clave está en la incorporación de nuevas tecnologías” afirma. La prueba indica que “las empresas más tecnificadas ganan cuota de mercado en Francia y Alemania”.

A contracorriente de las ideas dominantes, el profesor Olivé afirma que el sector público es uno de los campos con una gran capacidad de crecimiento. “Ahora estamos recortando servicios públicos, pero nos falta mucho para estar a nivel europeo”. “Incluso antes de los ajustes”, precisa, “Cataluña, con el 12% de empleo público sobre la ocupación total, estaba por debajo del 16% de Alemania o el 22% de Suecia”.

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